CON muchas ganas e ilusión. Así se mostraron Carolina Lavandero y Ander Narbaiza antes de convertirse oficialmente en padres de acogida. Ayer experimentaron un momento para recordar. Vivieron una de esas primeras veces que no se vuelven a repetir y si sucede, la sensación no es la misma. A su familia se suma un nuevo miembro, la pequeña ucraniana Ivanna de 7 años a la que esperaron en el aeropuerto de Loiu con los brazos abiertos. “Estamos muy nerviosos porque todo ha pasado muy rápido”, admitió Lavandero. A mitad de mayo comenzaron todo el proceso para recibir a un menor en su hogar y ya en junio, cuando la asociación Chernobil Elkartea viajó a Ucrania, ya tenían conocimiento de quién iba a ser la persona que iba a convivir con ellos durante dos meses. “Llevábamos unos años dándole vueltas. Queríamos acoger a un menor pero las fechas nunca nos cuadraban. Un día estaba con una conocida que me dijo que iban a tener este verano a una niña y le pregunté cuándo iba a venir. Me dijo que vendría el 1 de julio y no nos lo pensamos. Esta vez sí que nos encajaba”, contó Lavandero.

Ivanna, que se instalará en Leioa, es uno de los 66 menores que ayer aterrizó en Bizkaia para, además de pasar un verano inolvidable, mejorar su desarrollo y crecimiento, ya que la mayoría de estos residen dentro de la zona de influencia de la central nuclear de Chernóbil. La pequeña, al igual que el resto de sus compañeros, permanecerá en Bizkaia hasta el 28 de agosto, pero su familia le tiene una multitud de actividades preparadas para poder hacer juntos. “Nuestra hija pequeña está como loca e irán juntas durante todo el mes al campamento que pertenece a la asociación de vecinos de donde vivimos. Irán todos los días por la mañana. Los monitores se están involucrando mucho y no nos han puesto ninguna pega. Para nosotros traer una persona que encaje en la dinámica familiar nos lo hace todo más fácil”, explicó.

En agosto, Ivanna viajará con su familia de acogida a Jávea donde conocerá el municipio y al resto de la familia que le estará esperando para conocerla. “Están todos encantados, pero es como todo. Hasta que no la tienes aquí no es lo mismo”, desveló Lavandero. Además, como cada verano, los menores ucranianos durante los dos meses, podrán disfrutar de las quince actividades de ocio que la asociación tiene previstas y que sirven de punto de encuentro entre ellos, sus familias de acogida y las cuatro monitoras de Chernóbil que les acompañan.

El idioma

Tanto Lavandero como Narbaiza saben que no todo será un camino de rosas. Ivanna es la primera vez que visita Bizkaia y solo domina su idioma. “Los expertos, que son los que llevan muchos años en esto, dicen que tardan unas dos semanas en adaptarse. Tenemos intención de que aprenda un poco de euskera, ya que el campamento será en este idioma, y castellano, que es lo principal”, explicaron. Ayer todos los miembros de la familia ansiaban ver a Ivanna cuanto antes. “Nuestra niña dormirá con ella y me decía que tenía que tener todo preparado. Le ha puesto unos carteles con algunas palabras en ucraniano para que las entienda”, prosiguió Lavandero.

La asociación Chernobil Elkartea tiene como objetivo buscar un hogar temporal para los niños y niñas que residen en el área contaminada de Chernóbil. Llevan veinte años luchando para que los menores puedan afrontar su futuro con mejores condiciones de salud así que, si todo sale bien, Ivanna volverá a repetir experiencia muy pronto.