Donostia - La pena impuesta supera incluso a la que pedía la fiscalía. La Audiencia Provincial de Gipuzkoa ha condenado a 19 años de prisión a Luis Serrano, de 44 años, como responsable del asesinato de su hijo Julen, de 13, que fue hallado sin vida en diciembre de 2011 en el piso de Ondarreta que había sido el hogar conyugal. La sentencia, que se hizo pública ayer, le prohíbe comunicarse durante 21 años con sus tres hijos, a cada uno de los cuales deberá indemnizar con 38.000 euros. La cuantía asciende a 200.000 en el caso su exmujer. La decisión de Itziar Loinaz de poner fin a la relación sentimental nunca fue aceptada por el condenado, que mató a Julen en un acto de venganza.
El fallo se conoce tras una causa de enorme complejidad que se ha prolongado durante cinco años y seis meses. Un periodo de tiempo durante el cual Luis Serrano ha gozado de libertad, llegando incluso a cruzarse por la calle con su ex esposa. El juicio por estos hechos se celebró el mes pasado, y concluyó con un veredicto de culpabilidad inapelable.
La fijación de la pena concreta a imponer correspondía ahora en exclusiva al magistrado presidente Augusto Maeso. El fallo fue notificado ayer a mediodía a las partes, ante el cual cabe interponer un recurso de apelación en el plazo de diez días.
Le abordó por el camino Ha quedado probado que el condenado abordó a Julen, el mayor de cuatro hermanos, cuando se dirigía a su instituto. Era el 1 de diciembre de 2011. El reloj marcaba las 7.40 horas cuando el menor salió del bar regentado por la familia de su madre camino del centro escolar. Las clases comenzaban a las 8.00 horas. Julen nunca llegó. En su camino se interpuso su padre, que no aceptaba el divorcio matrimonial y quiso vengarse de la peor manera. Así, convenció al menor para que le acompañara a la vivienda de la calle Logroño de Ondarreta en la que le mató, un piso que debían desalojar ese mismo día. “Aprovechó la circunstancia de que tenía a su disposición ese bien inmueble para matar a Julen sin presencia de testigos que pudieran obstaculizar su acción, o impedir que culminara su propósito criminal”, recoge la sentencia.
A consecuencia de la cuchillada que le asestó en el corazón, Julen murió unos minutos más tarde, durante los cuales el acusado pudo pedir ayuda. Pero no lo hizo, lo que apunta a un “designio criminal mantenido en el tiempo”. Materializaba así su deseo de venganza tras la decisión de Itziar Loinaz de divorciarse de él. “No aceptó la libre decisión de su esposa”, pero no atentando contra Itziar sino contra el hijo de ambos, “a quien sí tenía acceso, lo que incrementa considerablemente el desvalor de su acción criminal”.