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Alexander Grothendieck, el matemático anacoreta que descubrió a Dios

Alexander Grothendieck, el matemático anacoreta que descubrió a DiosDeia

Bilbao - Ser un genio conlleva la necesidad de ser extraño. Raro. Esto es así. Y Alexander Grothendieck lo era. Tanto que, además, ha sido declarado el matemático más grande del siglo XX, porque su trabajo en Geometría Algebraica abrió vastos horizontes por explorar en los años venideros.

Nació en el Berlín de 1928, que era entonces el Estado libre de Prusia, y falleció en Saint-Girons (en el departamento de Ariège) este pasado jueves 13 de noviembre.

Su vida, al igual que sucede con su obra matemática, no deja indiferente a nadie: hijo de activistas anarquistas, tras pasar por campos de concentración y partiendo de la pobreza, se convirtió en el matemático más renombrado de su tiempo (fue medallista Fields en 1966). Su pacifismo y su profunda espiritualidad -reflejados en sus abundantes escritos no matemáticos- le llevaron a abandonar primero la comunidad matemática tradicional, y después la vida pública al completo.

Se consideró y fue apátrida hasta 1980, cuando se nacionalizó francés. Y durante la segunda mitad del siglo XX llevó a cabo un extraordinario proceso de unificación de la aritmética, la geometría algebraica y la topología, dando gran impulso al desarrollo de estas tres ramas fundamentales de las matemáticas.

Wikipedia cuenta que fue hijo de Alexandre Shapiro (Novozybkov, 6 de agosto de 1890; Auschwitz, ¿1942?), un judío anarquista ruso, que fue condenado a muerte en 1907 por el régimen zarista, y al que se le conmutó la pena por la de cadena perpetua a causa de su juventud. Liberado por la revolución de 1917, fue condenado a muerte por el régimen comunista, y emigró clandestinamente a Berlín, donde conoció en medios anarquistas a la periodista ocasional Hanka Grothendieck.

Entre los años 1934 y 1939, Grothendieck vivió en Hamburgo con una familia adoptiva, mientras sus padres estaban en Francia y participaron en la Guerra Civil Española junto a los anarquistas. En 1939 se reunió con su madre Hanka en Francia. En 1940, al ser alemanes, se le internó en el campo de Rieucros junto con su madre, y estudió en el cercano Instituto de Mende. Mientras, su padre fue internado en el campo de Le Vernet y deportado por los nazis en 1942 a Auschwitz, con el nombre de Alexandre Tanaroff figura en la lista de víctimas del Holocausto.

En 1942 Grothendieck fue acogido en La Guespy, hogar infantil del Socorro Suizo para refugiados en Le Chambon-sur-Lignon, y terminó el Bachillerato en el Collège Cévénol.

Entre 1945 y 1948, Alexandre Grothendieck estudió matemáticas en la Universidad de Montpellier y de allí se marchó a París, donde asistió al seminario de Henri Cartan. Laurent Schwartz dirigió su tesis doctoral sobre análisis funcional en Nancy.

Fama mundial

Posteriormente Grothendieck entró a formar parte del grupo Bourbaki. En ese grupo se interesó por saber cuáles han de ser los conceptos naturales que sirvan de base a la geometría. Entre 1957 y 1962 expuso en el Seminario Bourbaki una renovación total de los fundamentos de la geometría algebraica, y en 1958 introdujo la K-teoría. Dentro de ese trabajo enunció y demostró el teorema de Riemann-Roch-Grothendieck, resultado que le daría fama mundial como matemático.

En los años sesenta, después de ganar la medalla Fields, desentrañó (aunque no publicó) la teoría de motivos, fantástica visión de una unión más íntima de la aritmética y la geometría que aún permanece sin demostrar en gran parte, y expuso en las llamadas “conjeturas estándar” los principios que permitirían desarrollar la teoría de motivos.

En 1970 comenzó a moverse en ambientes pacifistas y ecologistas. Ante el estancamiento espiritual que le supone su absorbente dedicación a las matemáticas, abandonó también todas las actividades matemáticas tradicionales.

Logró una plaza de profesor en la Universidad de Montpellier y, a la vez, continuó con sus investigaciones matemáticas fuera de los “circuitos oficiales”.

En esta época escribió miles de páginas con meditaciones matemáticas y no-matemáticas y repasó su trayectoria vital en el mundo matemático. Además, escribe La Clef des Songes, donde explica su descubrimiento de Dios (aunque es una obra inédita aún).

En 1988 se jubiló y, junto con su alumno Pierre Deligne, recibió el Premio Crafoord de la Real Academia Sueca de las Ciencias. A pesar de su cuantiosa dotación económica, lo rechazó porque “dado el declive en la ética científica, participar en el juego de los premios significa aprobar un espíritu que me parece insano” y porque “mi pensión es más que suficiente para atender mis necesidades materiales y las de los que de mí dependen”.

En 1990 trasladó su residencia a un lugar desconocido cerca de los Pirineos, aceptando solo el contacto humano directo con sus más allegados, convecinos y visitantes esporádicos, mientras prosigue sus reflexiones.

En enero de 2010, pidió expresamente que se publicasen ni se difundiesen sus escritos.