Bilbao- Rabanal ha pasado por todos los niveles asistenciales y de gestión de Osakidetza. Ha sido médico residente, adjunto, especialista en Urología, ocupó la subdirección Médica de Cruces, la dirección Médica en Basurto, la gerencia en San Eloy, la dirección en Galdakao, y ahora vuelve a recalar en Cruces.
Usted ha trabajado en los principales hospitales vizcainos. Ahora está en el de mayor actividad y solera. ¿Es una ventaja o un inconveniente?
-Mi periplo por los hospitales de la red pública de Bizkaia me ha permitido conocer la situación de la sanidad vizcaina. Cada hospital tiene una cultura y algo diferencial. Los problemas de San Eloy no son los mismos que los de Cruces ni los de Galdakao. Cruces no tiene inconvenientes pero un hospital de estas dimensiones mueve un gran volumen asistencial. Se ha calculado que por su puerta giratoria entran cada día unas 15.000 personas.
Con tantos pacientes, el volumen de quejas será importante.
-Con 900.000 consultas al año y 900 camas es normal que exista alguna queja. Cuando atiendes más pacientes puedes tener más descontentos, pero hay que tomar las quejas según la actividad que realizas. Viene mucha gente pero tenemos recursos para atenderle.
¿Qué servicio es más frecuentado?
-La Urgencia es el servicio que más demanda tiene. Y luego, entre las distintas especialidades, son más requeridas aquellas que van ligadas al envejecimiento. Oftalmología, por ejemplo. Pero una cosa es el volumen y otra la complejidad. Y otra, el impacto que puede tener una patología en un paciente u otro.
El Índice de Excelencia Hospitalaria Autonómico sitúa a Cruces a la cabeza. Sin embargo no aparece en el ranking de los 25 hospitales con mejor reputación sanitaria del Estado. ¿Eso genera frustración?
-Este hospital juega la Champions de los mejores, salgamos o no en los rankings. Y en algunos ha ganado este hospital. No es el mejor porque ése no existe. Pero en cada listado hay que preguntarse qué hay detrás. En el de reputación combinan la opinión de expertos y además piden información sobre las últimas altas porque así luego te venden productos. Y ya dicen que si no das esa información, tu posición en el ranking será más baja. Pese a eso, nosotros decidimos no dársela porque no estamos por la labor de ceder nuestros datos a una empresa con un interés comercial. Si hoy pregunta en cualquier encuesta cuáles son los quince mejores hospitales del Estado, en el 99% estamos nosotros.
Cruces no cuenta con especialistas de renombre. No tiene, por ejemplo un cirujano como Pedro Cavadas (responsable del primer trasplante completo de cara en España) ¿Eso es un handicap?
-La medicina es una labor de equipo. No hacen falta solo primeros espadas porque la medicina no consiste en tener un Cavadas. La cirugía que hace Cavadas tiene que ir a planta, tiene que estar las 24 horas bien asistida. Un buen trabajo en quirófano puede acabar siendo malo si se complica fuera. Hay un montón de profesionales, médicos, enfermeras, celadores, gente de mantenimiento... que te hacen dar un buen servicio. Y nosotros sí tenemos eso porque tenemos profesionales excelentes. Una de las apuestas de Osakidetza es que vivas donde vivas tengas cerca un hospital que te dará una excelente prestación. Y tenemos la suerte de que el ciudadano tiene la garantía de que, vaya al hospital que vaya, le van a dar la atención adecuada. Lo importante no es tener primeros espadas sino primeros equipos espadas, equipos punteros.
Pero sí tienen servicios que son referente en el resto del Estado.
-Sí tenemos primeros espadas por ejemplo en CSUR (Centros, Servicios y Unidades de Referencia) para enfermedades metabólicas, tanto a nivel infantil como de adultos. Somos referentes en el norte en trasplante renal de niños. Pero en las que no somos referentes, el nivel de calidad es igual que el mejor.
¿Cómo lleva un gerente tener que lidiar con las listas de espera?
-Las listas de espera son inherentes a un sistema público de salud. Pero la situación aquí es francamente razonable. El otro día se publicaba que los canarios tardaban cuatro veces más en ser intervenidos que los ciudadanos del País Vasco. La demora en Osakidetza es de 50 días y en este hospital es de 40. Además los pacientes con procesos oncológicos o complejos tienen una vía preferente de tratamiento.
Seguro que puede venir más de uno y certificarle que lleva más de tres meses esperando. Al cierre de 2016 había más de dos mil pacientes a la cola para ser operados.
-Es verdad que eso son medias y que habrá gente esperando tres meses. Todos los gestores tenemos claro que esas demoras son las que producen mayores tasas de insatisfacción entre los usuarios y que tenemos que trabajar para reducirlas. También hay que ver el contexto de esas quejas en el marco del volumen de gente que pasa por aquí. Si hacemos 900.000 consultas externas, casi es imposible no tener quejas.
Son ustedes centro de referencia para cirugía cardiaca infantil, trasplante renal y hepático, grandes quemados, tienen una unidad neonatal potente. ¿De qué servicio se siente más satisfecho?
-Yo me siento satisfecho del conjunto. Para el ciudadano que viene a operarse una hernia, una cadera, o un cáncer de colon, lo más importante es lo suyo aunque esté muy estandarizado. Tenemos que dar un buen servicio tanto al que necesita cuidados muy técnicos como cuidados muy normales. Por eso no destaco el trasplante hepático, o el gran quemado. Y para mí es igual de importante el esfuerzo que hace un profesional de cirugía general que uno de cirugía cardiaca. Entendiendo que los niveles de responsabilidad son diferentes, me parece igual de importante el trabajo del cirujano que el de la enfermera.
Pero hay cirugías que las pueden hacer pocos y otras que las pueden hacer muchos.
-Sí pero el resultado final depende de todos. Por ejemplo, para que vaya bien la cirugía cardiaca infantil necesita como mínimo tres equipos trabajando muy coordinados.
¿Qué le da más quebraderos de cabeza las listas o los colapsos puntuales en Urgencias?
-Es verdad que algún paciente puede esperar más de lo que debiera. Pero no creo que la Urgencia esté colapsada. Lo que pasa es que no es programable. El 78% de los pacientes vienen por decisión propia, no están remitidos y eso hace que en algunos momentos se llene. Además hay 500.000 personas conectadas con Metro a esta Urgencia y eso provoca una frecuentación muy alta. Eso significa que cuando hay picos, por ejemplo, de gripe, tengamos más problemas. Pero las críticas siempre hay que analizarlas y las quejas no se deben minimizar.
El año pasado tuvieron que cambiar las camillas de Urgencias porque había muchas estropeadas y los celadores protestaron.
-Hubo un problema con las camillas pero en ningún momento hubo riesgo para el paciente. Además eran camillas recién adquiridas. En la decisión de compra participó la responsable de la Urgencia y celadores que mueven los pacientes. Pero esas camillas no daban las prestaciones esperadas. Se hicieron modificaciones que no nos satisfacieron y se decidió comprar más.
¿Qué le parece la donación que ha hecho Amancio Ortega para adquirir equipos oncológicos?
-No sé lo que dará la Fundación de Amancio Ortega pero bienvenida sea. Nosotros a finales de 2015 inauguramos un acelerador lineal que cuesta más de tres millones de euros. Hay equipamientos de alta tecnología muy estandarizados que son de un uso intensivo y hay que reponer. Lo mismo ocurre con el equipamiento de Neuroradiología que hemos inaugurado hace unos meses. Además van apareciendo tecnologías que hay que incorporar.
¿Están bien surtidos o tienen carencias?
-Los hospitales de Osakidetza tienen un nivel de tecnología muy alto. No disponemos de algunas porque, o bien están destinadas a un numero de pacientes muy escaso, o bien son tecnologías que no tienen validada su efectividad. Todos hemos visto tecnologías que parecían que iban a cambiar el mundo de la medicina y se han quedado en nada.
Cuentan con un robot Da Vinci.
-Lo más caro del robot Da Vinci es el fungible, el material que necesita. Y no es tanto que sea caro o barato sino la relación coste-efectividad.
¿Cómo afrontan la incorporación de terapias cada vez más caras?
-Uno de los problemas del mundo sanitario es cómo incorporar a nuestra cartera de servicio los nuevos productos que son cada vez más costosos. Pero lo que hay que hacer es dejar de comprar medicamentos y comprar resultados. Tenemos que buscar un modelo de compra y financiación con las farmacéuticas diferente. Porque muchos precios no justifican la inversión realizada y eso se ha visto claramente en el tema de los fármacos para la hepatitis C.