Bilbao - Del mismo modo que la natalidad en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) se halla entre las más bajas de la Unión Europea -con 8,7 nacimientos por cada 1.000 habitantes-, por debajo de los 10 de media de la UE, los centros vascos, como el Hospital Universitario de Cruces, se sitúan entre los que presentan una tasa de mortalidad prenatal más baja de Europa -5,6 por cada 1.000 alumbramientos-. Así lo adelanta a DEIA, visiblemente satisfecho por los buenos resultados de la Sanidad vasca, Txantón Martínez-Astorquiza, jefe de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Cruces y primer vasco en presidir la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). El especialista se refiere también a Euskadi como la única comunidad del Estado que mantiene las tasas de cesáreas por debajo del 15%, siguiendo las recomendaciones de la OMS.
El Hospital Universitario de Cruces fue el primer centro público -antes lo logró Dexeus, pero es privado- en conseguir el nacimiento de un bebé probeta. “Gracias al equipo del doctor Portuondo -fallecido en el accidente aéreo del monte Oiz-. Aquello fue casi un milagro, pero ahora prácticamente un 35% de las mujeres logran un embarazo por técnicas de reproducción asistida; ha mejorado muchísimo toda la tecnología, la experiencia de los especialistas en ginecología, la medicación”, añade el presidente de la SEGO.
Txanton Martínez-Astorquiza se refiere a una de las primeras aplicaciones en el área clínica de la investigación genómica como es el uso del tests genético en Medicina Reproductiva, inicialmente a través de técnicas invasivas. Sin embargo, recientemente se ha producido uno de los mayores avances en el área de cuidados prenatales, gracias a la utilización del ADN fetal en sangre materna circulante, que esta permitiendo el desarrollo y la aplicación de los test prenatales no invasivos (NIPT, non invasive prenatal testing).
El ginecólogo destaca la rapidez con la que se están generando resultados. “La complejidad de las técnicas aplicadas, que además pueden ofrecer diferentes resultados y rendimientos, así como la complejidad biológica subyacente a este conocimiento y los factores que pueden alterar los resultados, hacen que sea necesaria la formación específica y muy actualizada sobre los avances consolidados en este terreno con el fin”.
Porque el diagnóstico genómico prenatal está experimentando un crecimiento exponencial, tanto en interés social como en indicación diagnóstica. “La genómica permite ayudar de manera más eficaz y rápida en el diagnóstico prenatal, mucho más que hace cinco o diez años. Sin embargo, la presión social puede conducir, en caso de una mala información, a una demanda excesiva o incorrecta de procedimientos o técnicas, sobre todo de las técnicas de cribado prenatal no invasivo (NIPT)”.
La aplicación de la genómica a la práctica clínica requiere de un enfoque multidisciplinar en el que intervienen clínicos expertos en ginecología y obstetricia y en la atención perinatal, genetistas y biólogos moleculares. “El diagnóstico prenatal es multidisciplinar, por lo tanto la formación debe ser también multidisciplinar”, apunta Martínez-Astorquiza, quien será uno de los directores científicos del curso on line innovador en España sobre avances en genómica prenatal que comenzará en noviembre.
Porque, según el experto, existe un marcado déficit de formación de los sanitarios sobre las innovaciones que se registran en el diagnóstico genético prenatal, “de hay la importancia del aprendizaje continuo”.
Baja Natalidad En 2017 se registraron 17.069 nacimientos en Euskadi, con un número medio de hijos por mujeres de 1,34, frente al 1,31 de media estatal. Euskadi es la tercera comunidad autónoma en la que más descendieron los nacimientos el año pasado respecto a 2016.
“De los 20.000 partos en 2015 hemos bajado a los 17.500 del año pasado; el desplome continúa. Han de darse soluciones efectivas para frenar la tendencia”, sostiene tajante el especialista. “La crisis de natalidad es uno de los temas que más preocupa a los hospitales públicos, privados, a las empresas sanitarias, y a los gobiernos, que tendrían que poner más dinero para atajar el desplome continuo de la natalidad. Para ello, las entidades públicas, locales y regionales deben de incentivarla, como han hecho algunos países nórdicos donde las políticas del fomento han dado resultados”.
Para el especialista, “los políticos han de hablar con el empresariado para que facilite la conciliación laboral con la vida familiar; se tienen que aumentar los permisos por maternidad no solo a las mujeres, sino también de paternidad a los varones”. En definitiva, “debe darse un acuerdo social para que la mujer que lo desee no salga perjudicada en su vida laboral al embarazarse y no se vea obligada a retrasar su maternidad”, explica a DEIA Martínez-Astorquiza.
Por otro lado, en Euskadi, un 13% de las mujeres tienen partos con más de 40 años “y deben ser conscientes de que a partir de los 35 años la tasa de malformaciones fetales, como el Síndrome de Down, aumenta exponencialmente. Es uno de los problemas que se presentan, pero como se detecta pronto, la mujer puede decidir si seguir adelante con la gestación o interrumpirla”, añade.
En los embarazos tardíos se incrementan no solo las tasas de malformaciones fetales y de mortalidad infantil, sino los efectos secundarios para la mujer, “la tasa de diabetes, de presión arterial, de cesáreas y de mortalidad materna se dispara. Por eso es imprescindible informar a la paciente, que voluntariamente opta por tener hijos a edades más tardías, de los riesgos que ello conlleva; los ginecólogos que hacemos reproducción asistida -en Euskadi están muy desarrolladas estas técnicas- debemos de dar a conocer las dificultades a las que se enfrentan. Estamos posibilitando que mujeres de 45 años se queden embarazadas. Es correcto y ético, pero la paciente debe de saber que su embarazo puede ser problemático”, reconoce el experto que hizo la cesárea del primer bebé probeta de la Sanidad pública española.