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Esparcir, guardar o transformar

Actualmente muy pocas urnas con cenizas son depositadas en nichos o columbarios

Esparcir, guardar o transformardeia

Bilbao - Se calcula que la inmensa mayoría de las urnas con cenizas procedentes de una cremación acaban fuera de los recintos funerarios, guardadas en las casas de los familiares más allegados o esparcidas en algún paraje natural. Las cenizas de nuestros difuntos también pueden ser utilizadas para hacer un retrato al óleo o un reloj de arena, o pueden ser convertidas en una joya.

Muchas personas que han expresado su deseo de ser incineradas en lugar en inhumadas olvidan especificar qué destino quieren que se dé a sus cenizas, de forma que tras la cremación es responsabilidad de los familiares decidir qué hacer con ellas. Las opciones más habituales son depositarlas en los columbarios de los cementerios, hacerse cargo de ellas y conservarlas en casa, o esparcirlas en un lugar al aire libre. En los últimos años también han surgido alternativas más creativas, muchas de ellas vinculadas con las tecnologías, como convertir las cenizas en un diamante o una piedra para incrustar en una joya o lanzar el contenido de la urna funeraria a la estratosfera (en un globo que asciende hasta 35.000 metros de altura) para que allí queden en suspensión.

La opción de muchas familias de elegir un entorno natural con algún significado especial para el difunto como punto en el que esparcir las cenizas está creando problemas de contaminación o generación de residuos y ha provocado que algunos municipios tengan que regular o prohibir esa práctica. Determinadas zonas de parques naturales, los alrededores de ermitas u otras construcciones aisladas en campos y montes han recibido en los últimos tiempos tal cantidad de depósitos funerarios que los ayuntamientos correspondientes han establecido multas para quien se salte la prohibición de esparcir cenizas o dejar placas conmemorativas.

En Euskadi también es bastante habitual soltar las cenizas en el mar, ya sea desde una embarcación o desde playas y acantilados. Más allá de la contaminación que esto genera, el problema principal es que ya no es excepcional encontrar urnas en nuestro fondo marino. - B. S.