ELLA, abatida, asegura que no mató a Asunta. Él, sereno, que jamás le suministró Orfidal. Rosario Porto y Alfonso Basterra han reiterado esta semana su inocencia durante el juicio en el que ambos se sientan en el banquillo, acusados de asesinar a su hija. “El problema es que, de momento, no se están poniendo sobre la mesa pruebas incriminatorias directas que demuestren inequívocamente su participación. Cabe la posibilidad de que el volumen de indicios sea de tal calibre que el jurado estime culpabilidad. En ese caso, si persisten en su inocencia, arrojará una sensación agria de cierta incertidumbre sobre la motivación que ha empujado a dos personas aparentemente normales a asesinar a su hija. Si, por contra, se demuestra su inocencia, la Policía tendrá el reto de encontrar al verdadero culpable”, reflexiona César San Juan, profesor de Psicología Criminal en la UPV/EHU.

Tristemente habituados a los casos de progenitores que matan a sus hijos para vengarse de sus ex parejas, este crimen se sale del patrón. No obstante, este experto señala que lo “atípico” de este caso no es que no sea un “filicidio por venganza. Lo verdaderamente sorprendente -dice- es que, si así se demuestra, se hayan puesto de acuerdo padre y madre para cometer el crimen”.

En el caso Asunta faltan muchas piezas por encajar, entre ellas, el móvil del asesinato. Tras el hallazgo de su cadáver, hace dos años en una pista forestal cercana a Santiago de Compostela, se habló de una motivación económica e incluso sexual. Las acusaciones creen que la niña “estorbaba” a sus padres. De demostrarse su autoría, San Juan considera que podría tratarse de un “filicidio por hijo no deseado”. “De alguna forma les estorbaba. Lo que sería interesante dilucidar es por qué Asunta era un estorbo”, deja en el aire. Al hecho de que no fuera hija biológica no le concede mayor relevancia. “Los hijos adoptados son igual de queridos por los padres que los biológicos y nos podemos encontrar excepciones en los dos casos. Sí podría interpretarse que Asunta se convirtió en un juguete roto, pero no por ser adoptada”, aclara.

La actitud de los padres Con todas las reservas, dado que desconoce la personalidad previa de los acusados, ni si son culpables o no, este criminólogo analiza su actitud durante el juicio. Rosario Porto se mostró visiblemente afectada e incluso lloró varias veces. “Si es inocente, parece lógico deducir que su abatimiento es compatible con la inocencia. Caben otras posibilidades compatibles con la inocencia, como manifestar una angustia más acusada precisamente porque, en ese caso, solo ella sabría que el verdadero asesino anda suelto”, explica San Juan. “En el caso de que fuera culpable -prosigue- nos encontraríamos ante una reacción, en principio, incompatible con la culpabilidad. Pero esta reacción de abatimiento no sería fingida con la intención de engañar al jurado, sino que se asemejaría más a una mujer que ni ella misma se cree el crimen que ha cometido. La negación a sí misma como mecanismo de defensa”, argumenta.

En cuanto a la hipótesis de que Porto fuera víctima de malos tratos y pudiera haber actuado por miedo a su marido, San Juan manifiesta que “un rol de sumisión, después de haber sido víctima de maltrato psicológico, es compatible con los hechos de los que se le acusa, desde luego, pero no necesariamente”, por lo que habrá que esperar a que avance el proceso para despejar dudas.

Sobre Alfonso Basterra apunta que “si era una persona altiva e irónica antes del juicio, es lógico que se comporte de esa forma durante el mismo”. De hecho, el acusado ha protagonizado alguna que otra salida de tono, como cuando justificó sus contradicciones diciendo que, tras la muerte de su hija estaba tan conmocionado que, si le hubiesen preguntado “si era hijo del Papa Francisco”, habría dicho que sí. “Puede resultar chocante que, dadas las circunstancias, tenga el cuajo para idear comentarios pretendidamente graciosos”, observa el criminólogo.

Tras recalcar que los padres de Asunta “son inocentes hasta que se demuestre lo contrario”, San Juan censura que se esté “dando ya por hecho que son culpables, lo que vulnera flagrantemente sus derechos”. Si al final se determina su culpabilidad, “estaremos en disposición de valorar más adecuadamente su comportamiento actual y seguramente frialdad, narcisismo o perversidad serán las palabras que antes nos vengan a la mente”, reconoce.

‘Pruebas’ a la vista Una cuerda similar a la hallada junto al cadáver, una mascarilla, un pañuelo con fluidos... Cabría preguntarse por qué, si fuera cierto que los padres de Asunta planearon su crimen, habrían dejado estos objetos en una papelera a la vista de los investigadores. “Porque obviamente no estaríamos ante dos asesinos profesionales. Si se demuestra su autoría, yo no creo que lo estuvieron planeando durante meses, en el sentido de planificación del crimen perfecto. Si acaso, estuvieron dando vueltas a esta posibilidad durante meses”, matiza el docente. Tampoco el cuerpo fue escondido. Al contrario, fue depositado en un lugar transitado. “Puede ser precipitación o la creencia por parte de quien cometió el crimen de que el descubrimiento del cuerpo no iba a contribuir a su captura”, especula.

San Juan, que, en principio, “no le concedería mucha importancia” a las fotos en las que la niña aparece con el traje de ballet porque “desconocemos en qué contexto se han producido”, sí considera “llamativo” que los padres fotografiaran con sus móviles el féretro de la niña. “No lo entiendo ni se a qué puede obedecer, pero refleja, en cualquier caso, un cierto endurecimiento emocional”, asegura. Las esquelas, como la que Porto puso recientemente, en el segundo aniversario de la muerte de su hija, son “un mensaje a la sociedad. Parece claro que Rosario Porto se declara inocente”, interpreta.

En las primeras jornadas del juicio han quedado muchas incógnitas sin resolver. Contra Bretón tampoco hubo pruebas directas, pero fue condenado por la muerte de sus dos hijos. “En el caso de que un conjunto de indicios no respondan a ninguna lógica y sean compatibles con la implicación de los padres en el crimen, el jurado podría estimar su culpabilidad”, subraya San Juan. Antes tendrán que escuchar a más de un centenar de testigos y peritos para tratar de recomponer el puzle.