Bilbao - “Vimos que el dispositivo para la evaluación y acreditación de competencias profesionales era un tren que pasaba y había que intentar subirse a él”, resume Claudia Favela, coordinadora del grupo de encuentro y empoderamiento Torre de Babel de la Fundación Ignacio Ellacuria, al que acuden desde hace más de 10 años muchas mujeres migradas empleadas del hogar y de los cuidados. Al analizar las dificultades y “barreras” que encuentran las mujeres dedicadas al cuidado de dependientes en los hogares vascos para acceder a la formación y para cumplir la exigencia de profesionalización, Favela ve que esos obstáculos contrastan con “su alta motivación para formarse y acreditar sus competencias a través de la experiencia laboral”.

“Desde nuestra labor de acompañamiento a las mujeres detectamos su necesidad de tener acceso a la formación, no porque carezcan de ella, ya que muchas mujeres tienen formación profesional en sus países, sino porque aquí se ven abocadas a un nicho laboral muy concreto que requiere otras capacidades”, explica Claudia Favela. Recuerda que “la necesidad de profesionalizar el sector de los cuidados llega de la mano de la Ley de Atención a la Dependencia”, una exigencia que afecta a tres ámbitos: las residencias, los servicios de ayuda a domicilio, y “el más invisibilizado, que es el del trabajo del hogar”. La acreditación de competencias se ve también como una oportunidad para evidenciar que “buena parte de la necesidad de cuidados que tienen las familias se está solventando con la contratación de trabajadoras de hogar quienes también desempeñan labores de cuidado”.

En Torre de Babel detectaron que para muchas mujeres que trabajan de internas (en su mayoría migrantes) iba a ser complicado entrar en los dispositivos habilitados en Euskadi para la evaluación y acreditación de competencias y acceder al certificado de profesionalidad de atención a personas en el domicilio, así que decidieron iniciar un proceso de acompañamiento para hacerlo posible. “En 2017, con apoyo de la Diputación de Bizkaia -indica Claudia Favela-, acompañamos a un grupo de 40 mujeres que hicieron un esfuerzo tremendo porque estaban en situación de desventaja para entrar en el dispositivo de acreditación, no solo por las dificultades horarias de sus jornadas de trabajo, sino también por otras barreras: la falta de acceso a la información por la brecha digital, la dificultad para comprender las lógicas de la administración en estos procedimientos, los requisitos que se les pedían, formularios no adaptados, o el lenguaje técnico, entre otras”.

Claudia Favela reitera que las trabajadoras de hogar y de los cuidados “quieren y demandan formación”. “Requieren, por ejemplo, técnicas para que su trabajo no derive en una lumbalgia a la semana. Así que, aunque solo sea por un tema de prevención de riesgos laborales, ellas necesitan y quieren formarse”. Sin embargo, sus horarios y jornadas hacen difícil el acceso a cursos y actividades formativas.

Iniciativas y cursos Dentro de las iniciativas que adoptaron desde Torre de Babel para ayudar a estas mujeres a obtener su acreditación profesional figura la autoformación. “Mujeres que habían tenido la oportunidad de hacer algún curso de Lanbide se comprometieron con otras compañeras a crear un grupo de autoformación. Cogieron los módulos, vieron en cuáles se veían más capacitadas para transmitir la formación que habían recibido? Hicimos todo esto con la vista puesta en que esas 40 mujeres pudieran entrar en el dispositivo de evaluación y acreditación de competencias en condiciones de menor desventaja”. Solo cuatro lograron entrar al dispositivo, pero el resto, por lo menos, han obtenido la habilitación profesional, recuerda Claudia Favela.

Cuando se publicó la figura de la habilitación -la excepcional y la provisional- en Ellacuría “vimos que era una oportunidad para seguir trabajando por la acreditación”. Según Favela, el trabajo se centró en hacer llegar la información al colectivo de trabajadoras de hogar, clarificar dudas, acompañar en la tramitación, facilitar formularios, etc. “Acompañarlas para tramitar la habilitación puede contribuir a mejorar sus condiciones laborales”, añade.

“Con la publicación de la habilitación profesional coincidimos con la ATH-ELE y Bidez Bide en que era una oportunidad para las trabajadoras, pero de nuevo detectaron una serie de barreras y propuestas que quisimos poner en conocimiento de los responsables de las instituciones. El director de Servicios Sociales del Gobierno vasco nos contestó rápidamente, nos recibió y en esa conversación pudimos exponerle las barreras a las que se enfrentan las mujeres y que tienen que ver, sobre todo, con el acceso a la información y los procedimientos. Le propusimos hacer una guía en papel que estuviera disponible en las oficinas de Lanbide y en las asociaciones a las que acuden las trabajadoras de hogar y de los cuidados; que hubiera una figura profesional de referencia que las acompañase en el proceso; que se ampliara la oferta de cursos de formación en horarios que puedan acceder las internas”, señala la coordinadora de Torre de Babel.

“A lo largo del 2018 -continúa-, desde la Fundación Ellacuria y de nuevo con el apoyo de la Diputación de Bizkaia, informamos sobre el proceso a 120 personas, en su mayoría mujeres migradas, pero también algunas autóctonas. Después pudimos hacer el acompañamiento a 95 mujeres, de las que 70 cumplían los requisitos para la habilitación excepcional y otras 25, para solicitar la provisional”.

La coordinadora de Torre de Babel reconoce que “con una mirada global vemos que dentro del proceso de profesionalización de los cuidados las auxiliares de ayuda a domicilio conforman una bolsa importante de trabajadoras que se van a beneficiar de los dispositivos, lo mismo que las trabajadoras en residencias, mientras que las trabajadoras del hogar, especialmente las internas, están en situación de mayor desventaja. Muchas de ellas han estado años sin ser dadas de alta en la Seguridad Social o trabajando por horas, también sin cotizar. Algunas mujeres han estado años en la economía sumergida, porque no tenían permiso de trabajo y regularizar su situación les cuesta más de tres años. No podemos olvidar que es un sector en el que se trabaja en condiciones precarias y que aquí se dan situaciones que no se dan en ningún otro”.

“Actualmente seguimos acompañando a otro grupo de 40 mujeres y estamos sistematizando la experiencia de estos tres años para continuar dialogando con las instituciones que tienen competencias en este ámbito”, concluye Claudia Favela. - B. S.