BILBAO - El camino a la perfección, la liberación del alma o una salud inmejorable son algunas de las promesas que ofrecen los más de 250 grupos sectarios que existen en España y que esconden “dinámicas sistematizadas de abuso y control”, según afirma el psicólogo Miguel Perlado.

Fundador de la Asociación Especializada en Dinámicas de Abuso Psicológico (Aiiap), Perlado, participa en Bilbao en el sexto Encuentro Nacional sobre sectas, donde señaló que esta asociación se dedica a atender, investigar y prevenir las dinámicas de control psicológico para el desarrollo de intervenciones tanto preventivas como paliativas.

Según investigaciones de la Aiiap, las tácticas de reclutamiento comienzan por una invitación para participar en un evento reservado a personas con capacidades únicas. Una vez dentro, ofrecen un horizonte esperanzador y reducir la complejidad de la vida, pero entre tanto el grupo sectario se dedica a “escanear” los antecedentes de las personas, su situación familiar, objetivos y carencias personales, para acceder a sus puntos vulnerables.

Trabajan el entorno social de las personas, las vinculan cada vez a un número mayor de actividades de grupo y controlan sus relaciones personales y el tipo de información que comparten acerca de la organización, hasta aislarlas de su círculo cercano. De esta forma, las personas terminan introduciéndose en los núcleos de las organizaciones donde realmente se llevan a cabo las actividades de “adoctrinamiento intenso”.

La Aiiap estudia desde hace once años el comportamiento de este tipo de organizaciones y observa un proceso de evolución: las sectas ya no se dedican en exclusiva al fenómeno religioso, sino que buscan “fisuras sociales” donde poder implantar sus propuestas como pueden ser las actividades de ayuda humanitaria, ayuda al toxicómano o el empoderamiento de la mujer.

El psicólogo compara las secuelas del abuso psicológico vivido por las víctimas de sectas con los supervivientes de torturas de campos de concentración o las mujeres que han sido maltratadas y víctimas de la trata. “En los últimos tiempos hemos observado el mismo sistema de control de la personalidad que en los procesos de radicalización ideológica como el yihadismo o los grupos de extrema derecha”.

Los exmiembros necesitan, según Perlado, por lo menos un año de tratamiento para construir una identidad fuerte y evitar relaciones tóxicas, o entren en un proceso de “descompresión” en el que abusen de todo lo que les ha sido reprimido.