BURDEOS cuenta ya con un monumento con carácter como la Torre Eiffel o el museo Guggenheim. Esta ha sido la reacción de numerosos visitantes al descubrir la Ciudad del Vino, inaugurada esta semana en la capital de Aquitania. Las atrevidas líneas modernas y curvas de cristal y metal diseñadas por los arquitectos franceses Anouk Legendre y Nicolas Desmazières, no dejan indiferente a nadie. El color del edificio, situado a orillas del río Garona, evoluciona del gris al dorado en función del movimiento y de la intensidad del sol. Los dos arquitectos confiesan que la idea de construir el gigantesco edificio surgió durante la cata de un vino de Château Hosanna 2009. Su singular aroma fue, explican, determinante para concebir un lugar de ocio único en el mundo cuyo objetivo es descubrir el alma del vino.
El museo, en el que se han invertido 81 millones de euros, cuenta con 14.000 metros cuadrados repartidos en ocho alturas. Su ubicación, en el barrio Bacalan, al norte de Burdeos, cerca del recién inaugurado puente Chaban Delmas, es la apropiada para recibir la visita de 450 000 personas al año. Cuenta con su propia estación de tranvía y la zona está en plena expansión, con hoteles de alto standing, centros comerciales y el futuro Museo de la Marina.
La exposición permanente de la Ciudad del Vino, que se puede visitar en ocho idiomas, entre ellos el castellano, cuenta con veinte etapas repartidas a lo largo de tres mil metros cuadrados. La combinación de los mejores caldos y de las tecnologías más modernas permite estimular los cinco sentidos a través de imágenes 3D, pantallas táctiles y expositores que recogen el aroma de las viñas.
la historia del vino La muestra enseña todas las modalidades de producción vitícola que se dan en todo el planeta, así como la historia de las familias de viticultores más importantes de la Gironda. La oferta se completa con talleres lúdicos para los niños y lugares para degustar un buen vino, un bar y un restaurante panorámicos desde los que se puede gozar de una vista de 360 grados sobre la ciudad gascona. Pero la gran baza de este museo, lo que puede atraer definitivamente a los apasionados del vino, es la bodega del museo, la más grande del mundo y que reúne 14.000 botellas procedentes de 80 países.
Los vinos de Rioja alavesa y Navarra también están presentes en el nuevo museo. Según explica la directora cultural Laurence Chesneau Dupin, los vascos son conocidos por ser expertos en vinos y este lugar les brinda la oportunidad de mejorar sus conocimientos.
El director del museo, Philippe Massol, añade que se trata de una plataforma que orienta al visitante hacia los viñedos de zonas como Cognac o Bergerac. Este experto en turismo, que fue uno de los impulsores del Futuroscope, ha aportado una visión totalmente nueva. Al comenzar su trabajo hace siete años no tenía ningún conocimiento especial sobre el sector vitícola. En este proyecto ha optado por descartar los aspectos más científicos para dar prioridad a los más lúdicos, inspirándose en los museos de Beaujolais y Vivanco, este último ubicado en la localidad riojana de Briones.
proyecto controvertido En Burdeos no todos los productores están convencidos de la necesidad de poner en marcha este revolucionario proyecto. Coincidiendo con la inauguración, muchos de ellos se manifestaron el martes para denunciar el uso de pesticidas en las viñas. Los manifestantes recordaron que el departamento de la Gironda es el principal usuario de productos fitosanitarios en Francia y criticaron que grandes marcas nieguen usar estos productos químicos.
En Aquitania, 735 viticultores han optado por producir vino ecológico, tan sólo el 10%. Entre los militantes antipesticidas, Valérie Murat reclamó una verdadera voluntad política para cambiar la situación.
Durante la inauguración de la Ciudad del Vino, las máximas autoridades francesas, con el presidente de la República a la cabeza, también mencionaron esta cuestión al ser conscientes de que los consumidores reclaman cada vez más productos saludables. François Hollande subrayó que una tercera parte de los 85 millones de turistas que cada año visitan Francia lo hacen por sus vinos y su gastronomía. Según Hollande, el sector vitícola es el que más exportaciones realiza tras el aeronáutico, y genera beneficios anuales de 10.000 millones de euros.
El alcalde de Burdeos Alain Juppé agradeció, por su parte, la aportación económica de mecenas privados y de la Unión Europea. De los 81 millones de euros que ha costado poner en marcha el proyecto, el Ayuntamiento aportó 31, el sector privado 15, Bruselas 12 y el Gobierno francés 2 millones.
Desde el miércoles, las puertas del nuevo Museo del vino están abiertas al público. Entre los primeros visitantes, algunos se muestran “sorprendidos” y muy “satisfechos” mientras que otros lamentan que el edificio sea demasiado moderno y que parezca estar alejado de la realidad y de su territorio.
la marca burdeos La capital de Aquitania, patrimonio mundial de la Unesco desde 2007, acoge seis millones de visitantes al año. Con la inauguración de la Ciudad del Vino, los viticultores de la zona esperan atraer a nuevos clientes. Los impulsores advierten de que el impacto económico del centro pedagógico, que ha costado 81 millones de euros, será de 40 millones. Las famosas bodegas, que proponen ya visitas culturales y deportivas en sus viñedos, esperan que el nuevo museo fortalezca la marca Burdeos a nivel internacional. Los productores tienen ahora grandes esperanzas en el desarrollo del turismo de cruceros por el río Garona.
Varias líneas permiten desplazarse del centro de la capital aquitana a la Ciudad del Vino e incluso llegar hasta la desembocadura de la Gironde, en la localidad de Le Verdon. Desde el estuario, se puede apreciar parte de los viñedos del Médoc, un cabo de cien kilómetros que durante la segunda guerra mundial fue liberado de la ocupación nazi por el Batallón Gernika.
La historia de Burdeos está estrechamente unida al vino desde hace dos mil años y de esta alianza ha surgido el nombre de un color. En el siglo XII, tras la boda de Alienor de Aquitania y del futuro rey de Inglaterra se desarrolló la producción vitícola y su exportación. Los emblemáticos castillos de Burdeos se extienden en una superficie de 113.000 hectáreas, cuatro veces más que los viñedos de Champagne. La región cuenta con 63 denominaciones de origen y cada año, un 40% de los 700 millones de botellas que produce se venden en el extranjero.