Bilbao - Las nuevas drogas de diseño no consiguen desbancar a las sustancias ilegales clásicas como el cannabis, el speed, el éxtasis o la cocaína. El consumo de la llamada droga caníbal o metiendioxipirovalerona (MDPV) -que está haciendo correr ríos de tinta este verano y que, al parecer, provoca episodios de violencia extrema-, no deja de ser residual. El producto, que se incluye entre las llamadas drogas emergentes que se comercializan como sales de baño a través de internet, tiene una demanda todavía anecdótica y no llega a los niveles de Estados Unidos. “Su incidencia es mínima. Su consumo es absolutamente anecdótico y lo consumen personas que tratan de experimentar y, desde luego, no lo hacen en ámbitos como fiestas de pueblos, conciertos o circuitos habituales”, explica Ricardo Caparrós, desde Ai-laket, una asociación que trabaja por un consumo responsable y más seguro de sustancias ilegales.

Caparrós, que conoce de cerca el problema ya que Ai-laket analiza la composición de las drogas que se consumen en las fiestas vascas, subraya que “la MDPV fue ya analizada por nuestra asociación en Euskadi en 2011. Este año no tenemos constancia de que haya llegado hasta aquí pero puede haberlo hecho”.

Desde esta asociación se desmienten algunos mitos sobre la droga caníbal. Para este colectivo, “todos los veranos aparecen noticias alarmistas sobre drogas cambiando el nombre de la sustancia pero viniendo a decir lo mismo; burundanga y estramonio, tampodka, sales de baño... En esta ocasión se trata de la mal llamada droga caníbal”. “Esta sustancia se compra a través de internet pero solo la hemos visto en paginas webs especializadas de difícil acceso”.

Y es que las sustancias de última generación, de las cuales se han identificado 348 variedades, se propagan con rapidez gracias a los negocios on line. Un mercado virtual, instrumentado con mecanismos complejos de encriptación que disfrazan las vías de acceso y ocultan la identidad de los implicados, favorece el crecimiento de una red peligrosa, cuyos nodos no pueden ser destruidos. Los productores de estas sustancias, que a menudo las venden como sales de baño o fertilizantes, actúan en un limbo legal.

“Ni tan siquiera el Gobierno vasco en sus estudios contempla preguntar a los usuarios si han consumido, no ya solo esta sustancia, sino todas aquellas que se les llama nuevas drogas de síntesis. Y el Gobierno español, a través del Plan Nacional de Drogas, plantea una pregunta al respecto y menos del 1% de las personas declara haberlas tomado alguna vez”, afirma Ricardo Caparrós.

Cae el consumo Sin embargo, no son tiempos de drogas. El último informe Euskadi y Drogas 2012 revela una caída del consumo de cannabis y el resto de drogas ilegales y solo el de las anfetaminas permanece estable. Pese a los descensos operados en los últimos años, la CAV sigue estando entre las regiones y países con mayores tasas de consumo de cannabis de la UE.

La cocaína y las anfetaminas son todavía las drogas ilegales más consumidas. En 2012, el 6,5% de los ciudadanos vascos manifestó haber consumido al menos una vez speed o anfetaminas; un 5,5%, cocaína; un 2,7%, LSD u otras sustancias alucinógenas, y un 2,2%, éxtasis. Desde 2004 han bajado los consumos de todas las sustancias, excepto en el caso de la heroína, que ha subido.

El recurso a drogas ilegales continúa siendo una práctica predominantemente masculina en Euskadi. Las tasas de consumo habitual de los hombres llegan a sextuplicar a la de las mujeres en el caso de la cocaína, las anfetaminas o el éxtasis, según la última encuesta. También existen diferencias significativas en lo que se refiere a la continuidad en el consumo de cannabis, al policonsumo de drogas y a la implicación en el mundo de las drogas ilegales. En ese sentido, los hombres tienen una probabilidad casi tres veces superior de ser policonsumidor de drogas. Así, y según dicho estudio, la tasa de consumo semanal de cannabis de los hombres casi triplica al de las mujeres (4% frente al 1,5%).

Los psicofármacos para combatir el estrés, la depresión y el insomnio son el único producto legal y la única excepción entre todas las sustancias analizadas en este estudio basado en una encuesta entre algo más de 2.000 ciudadanos vascos de entre 15 y 74 años de edad. Las mujeres consumen habitualmente estos medicamentos más que los hombres (16,6% frente a 7,3%).