Bilbao - Nacida en un pequeño pueblo de la sierra sur de Jaén, Mures, a los 18 años se mudó a Granada para estudiar en la Universidad. “Hice traducción e interpretación de inglés más un máster en Cooperación Internacional y estudios de género. Aunque he trabajado como traductora en alguna ocasión, realmente me dedico a la cooperación internacional”, explica a DEIA sonriente, en su breve visita a Bilbao deseosa de regresar a Pakistán, concretamente al valle de Hushé, donde Baltistan Fundazioa tiene en marcha varios proyectos educativos para la infancia y la mujer. Con la organización vasca, Esther Cano trata de poner en marcha un proyecto de resiliencia de la población ante catástrofes naturales, además de aprovechar para empoderar a la contraparte de Baltistan Fundazioa en aspectos de gobernanza y gestión.
¿Por qué y cuándo contactó con la familia Baltistan para embarcarse en esta atractiva y dura aventura?
-Empecé en el mundo de la cooperación en India, donde estuve un año en un proyecto de actividades de la vida diaria para niños y niñas con discapacidades visuales. Luego pasé a gestionar programas, pero lo dejé para volver al terreno. Me fui a Nepal para coordinar iniciativas de una ONG pequeñita, y luego me quedé viajando por Asia hasta que me picó el gusanillo de volver a trabajar. Así es como en abril empecé a formar parte de la familia de Baltistan Fundazioa. Para mí, aceptar fue un reto.
Con su trayectoria, ¿por qué?
-Pakistán es un país bastante complejo. Nunca había trabajado con gente de una cultura mayoritariamente musulmana; sabía que iba a aprender mucho. Jugaba a mi favor que había estado en India y Nepal y me iba a resultar más fácil, porque conozco ciertos acerbos culturales y tenía una base. Pero a nivel profesional es un reto porque nunca había coordinado proyectos de acción comunitaria. ¿Por qué en una zona frente a los riesgos naturales: sismos, deshielos, cambios climáticos?
-Los efectos del cambio climático en el Karakorum están siendo bastante drásticos porque, al ser una zona tan montañosa, los glaciares se están deshelando. Esto provoca que haya cambios en el curso de los ríos, inundaciones, avalanchas, y el histórico del Valle ya nos indica que es proclive a tener catástrofes naturales. En 2011, en uno de los pueblos del Valle -tiene ocho-, Talis, las inundaciones mataron a decenas de personas y destruyeron las casas de la mitad de la población y toda la zona agrícola.
Además de los muertos, se quedan sin su modo de vida.
-Estas comunidades son muy vulnerables; viven en su mayoría de la agricultura, así que cualquier desastre natural les quita las pocas herramientas que tienen para sobrevivir; les deja sin recursos para seguir adelante. No podemos evitar que los glaciales se deshielen, pero sí que la población tenga los medios para sobrevivir.
¿Qué tipo de ayudas les ofrecen?
-Un poco de todo. El objetivo es aumentar la capacidad de resiliencia de las comunidades del Valle para mitigar los riesgos potenciales en caso de que ocurra un desastre natural de cualquier índole. La zona de Baltistan donde trabajamos está sufriendo las consecuencias del cambio climático de manera drástica, entre otros motivos, por el continuo deshielo de los glaciares. Los efectos que esto produce van desde cambios en el flujo de los ríos, que afectan a la agricultura de forma principal y, en ocasiones, única forma de subsistencia de la población, hasta avalanchas e inundaciones que destruyen viviendas e incluso acaban con la vida de personas.
¿Qué necesitan más, atención humana o técnica?
-De todo, por un lado las Administraciones no tienen ni instrumentos ni conocen las técnicas necesarias para trabajar en emergencias de estas características; por lo tanto habría que capacitarlas como a nuestras propias organizaciones. Al final, nuestra contraparte local es la más importante del Valle. Pero si ellos no tienen los elementos ni las herramientas necesarias para poder liderar a la Comunidad en caso de emergencia, al final por mucho que dispongamos de voluntarios o gente que sepa lo que tiene que hacer en caso de emergencia, lo aprendido no servirá.
Entre sus actividades se incluyen encuestas de evaluación de la población, cursos de primeros auxilios...
-Cursos básicos y avanzados, coordinación de equipos de voluntarios para emergencias, trabajo de sensibilización en las escuelas y actividades de reforestación, entre otros, siempre teniendo en cuenta la perspectiva de género, ya que las mujeres y niñas son los grupos más vulnerables.
A la hora de la atención técnica, ¿qué es lo más importante para explicarles sobre los riesgos?
-De esto se encarga la Luna Roja paquistaní que es como la Cruz Roja de aquí y son expertos en este tema; ellos lo que hacen es dar formación específica, y con investigadores de la UPV que han instalado sistemas de alerta temprana que recogerán datos sobre los cambios en los glaciares. Estas ayudas técnicas prevendrán desastres naturales, y por consiguiente, protegerán a la población de sus consecuencias más devastadoras. La idea es continuar trabajando el fortalecimiento de las organizaciones locales para gestionar emergencias, además de hacer más hincapié en las causas y las consecuencias del cambio climático a corto/medio y largo plazo. Así haremos un proyecto más sostenible.
Una parte del proyecto es el empoderamiento de las mujeres. ¿Cómo trabajan con ellas?
-Intentamos fortalecer a nuestra contraparte local, con el fin de que sean más independientes de manera económica y también en relación a la toma de decisiones y su autogestión. También recopilo datos para realizar un diagnóstico sobre la situación de las mujeres en el Valle y formular un proyecto de empoderamiento que abarque todos los ángulos en los que las mujeres sean más vulnerables (economía, posición social en la Comunidad, derechos como ciudadanas, conocimiento de sus cuerpos).
Si no se forma a las mujeres existe el riesgo de que queden secundarizadas en un mundo musulmán con unas leyes estrictas.
-En Pakistán la situación de las mujeres varía según la zona. La reciente creación de una Asociación de mujeres en el Valle, la primera de estas características en la zona, es la plataforma ideal para trabajar el género como asunto transversal y abre las puertas a un cambio más radical, ya que serán ellas mismas las que tomen las riendas de su desarrollo.