Siete mil estudiantes del departamento vasco-bearnés de Pirineos Atlánticos comenzaron el miércoles las pruebas del baccalauréat, la selectividad francesa. A pesar de haber estudiado íntegramente en euskera, los 79 alumnos de Seaska tan solo pueden realizar en esta lengua los exámenes de Historia-Geografía y Matemáticas. Las pruebas del resto de asignaturas deben desarrollarse en francés, única lengua oficial de la República.
Euskal Konfederazioa y la federación de las ikastolas de Iparralde han denunciado, un año más, lo que consideran una falta de respeto a los derechos lingüísticos de los estudiantes. Cincuenta personas vestidas con camisetas verdes con el lema Baxoa Euskaraz se manifestaron el miércoles en la capital labortana delante del liceo René Cassin. Se trata de todo un símbolo ya que este jurista de Baiona fue el redactor principal de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, galardonado en 1968 con el Premio Nobel de la Paz. Ihintza, una de las participantes en la manifestación, explicó que, aunque están acostumbrados a cambiar de un idioma a otro y a traducir sus trabajos, se expresan mejor en la lengua en la que han estudiado durante casi dos décadas. A pesar de esta dificultad añadida, el año pasado el 100% de los alumnos del liceo Bernat Etxepare de Baiona aprobó la selectividad por lo que el Ministerio galo de Educación clasificó este centro educativo entre los mejores de Francia.
Respeto al euskera Los organismos euskaltzales reclaman que se cumpla la legislación actual, que permite examinarse también en euskera. Sin embargo, el Gobierno francés se mantiene en sus trece y la máxima autoridad educativa, el rector de la Academia de Burdeos, Olivier Dugrip, insiste en que diferentes aspectos jurídicos y técnicos impiden que el euskera cuente con más presencia en el examen de selectividad. Un argumento que es, literalmente, mentira, a juicio del director de Seaska, Hur Gorostiaga. Los euskaltzales recuerdan que desde hace diez años los estudiantes bilingües pueden examinarse en euskera en las pruebas de Historia-Geografía. Además desde hace cuatro años también pueden redactar las pruebas de matemáticas en la lengua de Etxepare, el primer vasco que publicó un libro en euskera en 1545. Gorostiaga añade que “la Oficina Pública del Euskara de Iparralde ha realizado un censo de los profesores bilingües que podrían perfectamente corregir los exámenes redactados en lengua vasca”. La directora del liceo Bernat Etxepare, Hélène Charritton, reclama, por su parte, una solución para un problema que afectará cada vez a más estudiantes. El número de alumnos de Seaska sigue aumentado y en pocos años, más de 300 estudiantes del modelo D de Iparralde se presentarán a las pruebas de acceso a la universidad. Charritton y Gorostiaga denuncian que se impulse la enseñanza en euskera y que al mismo tiempo se impida usar esta lengua a las personas que la han utilizado como lengua vehicular.
Preocupación Desde el miércoles, cada mañana la tensión es notable entre los jóvenes que acuden a los centros de examen. Las pruebas comenzaron con preguntas de filosofía y durante cuatro horas los estudiantes tuvieron que contestar a algunas de estas preguntas: ¿Sabemos lo que queremos?, ¿El deseo es ilimitado? o ¿Trabajar menos, es vivir mejor? Al salir de las aulas, Ander, Jon, Otxanda o Ihintza, cuatro alumnos de Seaska, se mostraron confiados ante la perspectiva de obtener buenas notas. Los resultados de la selectividad, que durará hasta el próximo miércoles, se darán a conocer el 5 de julio.
En Iparralde, que cuenta con cerca de 300.000 habitantes, algo más de 55.000 personas dominan la lengua vasca, sobre todo de más de 65 años. En los últimos 15 años, el euskera ha perdido a 5.000 hablantes y los tres territorios acogen cada año a 3.000 nuevos vecinos.
Las lenguas minoritarias del Estado francés continuarán sin estatus legal después de que hace unas semanas la Asamblea Nacional rechazara por un solo voto una propuesta no de ley para fomentar su uso en la enseñanza, la vida pública y los medios de comunicación. Las miles de personas que todavía se expresan en una de las 75 lenguas minoritarias autóctonas en Francia tendrán que seguir dependiendo de iniciativas populares para fomentar el uso de estas lenguas, condenadas a limitarse al ámbito privado.