sI ya de por sí la situación de confinamiento resulta difícil de entender para los mayores, más aún para los más pequeños de la casa. Las personas adultas deben tomar las riendas de la situación a la hora de explicarles lo que ocurre y de marcarles unas rutinas y normas que permitan mantener una convivencia en paz.

En el apartado relativo al estudio o aprendizaje, es necesario establecer unos acuerdos sobre tiempos y recursos a utilizar, y también sobre el tipo de entretenimiento a fomentar. En cuanto a las rutinas diarias, también es fundamental el papel de las familias para unificar criterios, debiendo hacer partícipes a todas las personas que componen la unidad familiar, sea cual sea su edad. La creación de una tabla donde aparezcan las tareas de hogar puede ayudar mucho.

El Servicio Vasco de Mediación Familiar del Gobierno vasco aconseja a su vez facilitar que los niños y niñas expresen lo que sienten en cada momento y ayudarles a que se relacionen con sus familiares y amistades a través de las nuevas tecnologías. En caso de que necesiten expresar su malestar, sus necesidades, sus frustraciones o sus miedos en este tiempo de confinamiento, disponen del teléfono de ayuda a la infancia y la adolescencia, el 116111 (Zeuk Esan), atendido por un equipo profesional que tratará de orientarles.

Para las familias en las que solamente hay un descendiente hay recomendaciones específicas. En estos casos es importante evitar que pase mucho tiempo jugando solo con los videojuegos y las máquinas y buscar referentes infantiles a través de videollamadas y crear espacios a través de los medios telemáticos para que puedan verse, hablar e incluso jugar, sin interferencias adultas. También es una oportunidad para inventar y crear juegos.

BUSCAR REFERENTES INFANTILES PARA EVITAR EL AISLAMIENTO

Desde los 3-4 años hasta los 10-11

Dar al menor información de la situación. Explicarle la situación sanitaria en términos comprensibles para su edad. Recordarles el mensaje siempre en términos positivos.

Contacto telefónico con amigos y amigas. Hablar con padres y madres de compañeros del colegio o ikastola y realizar una o dos llamadas diarias para intentar que entre ellos hablen. En caso de baja motivación, procurar mantener este hábito. Hacerlo extensible a primos de su edad o cercanos a esta.

Contacto audiovisual telemático con amigos. Igual actividad, pero por videollamada, Skype..., si existe posibilidad de ello.

Contacto visual real con otros menores. Procurar ver si hay otros niños, conocidos o no, al alcance visual desde las ventanas, balcones o terrazas de casa. Promover los padres comunicación con ellos, saludándoles, con sonrisas e incluso alguna palabra si es posible.

Televisión. Favorecer que puedan ver programas propios de su edad en los que salen o participan otros menores.

Música: canción y baile. Diariamente escuchar con el menor una canción infantil de discos, radio, Internet... y cantarla y bailarla juntos. Si es cantada por menores, mejor.

Expresión gráfica y juego interactivo. Animar a colorear cada día a un niño de su clase, portal, barrio, o familia. El uso de guiñoles -si no se tienen, se pueden hacer como manualidad- favorecen la interacción, y el despliegue de la fantasía del menor en dinámicas inventadas en el momento.

Actitud lúdica del adulto. Potenciar el lado infantil y creativo de los progenitores, mediante juegos, posicionándose ambos en roles de iguales a su descendiente. Jugar varias veces con ellos, si es posible, tanto de modo reglado como no reglado.

Nutrición emocional. Dedicarles cariño y afecto, así como verbalizaciones positivas y reforzadoras de cualquier conducta del menor.

Expectativa positiva. Trasmitir una expectativa positiva de solución de esta situación. Para ello, deberá ejercerse cierto control sobre los informativos. Es importante terminar el día con calma, sosiego y recordarles que es una situación temporal y pasará pronto, aunque hayamos de tener ahora un poquito de paciencia.

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