Bermeo - Lamar, empujada por unas condiciones climatológicas de intensidad excepcional, hizo vivir ayer la enésima pesadilla del invierno a los habitantes de los pueblos costeros de Bizkaia y Gipuzkoa. Con vientos de hasta 137 kilómetros por hora, olas de diez metros de altura máxima y unas mareas muy vivas, el Cantábrico tomó las playas y los puertos de ambos territorios. La alarma roja desatada desde las 16.00 horas hasta las 09.00 de hoy ha dejado un reguero de desperfectos en un ya de por sí castigado litoral que tan solo parece disponer de una herramienta frente a las fuerzas de la naturaleza: la prevención. Con Bermeo en el epicentro de todas las miradas, sin embargo muchas localidades marítimas tomaron medidas ante la que se avecinaba. El panorama, sin embargo, vuelve a ser desalentador.
Con calles tomadas literalmente por la mar, varios puertos en los que las olas saltan los espigones sin freno y playas que desaparecieron ante el empuje de la mar, la segunda alarma roja del invierno ha dejado un reguero de destrozos. En Bermeo, cuyo puerto permaneció cerrado al paso de vecinos o vehículos desde Frantxua, además, llueve sobre mojado. No en vano, el Cantábrico volvió a abrir los taponados huecos que las olas generaron el pasado 2 de febrero en varios diques del puerto, y también tuvo fuerza suficiente para abrir una nueva herida en el rompeolas. En este caso, fue un tramo del puntal del dique el que sucumbió. Algunos de los bloques de hormigón instalados como defensas -que fueron colocadas a contrarreloj por el Gobierno vasco-, especialmente en el roto espaldón de Frantxua, se movieron. El agua, así, circuló libremente por el puerto viejo como en fechas recientes.
Otra de las zonas más castigadas del puerto bermeano fue el muelle de Xixili, donde se concentra la actividad comercial. Con hasta ocho embarcaciones pesqueras que huyeron al seguro abrigo de la ría de Bilbao, los arrantzales que ayer optaron por quedarse en la dársena pusieron especial énfasis en el amarre de los barcos.
Precisamente la ría de Bilbao se desbordó ayer en algunos puntos debido a la crecida de la mar por el fuerte oleaje. Los desbordamientos se localizaron en las zonas de Elorrieta, Olabeaga y Zorrozaurre, a la altura del club de remo, concretaron fuentes municipales, sin provocar grandes daños materiales ya que son las zonas más propensas a que se registren estos desbordamientos cuando la altura de la pleamar el alta, hay mareas vivas y, además, el oleajes es lo suficiente fuerte como para levantar oleaje en pleno corazón de la capital vizcaina.
Y en el séptimo temporal de un invierno que no ha dado tregua a la villa marinera, la flota pesquera nuevamente vio cómo el agua alcanzaba la zona de Frantxua -donde se ubican sus lonjas-, mientras que los comerciantes del muelle del puerto viejo volvieron a tener que tapiar sus negocios para cerrar puertas al agua. El nivel que alcanzó el mar fue suficiente para generar el desbordamiento, además de crear problemas en el alcantarillado.
Laida y Laga La zona de Urdaibai, habitualmente una ría tranquila, también vio como las playas de Laida y Laga quedaban sepultadas por la espuma blanca del Cantábrico. Es más, incluso aguas arriba, la mar remontó hasta alcanzar el aparcamiento de la playa de San Antonio. Mundaka y Elantxobe tampoco escaparon del zarpazo del oleaje, viendo cómo los espigones de sus puertos eran fácilmente superados y alcanzaban zonas urbanas. Así, la mar llegó nuevamente al local del club de remo elantxobetarra. Con su planta baja desalojada tras las mareas del 6 de enero que produjeron daños de consideración en las instalaciones y el material deportivo, consiguieron minimizar los daños.
Sin desperfectos destacables en Lea Artibai, tanto el puerto como San Juan Tala permanecieron cerrados ayer en Lekeitio. En ese entorno se encuentra el local del club de remo Isuntza que quedó destrozado con el temporal de febrero y que había sido reforzado con tablones a la espera del nuevo temporal. "Habrá que esperar a que pase la pleamar de la madrugada para evaluar realmente si hay daños", indicaron desde la Policía Municipal. Mientras tanto, los patrones de las embarcaciones permanecen atentos para adecuar la longitud de las sogas que las sujetan a puerto.
En Mendexa, las aguas volvieron a tomar el arenal de Karraspio, al igual que en la playa de Arrigorri, en Ondarroa. En esta localidad las olas superaron el espigón aunque sin producir daños de consideración. El paseo junto a la mar entre Arrigorri y Saturarran permanecía cerrado no solo por seguridad y como medida preventiva sino por los graves desperfectos que ocasionó el temporal del mes pasado.
Ereaga Otro de los puntos calientes fue Getxo, donde el temporal marítimo volvió a hacer de las suyas. La playa de Ereaga desapareció. Había un ruido ensordecedor. De las olas rompiendo y el viento enfurecido llevándose ramas de los árboles y todo lo que tenía a su paso. No había arena. Todo era agua. Y porquería. El arenal de Ereaga fue devorado por las gigantescas olas, que una tras otra, de continuo, sin parar, golpeaban en la tarde de ayer contra los muros e inundaban el paseo. En la zona del Puerto Viejo, la mar creció hasta dimensiones superlativas. Las olas chocaban y alcanzaban gran altura y? la tierra sucumbía al agua.
Los negocios hosteleros de la zona del paseo de Ereaga volvieron a sentir cómo la ciclogénesis podía convertirse en su peor invitada. Como pasó el 2 de febrero, otra vez el agua, el barrizal y las maderas se acercaron con peligro a sus locales. El hotel Igeretxe y el bar La Terraza tomaron las medidas preventivas necesarias como la colocación de sacos térreos -ofrecidos por el Ayuntamiento-, para evitar que la mar se colara en sus dominios.
El Consistorio también protegió los edificios municipales situados en Ereaga, como la oficina de turismo y la zona de la Cruz Roja y los baños públicos. Y toda esa parte de Getxo quedó cerrada al público. Desde las 16.00 horas se impidió el acceso desde la rotonda de Arriluze hacia el Puerto Deportivo, la propia playa de Ereaga y el Puerto Viejo. También se cerraron las bajadas peatonales al arenal y el Puerto Viejo desde la zona alta de la localidad. Aunque hasta esos límites se acercaron algunos curiosos para observar el espectáculo de las olas e inmortalizar el feroz paisaje. La Policía Local, mientras tanto, estuvo presente ininterrumpidamente en Ereaga y el Puerto Viejo.