Derretido el granizo del sábado, aclaró lo justo ayer en Gasteiz para que la alegría volviera a caer del cielo. Como hace 57 años. Solo que en esta ocasión el cable aguantó y Celedón bajó sin mayor problema los 115 metros que separan la torre de San Miguel del edificio de la Vital de Postas. Pero aquel espíritu de 1957 que José Luis Isasi encarnó por vez primera se mantiene vivo cada 4 de agosto cuando las agujas marcan con puntualidad británica las 18.00 horas.
Muchas cosas han cambiado desde entonces... Celedón ya no viste blusa negra sino a cuadros y sobrevuela la Virgen Blanca en lugar de la Plaza Nueva. A Isasi, que tras el fallo del cable tuvo que salir al tejado a saludar, le siguió Iñaki Landa dos décadas después, y a este Gorka Ortiz de Urbina, que ya lleva 14 años. Mantiene, eso sí, la bota y el paraguas con raya blanca (salvo en 2012 que lució verde en honor a la Green Capital). Y la txapela, que ayer recuperó la escolta que le acompaña, después de que dos chavalitos se la mangaran para hacer la gracia. Eso sí, blanca de harina llegó a la balconada. “Terrible, ha sido terrible”, dice Gorka mientras se seca el sudor con una toalla blanca, saluda a las autoridades y atiende a los periodistas.
Tampoco la multitud que ahora se congrega en los aledaños de la Virgen Blanca tiene mucho que ver con el reducido grupo de amiguetes que antaño daba la bienvenida al aldeano -no se sabe a ciencia cierta si al Celedonio Alzola de Zalduondo, con casa nueva en la Zapa o al Celedonio Iturralde de Bitoriano, con ventana y balcón en Andagoia.
Otras cosas, en cambio siguen igual, fieles a la tradición... El fervor con el que los gasteiztarras reciben a Celedón y honran a la Virgen Blanca en la Procesión de los Faroles o el Rosario de la Aurora; el entusiasmo al escuchar la repetitiva tonadilla de Celedón ha hecho una casa nueva, Celedón con ventana y balcón... Y, sobre todo, las ganas de fiesta, de dejar atrás los problemas durante seis largos días y noches de jolgorio, comidas familiares y de amigos, barracas con los niños y verbenas con los abuelos. Un paréntesis el de La Blanca salpimentado este año de capitalidad gastronómica, que en comer y beber los vascos nos llevamos las tres estrellas Michelin sin complejo alguno.
La plaza, al pilpil; porrusalda de blusas y neskas aún de calle (hasta hoy no se luce el traje), pañuelos rojos y a cuadros, puros y cava por demás y gasteiztarras y visitantes que vitorean a un Gorka más hablador y euskaldun que nunca, que no cesa de repetir goras a Euskadi, la Virgen Blanca y Celedón, al tiempo que invita a todos los vitorianos a pasar unas buenas fiestas. “Barkatu, ezin dut”, se disculpa, exhausto tras el heavy paseíllo. Este año le han lanzado de todo, incluso ha tenido que cerrar y abrir el paraguas enganchado a una de las variadas pancartas reivindicativas: contra el fracking, a favor del pueblo palestino, en contra del “genocidio israelí”, pidiendo el acercamiento de presos de ETA y el cese de los ataques a los inmigrantes. Cada cual aprovecha la bajada de Celedón para reclamar su derecho. Y no solo en la plaza. Arriba, en la petada balconada de San Miguel (más de 700 personas), los políticos e invitados hacen lo propio. Para los trabajadores de Celsa Atlantic, de naranja, “la lucha continúa”. Para los txupineros de la asociación del 3 de marzo, el rojo denuncia los trágicos sucesos de aquel día de 1976 cuando cinco trabajadores fueron asesinados a manos de la Policía en la parroquia San Francisco de Asís de Zaramaga: Iragana gogoan, etorkisuna eskuetan, puede leerse en sus camisetas, que también lucen los concejales de EH Bildu que este año han cedido al colectivo la oportunidad de lanzar el txupinazo. Una mecha que encendió José Luis Martínez de Ocio, acompañado por Andoni Txasko, Blanca Barroso y Agustín Plaza. Contra las agresiones sexuales y machistas se visten de azul celeste los socialistas, y también con el morado, exigen el derecho de las mujeres a abortar con el lema Nosotras parimos, nosotras decidimos.
Multicolor Más multicolor que nunca -este año Euskaltel ha pinchado- la plaza sigue botando al son de Celedón ha hecho una casa... mientras Gorka accede a la barandilla a trancas y barrancas para saludar a las autoridades e intercambiar pañuelo rojo con el alcalde, Javier Maroto, para después colocárselo a los txupineros, con quienes se funde en un abrazo, y al lehendakari, Iñigo Urkullu, el segundo que asiste a la bajada de Celedón desde que Ibarretxe lo hiciera en 2003. Tanto como la plaza bota el joven Iñaki García Calvo en sus primeras jaias como concejal de Cultura y Festejos. Y desde uno de los balcones próximos, el obispo Miguel Asurmendi observa con calma todo lo que acontece y bendice la fiesta. Celedón ha hecho una casa nueva... Dicen Andrea, Paula, Carlota y Kevin que Gorka tenía que haber pronunciado un discurso más largo. Como para discursos estaba... Este año cubrir la distancia que separa Postas de la balconada le ha dejado exhausto, como a los 83 blusas de su escolta, parte de ellos abriéndole paso entre la multitud. “Nos han lanzado de todo”, explica uno de ellos desde la escalinata. También a la balconada, al pilpil de políticos -el próximo año hay elecciones municipales- lanzaron corchos de botellas de cava, que no alcanzaron su objetivo. En su interior, ajenos al bullicio de la plaza, concejales, diputados, junteros, senadores, actores, celedones de oro, representantes de asociaciones, familiares y demás invitados parecen más atentos a fotografiarse unos con otros e inmortalizar el momento en su álbum personal. El diputado general, Javier de Andrés, acompaña al alcalde en su recibimiento a Urkullu, con quien Maroto intercambia unas palabras sobre la fiesta antes del txupinazo y un deportivo choque de manos acabada la faena. Para entonces, las 88 personas que integran el dispositivo de limpieza se afanan por barrer en un tris los restos de vidrio tirados al suelo pese a los contenedores instalados en distintos puntos de la Virgen Blanca. Poco a poco, el bullicio de la plaza se va trasladando a las calles del Casco Viejo, donde los baldes de agua enfrían los excesos de alcohol desde las ventanas, y el lehendakari y la Corporación municipal se disponen a acudir a las vísperas y horas después a la Procesión de los Faroles.
En estas gastronómicas fiestas hay menús ya elaborados para todos los paladares y bolsillos -dice el Ayuntamiento-. Menús que cada uno aderezará después a su gusto. De momento, Celedón ya ha salpimentado un suculento primer plato. El resto, la salsa, corre de vuestra cuenta...