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Marisa Baz: “Me encanta escuchar euskera”

El euskera no es solo el idioma de los vascos es, además, una forma de relacionarse... La salmantina Marisa Baz lo hace detrás de la barra del bar que regenta en Igorre

Marisa Baz: “Me encanta escuchar euskera”Borja Guerrero

LO importante es tener predisposición, estar abierta a aprender para conseguir diferentes formas de comunicación con las personas con las que toca relacionarse a diario. Marisa Baz lo tiene claro. Con la soltura y simpatía que le caracterizan esta salmantina afincada en Arratia desde hace cuatro años recibe a sus clientes detrás de la barra del bar donde trabaja con un efusivo Egunon o Arratsalde on, dependiendo de la hora: “Me encanta escuchar euskera. Cuando tenga tiempo me volveré a apuntar al euskaltegi para adquirir vocabulario porque lo necesito”, explica la responsable del hogar del jubilado de Igorre.

(Belarri prest) Marisa asegura estar siempre preparada para escuchar y, por qué no para contestar (Aho bizi) sin tenerninguna vergüenza para lanzarse con su euskera, aunque se sincera y dice tener muy poco nivel, aunque el suficiente para defenderse y ofrecer a sus clientes el mejor trato y atención. “A mí me encantaría hablarlo. Lo poco que sé lo aprendí en el euskaltegi y con los clientes del bar, que me ayudan muchísimo”, destaca. Sus hijos, Mikel y Aitana, también le echan una mano con algunas frases. De hecho, su hijo ahora corrige a amatxu las palabras y expresiones que no dice correctamente. “Ahora con la pequeña estoy hablando más. Mikel, al principio prefería no hablarlo porque le daba vergüenza. Para él hacía mal. Ahora, poco a poco ha ido cambiando y quiere que vaya aprendiendo y me ayuda más”, relata la salmantina.

Lo cierto es que aunque Marisa dice que apenas tiene nivel de euskera se defiende a las mil maravillas cuando sus clientes del hogar del jubilado de Igorre le piden una ronda larga en euskera. No necesita ni apuntarlo. La memoria todavía no le falla. “Casi todo lo que está relacionado con el bar lo entiendo en euskera perfectamente. Incluso las conversaciones las voy hilando palabra por palabra y también las entiendo. Otra cosa es hablarlo. Me falta añadir palabras a lo que sé, pero tiempo al tiempo”, lanza. Pero eso no es excusa para que esta salmantina atienda a sus clientes en su euskera. “Zer nahi dozue. Betikoa?”, pregunta al grupo de amigas que quedan todos los jueves para desayunar. “Bai. Lau kafe esne, ebaki bat eta hiru pintxo tortila”, le suelta todo seguido y sin casi respiración. “Es que no es solo saber euskera, hay que controlar el arratiano que tiene tela”, concluye con una pícara sonrisa.