Bilbao - Su hijo, un niño con vulva, empezó a “dar pistas” de que lo era a los 2 años, pero no las supieron interpretar hasta que cumplió los 5. “Decía: De mayor voy a ser hermano. Como desconocíamos esa realidad, tardamos en darnos cuenta de qué pasaba”, reconoce Bea Sever, portavoz de Naizen, asociación desde la que tiende la mano y asesora a las familias de menores transexuales.

Una vez constatado que tenía otro hijo, ¿le costó asumirlo?

-No. Fue todo como la seda. Todo el mundo lo asumió rápido.

¿En el colegio tampoco?

-No. Aún no existía el protocolo del Gobierno vasco, pero me las arreglé para que se hiciera una formación al profesorado, una charla para padres y madres y se trabajara en el aula. Incluso han aparecido dos casos más y otro que vino de otro colegio. En un centro de 500 personas hay cuatro casos.

¿Han tenido dificultades, por ejemplo, con el nombre?

-No, porque tiene un nombre ambiguo y no se lo ha cambiado. En la CAV tenemos la documentación transitoria, que permite cambiar el nombre y mención de sexo en todo lo que dependa de Gobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos, pero tenemos la asignatura pendiente de modificar la Ley del Registro de 2007, que es estatal. Hay menores que llevan viviendo años con su nombre sentido, van a acabar 4º de Secundaria y les va a llegar el título de Madrid con su nombre anterior.

¿Qué exigen para cambiarlo?

-Tener 18 años, un informe de disforia de género, nacionalidad española y dos años de hormonación, lo que me parece gravísimo, porque quieras o no, te obligan. Algunos adolescentes no quieren ni ir de viaje de estudios por no dar explicaciones al coger un avión.

¿A qué otros problemas tienen que enfrentarse estos menores?

-Hay casos de acoso, incluso por parte del profesorado. Este año se ha abierto expediente a una profesora que se negaba a llamar a un chaval por su nombre elegido. Tenemos un montón de casos de mal trato por parte de personal de Osakidetza, insultos por la calle...

¿Cuáles son los principales miedos de los padres y madres?

-Los miedos que tenemos son: Es muy pequeño para saberlo. ¿Y si se le pasa? Que sepamos, a nadie se le pasa. Qué más quisiéramos. Luego: ¿Qué va a ser de su vida? Es muy sencillo. Si le acompañas, será más feliz y le irá todo mucho mejor, pero si le niegas, tendrá un alto riesgo de suicidio.

¿Temen la hormonación?

-Están siendo la primera generación que está tomando bloqueadores y hormonación cruzada y, como no hay estudios a largo plazo, no sabemos qué va a suceder, con lo cual el miedo está ahí, pero entre el suicidio y la osteoporosis, nos quedamos con la segunda.

¿Cómo valora la Unidad de Identidad de Género de Cruces?

-Todavía tienen que pasar por Psiquiatría para acceder a tratamientos hormonales, pero se ha acelerado el proceso. Lo valoramos positivamente porque si soy una adolescente y me está saliendo barba, no puedo esperar un año a que me den unos bloqueadores. No obstante, creemos que la primera atención debiera ser de un psicólogo o una educadora social.

Una niña transexual ha pedido a los políticos que, “pese a las amenazas”, apoyen al colectivo. ¿La irrupción de la extrema derecha supondrá un retroceso?

-A nivel estatal tienen miedo porque está empezando a haber agresiones. Como decía el hermanito de una niña: Pero si Lucía no hace daño a nadie, ¿qué les importa?