“Esa visión del niño ‘potolo’ como un crío más sano ya ha pasado a la historia”
“No hay alimentos buenos o malos, lo que hay que ver es cuáles elijo más veces y cuáles menos”, sentencia sin sombra de duda Aranceta, médico experto en nutrición
bilbao - El doctor Javier Aranceta, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), está dirigiendo uno de los mayores estudios para evaluar los hábitos dietéticos de la población, tanto adulta como infantil, a través de una muestra representativa de 7.000 personas distribuidas por todas las comunidades autónomas. Las primeras pinceladas del estudio ya dejan entrever, el déficit de fruta y verdura en nuestra dieta.
¿Por qué los niños comen mal? ¿Es culpa de la industria alimentaria, de la familia...?
-No hay un solo culpable. La génesis de la obesidad es multifactorial. No es gordito el que quiere sino el que puede. El tema de la genética y el tema de la constitución son un factor importante. A continuación están el tema educativo y el nivel socioeconómico porque hay más niños gorditos en familias pobres que en familias acomodadas. Y luego influye lógicamente el perfil alimentario.
¿Qué perfil hay que cumplir?
-No hay que buscar culpables en unos cuantos alimentos. No hay alimentos buenos o alimentos malos, lo que hay que ver es cuáles voy a elegir más veces y cuáles menos. Es la dieta lo que nos afecta de manera positiva o negativa. El modelo alimentario de cada persona o cada familia es el que tiene un impacto favorable o desfavorable.
¿Y la falta de ejercicio físico?
-Ese es otro tema capital. Los niños juegan menos en la calle, tienen muchas cargas de tareas extraescolares, la propia sociedad favorece el sedentarismo. Hay menos seguridad para que los pequeños estén en la calle... todo eso junto a la gran oferta de videojuegos, de Internet, de televisión... favorece que cada vez practiquen menos ejercicio. No es solo la comida. Yo no he visto nunca un ciclista gordo ni a ningún jugador de baloncesto obeso, y sin embargo, ingieren 5.000 o 6.000 kilocalorías cada día.
Con tantas cosas como hay que tener en cuenta, casi parecería lógico que hubiera más gordos.
-Abordar la obesidad es muy difícil porque no hay una sola causa. Y por eso han fracasado muchas medicinas que combatían esta epidemia. Lo que hay que hacer es ponerse serio con la educación nutricional. Hay que cuidar lo que uno compra, lo que uno cocina, lo que uno consume...
Eso vale para los adultos pero no para los niños. Porque muchos padres no quieren ver el sobrepeso de sus hijos y les dan todo lo que les apetece.
-Las personas de menor nivel cultural pueden tener esa visión atávica de que el niño rollizo, con papitos y potolo es un crío más sano. Pero esto ya ha pasado a la historia. Ahora estamos en el siglo XXI y cualquier padre ahora ya sabe cómo es una alimentación saludable. Otra cosa es que eso sea para él una prioridad. Igual la prioridad es conseguir alimentos o conseguir dinero para pagar el alquiler... Pero todo eso hay que trabajarlo y no llegar a casa y preparar lo que resulte más fácil.
Los niños con obesidad tienen problemas médicos casi de adultos.
-El niño que desarrolla obesidad empieza a manifestar de manera precoz patologías de adultos. Es muy frecuente que tengan hipertensión, hay adolescentes que tienen hipertensión, ha adolescentes obesos con problemas con sus niveles de glucemia, trastornos con el colesterol, los triglicéridos. Esto significa acelerar los riesgos cardiovasculares.
Ha llegado a decir usted que esos chavales corrían el riesgo de vivir menos que sus padres porque algunos están abocados a una muerte prematura.
-Es que un adulto que desarrolla obesidad con 50 años va a ser obeso otros 25 o treinta pero un niño que comienza a ser obeso con 15 años, lleva esa mochila de sobrepeso muchos años y por tanto sus articulaciones, su sistema metabólico, su sistema cardiocirculatorio va a tener un trabajo extra mucho tiempo. Hace unos años, cuando nos dimos cuenta del grave problema que representaba la obesidad infantil, destacamos que por primera vez en la historia podría darse la circunstancia de que los niños viviesen menos que sus padres. Estas obesidades y esta falta de cuidados relacionados con los estilos de vida pueden generar mortalidad prematura y esta era la perspectiva que se planteaba.
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