MADRID. Los activistas han instalado frente al edificio una gran tubería que simula los oleoductos y pancartas en las que se leía: "No más dinero oleoductos peligrosos" o "BBVA destruye el planeta".
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La acción sorpresa, según ha informado la organización ecologista, ha transcurrido de forma pacífica, y después de que agentes de la seguridad privada del edificio conminaran a los activistas a abandonar el lugar éstos han cesado en su protesta.
Según la organización ecologista, esta iniciativa ha estado precedida de una protesta que se ha llevado a cabo durante los últimos días, según los datos facilitados por Greenpeace, en cajeros automáticos del banco de treinta ciudades, en los que se han colocado pegatinas para denunciar la "falsa política verde" de la entidad.
Greenpeace ha pedido a esta entidad bancaria que deje de financiar (a través de su filial estadounidense, BBVA Compass) a las empresas constructoras de infraestructuras de transporte de gas y productos petroleros, entre ellas los oleoductos para el transporte del petróleo procedente de las arenas bituminosas de la provincia de Alberta, en Canadá.
Según la organización ecologista, en esta región se han destruido ya 140.000 kilómetros cuadrados de bosque boreal "y se ha dejado una factura ambiental irreparable".
Greenpeace ha recordado hoy en una nota de prensa que el BBVA aprobó en 2017 una nueva política de responsabilidad corporativa que excluía expresamente a los clientes involucrados en la "exploración y producción de arenas bituminosas".
El portavoz de la organización ecologista, Miguel Ángel Soto, ha señalado que el BBVA "sabe muy bien que el petróleo de arenas bituminosas es una bomba climática", y ha señalado que durante su producción se emiten entre tres y cuatro veces más gases de efecto invernadero que con la extracción de crudo convencional.
Greenpeace ha denunciado que esta entidad forma parte de la docena de bancos que están financiando a las empresas que construyen estos oleoductos para el transporte de petróleo procedente de arenas bituminosas, "poniendo en peligro la calidad de las aguas, la biodiversidad y los derechos de los pueblos indígenas".
La acción de Greenpeace ha transcurrido de forma pacífica, y después de que agentes de la seguridad privada del edificio conminaran a los activistas a abandonar el lugar éstos han cesado en su protesta.