BILBAO. “Ciertamente, cuando se trata de atraer hacia el campo científico pueden ser mucho más productivos diez minutos en un programa televisivo con un pequeño espacio sobre ciencia que toda una clase magistral-doctoral. El lenguaje, los términos utilizados, la misma entonación son en numerosas ocasiones mayor barrera que la propia ciencia”, reconoce Alicia Alonso, catedrática de la Facultad de Ciencia y Tecnología e impulsora de la Unidad de Biofísica, un centro mixto del CSIC y la UPV/EHU, del que fue la primera directora. Esta doctora en Bioquímica es también miembro del Consejo Científico Asesor de la Fundación Gadea por la Ciencia que acaba de echar a andar.

La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología indica que el interés por la ciencia entre la ciudadanía ha subido desde el 6,92% en 2004 al 16,3% en 2016. ¿Percibe usted este interés en nuestra sociedad? ¿En qué se manifiesta?

-Sí, existe este interés, pero no va acompañado de una querencia económica. Cuando se pregunta a la gente si está preocupada por la disminución en el apoyo económico a la ciencia no se percibe una implicación ni por parte del ciudadano medio ni por los políticos. Como si la ciencia tuviera que sobrevivir de forma autónoma. La gente apoya emocional y emotivamente las profesiones denominadas altruistas: médicos, científicos... pero no las acompaña de acciones positivas; ni el nivel salarial de los profesionales, ni su trabajo son una prioridad para la ciudadanía ni para los políticos.

Las pruebas generales de nivel a nuestros alumnos de ESO -como PISA- suelen arrojar resultados mediocres en ciencias. ¿La ciencia es sólo para superinteligentes y no estamos dotados?

-Creo que teniendo unos profesores vocacionales la ciencia sería algo mucho más cercano. Aunque soy consciente de que al contrario que en mi generación, ahora la familia se atreve a poner en entredicho la autoridad del profesor del Instituto, lo que resta implicación vocacional porque interfiere en el funcionamiento de las relaciones profesor/alumno. Aparte de esto, es cierto que, en general, el sistema español de enseñanza adolece de agilidad para transmitir la información y concretamente para atraer hacia el campo científico. A veces se aprende mucho más con 10 minutos viendo el Hormiguero que en una clase de una hora sobre el magnetismo.

Si los ciudadanos no vemos/apreciamos la importancia de la ciencia, ¿Es posible esperar que los presupuestos se vuelquen en su apoyo?

-No. Eso está bien claro. Hay determinadas profesiones que generan bien común y que en muchos casos conllevan un trabajo que no está asociado a un gran nivel salarial y en numerosos casos a una alta renuncia personal. Porque las carreras de formación tanto de los científicos como de los médicos, entre otros, son unas disciplinas amplias. Uno no entra a los puestos de trabajo si no es a través de un proceso de especialización prolongado. Pero desde el punto de vista de ayuda, ni a nivel del público en general ni en la mayoría de los políticos, se encuentra ese apoyo. En los presupuestos previstos para el 2017 se observa claramente el escaso aprecio económico hacia la ciencia.

Por cierto, este año ha subido un 4,1% la asignación. ¿Suficiente? ¿Cuánto sería lo deseable?

-Esa subida es una asignación engañosa. De ese 4,1% que se ha incrementado desde 2016, lo que llaman recursos no financieros, que son los que dependen de los proyectos de investigación que pueden solicitar instituciones públicas (universidades, hospitales), eso se ha visto reducido un 2,6 % para este año. Es una situación que venimos padeciendo desde hace casi diez años. Los recursos financieros, que son préstamos y a la postre hay que devolver, se han incrementado un 9,2%. De combinar la bajada del 2,6% y la subida del 9,2% sale la subida global del 4,1%. Además hay una doble trampa, porque esta derivación del presupuesto subiendo específicamente los recursos financieros se hace sabiendo que cada año alrededor del 40% de esa dotación se queda sin gastar. Esto significa que la reducción de los recursos que podrían llegar a las universidades, centros de investigación, OPIS, hospitales, CSIC, va a ser mucho mayor. Casualmente es en estos centros, y no en los otros, donde se da, aparte de la investigación asociada al desarrollo del conocimiento, la investigación asociada a la formación del tercer ciclo.

Si no apreciamos la ciencia, ¿invertirán las empresas privadas en ella? De hecho, ¿considera suficiente la implicación del sector privado en la investigación?

-Esa es una de las cosas que no funcionan bien, a pesar de que en los centros públicos se establecieron los OTRIS, que son Organismos de Transferencia de Investigación para facilitar la comunicación entre universidades, hospitales y empresas. Por otra parte, desde las empresas ha habido acercamientos, propuestas para facilitar la intercomunicación, como la estancia temporal de investigadores asociados, pero esto es muy discontinuo. Esa es una de las actividades que por varias vías se intenta promover desde la Fundación Gadea por la Ciencia. Todavía no tenemos una comunicación óptima, ni muchísimo menos, entre universidades y empresas.

Sector público/Universidad y sector privado/empresas, ¿Su escasa relación/imbricación puede que sea uno de los handicaps más clamorosos del sistema de investigación? ¿Qué se puede hacer para solucionar esta raquítica conexión?

-En los países anglosajones están las spin-off, que son gérmenes de empresas que desarrollan un producto; los países anglosajones tienen una gestión de la investigación mucho más flexible que la nuestra. Es una de las iniciativas que se intenta promover desde Gadea. Aquí se hacen cosas pero muy tímidamente; además, cuando se desencadenó la crisis económica se produjo el sálvese quien pueda. Aunque en períodos de crisis económica no es el mejor momento para optimizar esto -a no ser que se tengan ayudas externas o políticas que direccionen hacia esta relación-, sí que habría que establecer puentes, no solo dando a conocer a las empresas lo que se hace en las universidades, etc, sino apostando por la intercomunicación entre investigadores de la universidad establecidos más o menos temporalmente en la empresa, para lo cual tendrían que verse liberados de la docencia durante esos cursos ; y a la inversa.

¿Se mima al investigador en este país? ¿O conseguir serlo es casi una carrera de obstáculos?

-Es una carrera de obstáculos. Tenemos una generación que la estamos perdiendo; algunos han salido al extranjero, algo normal en la formación de un científico que después de haber hecho su doctorado opta por una estancia postdoctoral en centros de investigación distintos a aquel en el que ha desarrollado su etapa inicial. Lo que tenemos totalmente roto es el retorno. Tenemos una generación que ha salido con idea de formarse pero que no ve fácil la vuelta y otros que se han visto forzados a salir porque no encuentran el momento de ubicarse en centros de investigación en el país. En los últimos años hemos perdido un capital humano importante que estaba formado y del que se están nutriendo grupos de investigación de EE.UU. y otros países.

Construir un centro de investigación sólo requiere dinero y se puede hacer en pocos meses, pero formar un investigador es mucho más largo y costoso? ¿No es más fácil y barato ayudarles ahora que intentar después repescarles?

-Sí. Por un lado, salir al extranjero o cambiar de centro de investigación no solo es conveniente, sino necesario y es una ventaja. Otra cosa es que tengan que enfrentarse a esa situación como un salto al vacío. En esta última crisis económica lo cierto es que en los centros públicos se ha colapsado totalmente la incorporación de personal. Esta gente no ha visto posibilidades de volver y cuando pasan a la fase de investigadores individuales en un entorno como el que he comentado en esos países donde irónicamente es más fácil desenvolverse que en España, incluimos más inconvenientes y más palos en la rueda.

Ciencias para el Mundo Contemporáneo, Ciencia, tecnología e innovación, cultura científica?. Son títulos de asignaturas que he visto en el curriculum de secundaria y bachillerato. ¿Se promociona adecuadamente la ciencia en estos niveles?

-Uno de los objetivos de la Fundación Gadea es facilitar eso. Porque hay un sentimiento generalizado de que no se está haciendo bien. Pero esto no es específico de las ciencias, sino de la educación en general. En las ciencias habría formas divertidas, incluso en los conocimientos básicos, que no podemos eliminarlos totalmente del programa educativo y que son necesarios porque son la base donde se fundamenta el desarrollo del conocimiento. Hay intentos, pero no de forma mayoritaria en todos los centros.

El arte, la literatura, el teatro, la música? es cultura ¿Qué hace falta para que consideremos la ciencia como parte de nuestra cultura?

A esto contribuyen mucho los programas científicos. Por ejemplo, todos los de Carl Sagan, los de Atapuerca o los de Rodríguez de la Fuente, cuando todo el mundo quería ser biólogo de campo. Aparte de esto, es útil tener continuidad en algún tipo de temas monográficos y que permitan ir de lo más sencillo a lo más complejo. Si se hace bien capta a la gente e incrementa la cultura científica.

¿Hay buenos divulgadores científicos? ¿Se fomenta con charlas, mass media, redes?? Pero no sólo entre los científicos, sino entre la ciudadanía del común.

Sí. Se hacen esfuerzos en esta línea. Aquí, localmente, tenemos la Cátedra Científica de Pérez Iglesias que programa en el Bizkaia Aretoa y la Alhóndiga algunas de sus actividades . Otros centros también interactúan con el público en bares, pub... Hay actividades, pero deben incrementarse.