CARA a cara con nuestros propios miedos. Pero en lugar de tener enfrente un psiquiatra de los de toda la vida, nos enfrentamos a un aparato que monitoriza la temperatura de nuestra piel, nuestro tono muscular, las ondas cerebrales o la respiración. Este chivato electrónico es el mejor espejo de nuestras emociones y permite a cualquier persona aprender a controlar su cuerpo para mejorar su salud. José Crespo, de 66 años ya se ha enfrentado a esta máquina de la verdad. "Este tratamiento me ha ayudado a saber qué me relaja y qué me altera o me pone de los nervios y puedo identificar mejor mis propias emociones para saber qué me está ocurriendo. Sabes, por ejemplo, cómo estás respirando y puedes decir me tengo que parar aquí". "Lo que conseguimos con nuestros pacientes es que ellos identifican cómo están a nivel psicológico y a nivel físico y eso hace que puedan manejar sus emociones", aclara Esther Arandia, especialista en Psicología Clínica.

José y Esther utilizan la terapia de biofeedback (retroalimentación), una técnica que enseña a controlar el estrés, alcanzar estados de relajación y bienestar mental y a encauzar positivamente la energía para afrontar situaciones difíciles. Un tratamiento que ha puesto en marcha el Instituto Burmuin, en Bilbao, con una terapia sin ningún tipo de química ni fármacos que visualiza en tiempo real los procesos que tienen lugar en nuestro cuerpo.

José y Esther hacen lo mismo que los estudiantes de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos. Estos alumnos tienen acceso a un centro de biofeedback para lidiar con el estrés. Allí, se sientan en una habitación tranquila, con auriculares por los que no llega el ruido externo, y sensores en las puntas de los dedos midiendo la frecuencia cardiaca y la conductancia de la piel. Entonces practican técnicas de relajación mientras los gráficos muestran cómo responde su cuerpo.

Crespo utiliza este sofisticado polígrafo como prevención a la vejez mental. "Me interesa cuidarme para enfrentar la vejez mental de la mejor manera que pueda y retrasarla todo lo posible", indica.

Actividad física

Pero Esther Arandia es clara. "No todos los pacientes son susceptibles de recurrir a esta técnica. Redactamos su historial clínico y son derivados o no a esta terapia según sus características porque la ansiedad o el estrés tienen unas variables que cambian a nivel físico. En base a eso, hacemos que la persona entrene esa actividad fisiológica para que regule su propio organismo", señala.

Para Eva Aga, gerente del Instituto Burmuin, donde se ha puesto en marcha el Biofeedback Neurofeedback Basque Center, un centro de neurociencias donde se aplica la última tecnología para la recogida de información cerebral, "cada persona reacciona de diferente forma al estrés y las variables fisiológicas que entran en juego son distintas".

Lo expresa gráficamente José Crespo. "Me pasó una cosa curiosa midiendo la tensión muscular. Miraba para un lado y para otro y me daba un valor verde y le miraba a la doctora Arandia y me daba uno rojo y yo, sin embargo, no me sentía más tenso", confiesa sin contrariedad.

El ordenador y los sensores que se colocan en el cuerpo del paciente para proporcionar información en tiempo real, son definitivos. "Es que así sabes cómo estás. Igual crees que estás relajado y te estás equivocando", resume Crespo. " La ventaja es que él reconoce cuándo está estresado y cuándo está relajado y con esto se regula a sí mismo, sin ayuda de ningún tipo de fármaco ya que el tratamiento persigue precisamente tener instrumentos que nos ayuden a rebajar la medicación", comenta Arandia. "Ahora estoy trabajando con él para que sus respiraciones por minuto vayan en consonancia con el corazón y el ritmo cardiaco".

Pero no hay un retrato robot de paciente y las patologías a las que puede llegar a beneficiar son múltiples. "Sirve para trastornos de ansiedad, de estrés, funciona muy bien con las migrañas, el control del dolor, las dificultades de aprendizaje y TDAH y la mejora del rendimiento en campos como la memoria, atención, focalización, concentración o creatividad entre otros; es decir superar algunas barreras y mejorar el rendimiento", aseguran.

Temperatura El biofeebak recoge señales que hablan por sí solas. "Medimos la tensión muscular porque el estrés genera, por ejemplo dolor de cervicales o bruxismo que consiste en rozar los dientes por la noche. Medimos la temperatura periférica porque a mayor temperatura más relajación. Con más tensión, los dedos por ejemplo están más fríos. Medimos cómo se respira, las pulsaciones de nuestro corazón y la sudoración. Y por supuesto también el ritmo cardiaco. En la medida que nuestra respiración esté correcta, nuestro ritmo cardiaco mejorará y conseguiremos que nuestra respiración y nuestro corazón vayan paralelos", comenta Arandia.

Los sensores se pueden poner en la frente, en la mandíbula o en la espalda, en la zona de los trapecios. "Ellos cogen la información de las ondas cerebrales, de la respiración, de la tensión cardíaca, de las glándulas sudoríparas, y la temperatura periférica de manos o los pies", explica Aga. Así se llega a comprobar la relación existente entre los pensamientos, emociones y el cuerpo. "A menudo nosotros intentamos cambiar los pensamientos negativos en positivos, les dices piensa en un paseo por el campo, pero quizá eso no les funciona y con este sistema vemos si esa forma de pensar le está ayudando realmente o si tenemos que encontrar otra que verdaderamente les ayude", precisa Arandia.

Pese a su reciente llegada a Bilbao, Eva Aga recuerda que el biofeedback y el neurofeedback "no son técnicas nuevas sino que cuentan con la evidencia científica de su aplicación en Estados Unidos desde hace varias décadas". Para explicar de manera gráfica sus posibilidades, Aga recurre a un ejemplo futbolístico. "La comunidad científica considera esta técnica como un arma secreta que ayudó al AC Milan a derrotar al Manchester United 3-0 y llegar a la final de la Liga de Campeones el 23 de mayo de 2007 en Atenas. El doctor Demichelis demostró el destacable aumento en la variabilidad del ritmo cardiaco que consiguieron los futbolistas del AC Milán, y demostró el exitoso uso del biofeedback y neurofeedback para prepararse para los penaltis y regenerarse tras un duro trabajo para el control emocional".