BILBAO. “El picor es muy desagradable y como no para de picar y escocer todo el tiempo, te vuelves una persona irritable, vergonzosa, duermes mal y te afecta a tu vida diaria y a las relaciones con los demás”, explica Amalia, una paciente que sufre dermatitis atópica, una afección de la piel que condiciona su día a día. La característica principal es un picor insoportable y una piel seca, roja, irritada, que exuda y que presenta escamas y pequeñas costras. “Ni siquiera puedes hacer ciertos deportes, limita tus actividades de ocio y sobre todo te hace sentirte muy incómoda”, confiesa.

Sin embargo, son los niños los grandes damnificados de esta enfermedad. Se calcula que más de 40.000 pequeños vascos sufren dermatitis atópica, la patología crónica de la piel más frecuente en la infancia. Generalmente, la enfermedad se manifiesta en brotes. Hay periodos agudos de la dolencia y periodos de remisión, pudiendo llegar a desaparecer con la pubertad.

Aunque es más común en bebés y niños, puede aparecer a cualquier edad. Alrededor de un 20% de la población infantil, y más de un 5% de adultos padecen dermatitis atópica, una patología que se ha visto incrementada entre un 200% y un 300% en los últimos treinta años.

Rascar sin parar

El picor o prurito son los problemas principales de esta patología que provoca un rascado continuo, iniciando un círculo vicioso de rascarse sin poder parar, provocando mayor irritación de la piel, agravando las heridas y corriendo el riesgo de una sobreinfección.

El problema adquiere tal gravedad que se convierte en una preocupación recurrente. Por ello, el año pasado esta dolencia fue la más buscada por los vascos en Internet, según Doctoralia, una web que conecta profesionales de la salud con pacientes ya que cada vez es más habitual que la población busque en la red los temas sanitarios que más le preocupan.

La dermatitis atópica se genera a causa de anomalías en los componentes de las capas externas de la piel. Además de la predisposición genética, los factores ambientales también están en la base de esta patología y los síntomas tienden a agudizarse en épocas de estrés, cuando la temperatura es extremadamente elevada o baja, cuando el paciente sufre una infección bacteriana, o cuando la piel resulta irritada por el contacto con tejidos como la lana o los detergentes.

Pacientes irritables

“Es una dolencia que afecta mucho porque la piel pica, duele y esto hace sufrir al paciente”, señala el doctor Adrián de Quintana. Los especialistas hacen también hincapié en que los signos de la enfermedad pueden llegar a estigmatizar y afectar la autoestima”. “Un niño de ocho o nueve años con este problema en el colegio puede tener sentimientos de inferioridad o de vergüenza”, afirman. De hecho, un estudio asegura que el 89% de los enfermos se siente impotente ante su enfermedad, el 78% irritable por los síntomas, y el 70% cansado y triste ante el impacto en su vida.

“No se puede prevenir y hay un 10% de posibilidades de que dure toda la vida, aunque con tratamiento médico y medidas higiénicas adecuadas, en la adolescencia suele mejorar e incluso desaparecer. Antes se pensaba que prescindiendo de ciertos alimentos o incluyendo algunos en la dieta de la embarazada se podía evitar, pero no se ha encontrado ninguna evidencia. Solo hay una cosa que se puede hacer: cuando está en pleno brote hay que seguir el tratamiento médico y cuando ya ha pasado, hay que hidratar con cremas”, señala Antonio Torrelo, jefe de Dermatología del Hospital Niño Jesús de Madrid. Una terapia que incluye una serie de curas diarias para que el número de brotes se reduzca a fin de intentar controlar la enfermedad.

Y todo sin una solución definida. Según Carolina Prat, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, “es desesperante porque tienes muchos años por delante de patología y no hay ningún tratamiento”, por lo que se felicita del desarrollo de nuevos fármacos.