BILBAO - A la hora de elegir sus estudios universitarios le asaltaron las dudas al afrontar una carrera complicada porque indica “nos han metido hasta el tuétano que nosotras servimos para otras cosas”. Su profesión contiene tres conceptos tradicionalmente masculinos: ingeniero, industrial y mecánico. Trabaja en un taller de procesos de desarrollo de motores de avión en una aeronáutica vasca, es máster en turbinas de gas, pisó las fábricas en sus inicios profesionales y actualmente gestiona un equipo de diez personas en el que tres son mujeres.

¿Por qué dudó cuando tuvo que elegir ingenierías?

-Me hice la pregunta y pensé: Es muy difícil ¿voy a poder? Al fin y al cabo yo era una buena estudiante pero dudé, luego decidí seguir y me dije: ¿Por qué no? Soy más práctica que teórica y la ingeniería me aportaba un campo en el que podía hacer realidad las cosas, me ofrecía una visión más general.

¿En qué consiste su trabajo?

-Trabajo los procesos de fabricación de las piezas. Se trata de estar con los diseñadores para optimizar el coste y la calidad y así llegar a parámetros productivos.

¿Cuáles son las características que se exige al mando de un taller de procesos de fabricación de motores?

-Ideas claras, capacidad para tomar decisiones en un entorno cambiante y donde aparecen problemas inesperados. Transmitir seguridad y evidentemente, la parte técnica, dominar los procesos y sus detalles. Son dotes tanto para hombres como para mujeres.

¿Ha sentido alguna vez el estereotipo en un ámbito que sigue siendo muy masculino?

-Sobre todo cuando eres joven y tienes que mandar a hombres. Al principio sí pudo ser un choque cultural, pero nunca supuso un problema. Yo elegí una carrera técnica ligada a la industria, de hecho, he trabajado con hombres mayores que yo y en el momento en que te ven ejecutar tu trabajo las barreras desaparecen. Somos personas.

Las chicas se repliegan en ingenierías, más si tienen un carácter industrial. ¿Cómo podríamos romper ese techo?

-Creo que es una barrera mental que nos generamos. Tenemos la misma capacidad a la hora de tomar decisiones en varios ámbitos a la vez y las mujeres en general puede que seamos más capaces para gestionar distintas áreas al mismo tiempo. De hecho, yo no pensé en que iba a tener que lidiar con hombres. La clave era que la carrera era complicada y me surgieron dudas sobre si iba a poder con ella. Seguí y me fue bien.

¿Esa barrera tiene que ver con que no hay referentes femeninos en la profesión?

-Claro, y piensas que si no hay es que habrá una razón y así seguimos igual que cuando yo estudié, pero una vez que entras y, en mi caso, la inmensa mayoría sacamos la carrera e íbamos año a año. En aquella época no había una nota muy alta de acceso, las cribas venían tras el primer año donde se tumbaba a un 30 o un 40% del alumnado y había un mayor porcentaje de chicas que de chicos superando los cursos.

Arantxa Tapia, la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad es ingeniera industrial. ¿Un hombre hubiera alcanzado ese puesto sin ese perfil técnico?

-Sí, sin problema.

¿Y una mujer sin ser ingeniera?

-Igual no. La mujer tiene siempre que demostrar mucho más, pero ya no es lo que los demás te exigen, es que tú también te lo exiges.

¿Qué puede hacer la educación académica desde la infancia?

-Trabajar la creatividad, que es saber encontrar respuestas distintas a los problemas. Eso no se trabaja y es fundamental porque lo que hoy es válido mañana será obsoleto. Todos los niños y niñas tienen esa creatividad, que es la gran olvidada, hacer preguntas abiertas porque no tienen una respuesta única. Ahora tenemos un acceso a la información infinito, pero lo importante es solucionar los problemas de un modo creativo. La ingeniería es ingenio y eso no distingue entre hombres y mujeres.

¿Hasta qué punto determina la trayectoria la falta de conciliación laboral y familiar?

-En general, todavía sigue siendo la mujer la que se coge la reducción de jornada, quien en ese ámbito, por cuestiones culturales soporta más peso. Eso sí es limitante, mucho más que las barreras mentales a la hora de crecer y desarrollarte profesionalmente.