Para Javier Conde las medidas de confinamiento fijadas por el Gobierno han supuesto un “frenazo total; brusco y muy duro”. De la noche a la mañana no ha tenido más remedio que dejar en modo pausa los entrenamientos a los deportistas que integran el Club de Atletismo Adaptado Saiatu. Sin embargo, entre sus rutinas está la de marcar ejercicios y tareas para que sus alumnos no pierdan la forma física. “Estamos haciendo teleentrenamiento. He preparado un vídeo”, explica Conde.

¿Cómo va el teleentrenamiento?

—Bastante bien. Mantenemos contacto con alumnos y con los padres para que tengan una rutinas de ejercicios. Algunos tienen bicicleta estática, pero otros se pasan horas corriendo por el pasillo.

Correr en casa...

—Así es. ¡Quién lo iba a decir!

¿Lo lleva bien?

—Vamos a ver, lo llevo, que no es poco.

Parar cuesta mucho.

—Yo empecé a un ritmo más rápido que el que podía aguantar. Me he equivocado.

¿Por qué?

—Empecé muy revolucionado, planteando cosas, atender a los chavales y ahora llevo tres días cuesta abajo... Me pasa también en vacaciones; hasta que no pasan unos días, no entro en un letargo.

Vamos, que los primeros días es insoportable.

—Uf, ya te digo. Luego me vuelve a costar coger el ritmo, ¿eh?

¿Cómo ve el futuro?

—No lo sé. Habrá que esperar para ver cómo se desarrolla todo. No podemos pensar en el mañana porque no se sabe. De momento que acabe todo... Hay tantas incógnitas en todos los ámbitos.

¿El confinamiento le ha servido para hacer algo diferente?

—La verdad es que no. Como soy muy ordenado, tengo las baldas como en las tiendas de ropa, así que no necesito ponerme a ordenar armarios.

¡Buenooo, qué suerte!

—Pero sí aproveché para limpiar cristales y también te digo que ese día se puso a llover... También he aprovechado para estar en casa con el hijo, que normalmente nos vemos menos y necesita también atención.

¿Aprovecha para ver la tele?

—Me estoy hinchando a ver vídeos de ciclismo que me encantan... Carreras de la época de Perico Delgado, Miguel Indurain... Las primeras horas de las tardes las tengo ocupadas.

¿Madruga?

—Sí y me marco rutinas. Es una forma de mantener la mente ocupada. Mientras no he pensado en la realidad me ha ido bien, pero ahora hay tal intoxicación de noticias que cada día estoy más preocupado.

¿Sale a aplaudir al balcón?

—¡¡¡¡Hombre!!! A las 12.00 tenemos al vecino Fidel que toca el saxofón de maravilla. El confinamiento nos ayuda a tratar más con los vecinos.

¿Sacaremos algo positivo?

—Quizá sirva para que la gente baje los humos.

¿Qué es lo que más echa de menos?

—Poder ayudar más a quien lo necesita. Me siento un inútil, porque ya no tengo una edad para presentarme de voluntario e ir por las casas ayudando. Me encantaría poder contribuir en más cosas.

“Con mis alumnos he puesto en marcha el teletrabajo; algunos corren por el pasillo, otros hacen bici estática”

“El confinamiento sirve para conocer más a los vecinos; a las 12.00 salgo a escuchar cómo toca Fidel el saxofón”