bilbao - Esta canaria debía estar hoy en Bilbao para participar en una jornada sobre protección de la infancia en el entorno digital organizada por Unicef y Save the Children, pero un accidente de tráfico sufrido ayer le ha impedido acudir a la cita.
¿Cómo es el perfil de su seguidor?
-Es un seguidor que ha crecido conmigo. El que empezó conmigo era un chaval universitario de entre 18 y 25 años, con unas inquietudes sociales y culturales altas. Con el paso del tiempo se ha convertido en un adulto del que me siento muy orgullosa. Tengo un público de entre 25 a 60 años. Estoy orgullosa de que haya gente con más edad y experiencia que quiera saber quién soy y qué hago.
Le sigue Pablo Iglesias en Twitter. ¿Influyen esas cosas en su mensaje?
-No. Me importa quién me lee, pero me importan más los anónimos o los menores de edad, que son el público más influenciable. Pablo Iglesias tiene ya una opinión bastante fuerte y creo que en el único punto en el que coincidimos es en el gusto por las series de televisión.
¿Todo vale para sumar seguidores?
-No, no todo vale. Pero si luego la sociedad o empresas, como ha pasado con Hawkers, premia a una persona que agrede a otra, pues sí vale. Al final, quienes están poniendo las normas son la plataforma, YouTube, y las marcas. La audiencia también es responsable. En el caso del pizzero al que un youtuber rocía con pimienta, se ha demostrado que es algo montado para crecer. Estamos permitiendo esto. Le dimos bola al caranchoa y encima se le premió con dinero. Es una cuestión de responsabilidades. Las plataformas más jóvenes tienen ya 8 años. Igual es el momento de replantearnos qué son las redes sociales, qué debemos hacer y cuál es nuestro papel en todo esto.
¿Se está dando una connotación negativa a los youtubers?
-Yo llevo 7 años en esto y esa connotación ya la teníamos. Esta es la cuarta ola de negatividad. Primero éramos niñatos que no teníamos vida, luego pijos que te contaban cómo vivir, luego moralistas y ahora gente que hace bromas de mal gusto. Ahora ha habido un evento en Madrid con más de 200 creadores de contenidos. Pero ellos no suman el poder y el morbo que tiene que un pizzero sea agredido por un caranchoa.
¿Se ha puesto usted algún límite?
-Con la edad vienen los límites porque te llega la consciencia de la responsabilidad. Entiendo que la persona que abre un canal con 16 años no piense en la responsabilidad que tiene porque a esa edad no es normal tenerla, casi ni en tu vida diaria. Pero con el tiempo te vas poniendo barreras. En mi caso siempre ha sido el crecer mediante el humillar o reírse de alguien. Es triste, morboso y llama a una audiencia que a mí no me interesa. Por supuesto, no hablar de menores ni desprestigiarlos. Y no dar bola a pensamientos que son tóxicos para la sociedad o a actitudes que puedan herir a terceros. Vamos, lo que es el sentido común. Tampoco fomento nada que tenga que ver con pseudociencias y cosas así. Intento promulgar la razón por encima de cualquier otra historia. Ahora fomento concienciar contra el acoso escolar para que se vea como un tema de alarma social y no como una cosa de niños.
¿La Bolli de las redes es la misma que en su vida cotidiana?
-Antes había más personaje y ahora ya no. En un momento de tu vida te abres a una dualidad y te ayuda a esconderte en un personaje, ser más histriónica, gritona y vulgar para llegar a un público más impresionable. Pero con el tiempo esa dualidad desaparece y me he mimetizado perfectamente con el personaje. La Bolli que se ve en las redes sociales es la Bolli que se ve en el día a día. Llevar una doble vida es muy complicado. Creo que Superman lo tenía muy jodido. Es mucho mejor tener una única personalidad y expandirla.
¿Es Internet un entorno hostil para niños y adolescentes?
-Lo era la tele hace 30 años. Sí, es un terreno hostil si buscas esa utilidad. Obviamente es un terreno sensible. La educación y las directrices deben darse desde casa. Yo con 11 años ya tenía ordenador con Internet y gracias a la educación de mis padres sorteé ese Internet chungo. Creo que la educación es muy importante para saber cómo deben actuar los menores. No somos conscientes de que lo que decimos en Internet tiene un peso. Internet es hostil, pero con la educación adecuada es un mundo maravilloso.
¿Ha tenido malas experiencias?
-Recuerdo haberme metido en páginas de foros y juegos y ver banners que incitaban a la pederastia. Esto hace 15 años. He tenido situaciones complicadas de no saber qué está pasando, insultos? Hay que ser fuerte y saber que puedes contarle estas cosas a tus padres. La clave es la educación de lo que es Internet. No estoy muy a favor del control parental. Tiene que haber una libertad, pero una educación firme sobre lo que te puedes encontrar y cómo denunciarlo. Los chavales no saben denunciar un tuit, un perfil o un canal de YouTube. No vale con protestar haciendo un pantallazo. Debe haber una acción.
¿Qué medidas recomienda para vivir Internet de manera segura?
-Creo que la persona que entra en Internet debe tener muy claros sus principios sobre qué está mal y qué está bien. Luego ser conscientes de todos los matices de grises entre el negro y el blanco. Saber identificarlos y tener una actitud muy escéptica. No todo lo que se dice en Internet es cierto. Hay que contrastar, informarse, buscar, huir de aquello que pensemos que pueda ser un delito y, sobre todo, yo invito a que haya una comunidad, a que te ampares es un grupo de amigos y personas con el que puedas compartir tus inquietudes e inseguridades. Muchas veces uno por sí mismo no es capaz de señalar algo que está mal, pero si lo contrastas con otras personas muchas veces se da el responso de que está mal y la propia presión social te ayuda.
¿Usted pone cuidado en no exponer en la red algo de su vida privada que le pueda hacer vulnerable?
-Casi nunca pongo en Internet mi nombre, aunque cualquiera lo puede encontrar en Internet. La dirección de mi casa no tengo problemas en decirla cuando me la preguntan porque no tengo un perfil de seguidor fanático y no hay problema. Tengo muchos amigos que empezaron siendo seguidores y no me preocupa. Creo que el hermetismo y ese punto de prohibir hacen que otra persona tenga más curiosidad. Genera actitudes tóxicas.
¿Ser mujer o lesbiana supone un handicap en Internet?
-No. YouTube es, y siempre ha sido, un reducto LGTBI. Es donde las minorías podemos hablar y sentirnos tranquilas. De hecho muchos de los youtubers de la segunda generación somos homosexuales. Ha sido positivo. En cuanto a ser mujer, el machismo siempre está ahí, pero por ser mujer y lesbiana acabas llamando a un público concreto. Ser mujer en cualquier plataforma es complicado. En Twitter intento abrir hilos y veo que el perfil de un chico que hace lo mismo tiene un feedback que yo no tengo. El género llama mucho.