madrid - El cineasta donostiarra Javier Aguirre Fernández falleció en la madrugada de ayer en Madrid a los 84 años, según informaron fuentes de la familia. Aguirre Fernández, marido de la actriz Esperanza Roy, murió en un hospital madrileño tras una larga enfermedad. Nacido en Donostia, el director recibió en octubre, junto a su pareja, la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, concedida a ambos por ser “dos miembros del sector cinematográfico con muchos años de oficio”.

Cineasta audaz y sin prejuicios, Aguirre es uno de los nombres clave del cine español de la Transición, un director que combinó el gran éxito comercial en todo tipo de géneros con la experimentación y la creación de lo que él mismo denominó “anticine”. Vida perra (1982), un monólogo en el que Esperanza Roy encarnaba a una mujer de provincias plantando cara a sus fantasmas, es el ejemplo más aplaudido de esa senda experimental, alabada por escritores como Salvador Espriu, que la consideró “una soberbia lección de cine”, Francisco Ayala o Jorge Guillén.

Pero Aguirre también logró sonoros éxitos de taquilla como Los chicos con las chicas, musical protagonizado por Los Bravos, la saga del grupo Parchís y comedias como Soltera y madre en la vida, Ni te cases ni te embarques o La guerra de los niños.

inicios Nacido el 13 de junio de 1935 en Donostia en el seno de una familia burguesa, Aguirre se negó a seguir los estudios que su familia le marcó y con sólo 15 años empezó a colaborar con revistas de cine como Radiocinema, Imágenes, Arcinema y otras. A los 19 realizó su primer corto amateur y en 1955 fundó y dirigió el Cine Club de Donostia. Un año después se trasladó a Madrid e ingresó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC). En 1958 dirigió la revista Cine Club y trabajó como auxiliar de dirección de Eugenio Martín en Despedida de soltero (1958) y de César F. Ardavín en Festival (1959), a la par que publicó cuentos y escribió guiones de cine en colaboración con Horacio Valcárcel, López Salinas y Chumy-Chúmez. En 1960 dirigió su primer trabajo como profesional del documental, para NO-DO, Tiempo 2, que representó a España en el Zinemaldia, en el que quedó finalista.

A partir de esta fecha, realizó una serie de cortometrajes que ya dejan en evidencia sus inquietudes artísticas: Pasajes 3, Concha de Oro en Donostia; Tiempo de Playa y Espacio 2, las tres de 1961, y, un año después, Playa Insólita, Tiempo abierto, Vizcaya 4 y Toros 3. En 1964 dirigió su primer largometraje: España insólita, un documental declarado de Interés Especial, con las voces de Francisco Rabal y Fernando Rey, y seguidamente su primera película abiertamente comercial, la infantil Los oficios de Cándido.

éxitos El éxito logrado con Los chicos con las chicas (1967) le llevó a colaborar con algunos de los productores más importantes del momento. Con José Luis Dibildos mantuvo una larga relación, con títulos como Los que tocan el piano (1968) o Rocky Carambola, protagonizada por Torrebruno (1979), y con Pedro Masó, El astronauta (1970), con Tony Leblanc y José Luis López Vázquez, o De profesión sus labores (1970).

En 1987 estrenó La monja alférez, historia ambientada en el siglo XVII y que narra la vida de Catalina de Erauso, una mujer que escapó de un convento y se embarcó a América como soldado. Protagonizada por Esperanza Roy, era un proyecto del director desde su infancia. También dirigió a Imperio Argentina, Aurora Bautista y Ana Mariscal en El polizón de Ulises (1987), y al año siguiente realizó la coproducción de TVE y la televisión portuguesa El marinero (1988) y dirigió el filme La diputada, protagonizada por Victoria Vera, Javier Escrivá y Juanjo Puigcorbé.

Pero Aguirre nunca abandonó la experimentación y la vocación intelectual. El anticine lo inaugura en 1967 con obras como Fluctuaciones entrópicas, Pluralidades 6, Espactro 7, Uts Cero, Innerzeitigkeit, Objetivo 40, Tautólogos plus X (1973) y Underwelles (1973).

Teorizó sobre ello en un libro publicado en 1972, El anticine. Apuntes para una teoría, películas que no se pueden encerrar en los límites del séptimo arte y que se inmiscuyen en terrenos de otras disciplinas.

Otros ejemplos son sus adaptaciones de obras literarias, como Continuum (1994), una película en un solo plano-secuencia inspirada en Fernando Pessoa; o Variaciones 1/113, largometraje protagonizado por Javier Bardem e Inés Sastre e inspirado en un poema de Jorge Luis Borges que el propio poeta recita para esta película. - Efe