Bilbao - En casa de Belén sonó ayer el despertador a las 7.30 horas, más temprano de lo habitual. Un café rápido mientras Ane y Naia “se hacían las trencitas la una a la otra” antes de salir de casa. Desayuno fuerte, poner a punto las mochilas y para clase. “Han venido muy contentas porque querían volver a ver a sus amigas, a ver su nueva clase y a sus nuevas andereños”, explicó Belén a las puertas del colegio Gurutzeta (Barakaldo), lugar elegido por la consejera de Educación, Cristina Uriarte, para abrir oficialmente el curso académico 2019-2020. Un curso que llega marcado por el cierre de 48 aulas en los ciclos de Infantil y Primaria de la red pública debido al retroceso de la natalidad.

“Por primera vez en mucho tiempo” se ha producido un descenso global de estudiantes en el sistema educativo vasco, del 0,13% (-487 alumnos) con respecto al curso anterior. Y aunque la diferencia es ciertamente pequeña, “marca un punto de inflexión”, dijo Uriarte. Este año, la crisis de natalidad ha llegado hasta Primaria, donde se han cerrado 15 aulas. En los centros de Kristau Eskola (KE), que escolariza a 90.000 estudiantes, el cierre de aulas en Infantil y Primaria “se compensa” con la apertura de nuevos grupos en Secundaria y Bachillerato.

Fuentes de KE aseguraron a DEIA que sus colegios no han acusado el descenso de nacimientos, ni el conflicto laboral que arrastra la red concertada desde hace dos cursos y que amenaza con desembocar en una huelga indefinida. Según las mismas fuentes, el curso pasado tuvieron 3.073 aulas concertadas y este prevén la concertación 3.063 aulas, diez menos. Pero esta reducción se debería al cierre en junio del Colegio Corazón de María del barrio donostiarra de Gros. Ajena a esta realidad, Marta aguardaba ayer fuera del colegio a su hija Yaiza, de 7 años. “Yo me he levantado a las siete menos cuarto y he llamado a la niña a las ocho menos cuarto. Ya tenía ganas de venir, estaba un poco nerviosilla por volver a ver a sus amiguitos, pero ha entrado a clase muy bien”, comentó.

Para los aitas, dijo, la vuelta al cole “significa volver a la rutina, toca adaptarse a los nuevos horarios, al cole, a las extraescolares, pero no importa mucho cuando la niña viene contenta”. Está claro que las familias agradecen la vuelta a la normalidad, aunque echen de menos la ausencia de horarios y el relax de las vacaciones. Y aún a riesgo de ir en contra del tópico, lo cierto es que muchos profesores se han reenganchado con ilusión al nuevo curso. Este es el caso de Nekane, profesora de 2º de Infantil en el CEIP Gurutzeta. “La vuelta al cole -señaló- es una alegría, emocionada. Llevo desde las cinco de la mañana sin dormir, parezco una novata pero llevo al pie del cañón más quinquenios que la ría”. Nekane enseña a un grupo de niños y niñas de cuatro años y describe así las primeras horas de clase.

“Vienen con ganas pero lo que pasa es que están acostumbrados a hacer lo que les da la gana por el verano y volver a las normas les suele costar. La verdad es que han tenido una entrada genial, no ha llorado ninguno, no sé si lo harán después, así que fenomenal”. Para esta maestra, la receta de una buena adaptación “es el cariño, hacerles caso, que se sientan acompañados, no extraños y estos primeros días dejarles un poco a su aire”.

Un aula más allá estaban formando un semicírculo Odei, Alazne, Lier, Asier, Enaut, Argi, Aitana, June? Son la clase de 3º de Infantil de la “andereño Begoña, Ainhoa y Carlos”, gritaron al unísono. Son tres docentes para un grupo de apenas 15 niños de cuatro años. El equipo lo forma una profesora titular, la profesora de apoyo y un PT, maestro especialista de educación especial que ayuda a Izei, un niño con diversidad funcional que hace su día a día en una pequeña silla de ruedas. “Como todos los años llegamos con ganas e ilusión, a ver que pasa. Cada año tenemos un grupo de niños diferente y cada año, por tanto, es un reto nuevo”, aseguró Begoña.

Para retos, los que el Departamento de Educación se ha planteado con la atención a la diversidad y el despliegue del nuevo plan de digitalización. Para afrontar la incorporación creciente de alumnado migrante este curso se pondrán en marcha en ocho centros dos iniciativas: el programa Eusle y el Magnet-Erakarri. Eusle son aulas de acogida que buscan mejorar la competencia en euskera de este nuevo alumnado y comenzará en cuatro centros que registran un alto porcentaje de inmigrantes: Tomás Camacho (Bilbao); Urkizu (Eibar); Eibar, y Samaniego (Gasteiz). La idea es evaluar la experiencia para, en su caso, extenderla a otros centros que lo necesiten. El Magnet-Erakarri se dirige a centros escolares “con alta diversidad social” con el objetivo de “prestigiarlos” y que resulten “atractivos”.