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Sin techo, en paro... y embarazada

Ángela relata la discriminación y la falta de ayudas públicas a la maternidad

Sin techo, en paro... y embarazadaEFE

madrid

Angela tenía 19 años cuando se quedó sin trabajo, sin techo y sin apoyo familiar tras tomar la decisión de seguir adelante con su doble embarazo. "¿Que tienes dos hijas pequeñas? ¿Tan joven? Gracias por venir, pero hemos descartado tu candidatura". Ángela está harta de escuchar la misma cantinela en las entrevistas de trabajo y en la calle: "La gente te mira de arriba a abajo, como si fueras un bicho raro". En su opinión, la sociedad es muy cruel con aquellas que se quedan embarazadas sin tener trabajo, pareja estable y cierta edad. Aunque parezca mentira, el estigma también está muy presente en el mundo laboral.

Nuestra protagonista trabajaba en la cafetería de una empresa cuando se quedó embarazada: "Estaban supercontentos conmigo y me habían prometido que me iban a renovar el contrato". Cuando presentó el justificante del embarazo la echaron a la calle. "Parece que una mujer tiene que pedir perdón por quedarse embarazada. Lo peor es la soledad y el abandono al que muchas veces se enfrenta, cuando habría que mirarla con una sonrisa, darle la enhorabuena y preguntarle qué necesita", plantea Carmina García-Valdés, directora de la fundación RedMadre. Esta organización asiste a unas 6.000 mujeres al año en toda España, y desde allí aseguran que la crisis ha duplicado el número de madres con un entorno familiar estable que acuden a la fundación porque no pueden pagar el alquiler ni sacar adelante a sus hijos.

Hasta la red se acercaron Ángela y su novio Sergio en busca de material para los bebés y apoyo psicológico. No es para menos. La joven se quedó pálida cuando se percató de que estaba embarazada de 22 semanas... Y venían dos. "Fue un shock. Lo primero que pensé es que no vivíamos juntos, no teníamos casa ni dinero. ¿Cómo íbamos a sacar a los bebés adelante? En el fondo no quería abortar aunque me sentía obligada". Por su familia, por el trabajo, por la presión social... Pero no lo hizo.

Y su madre la echó de casa. "A mí no me puede ni ver porque me culpa de lo que ha pasado", lamenta Sergio, quien sí contó con el apoyo de su familia desde el primer momento. Ahora viven en el piso del padre de Ángela y reciben el subsidio de desempleo (426 euros y 145 euros por niña cada seis meses). La pareja lo tiene claro: "¿A quién le extraña que la natalidad esté por los suelos si apenas hay ayudas?".

A ojos de García-Valdés, sin políticas de apoyo a la maternidad se aboca a muchas mujeres a tomar una decisión que quizá no siempre desean. "Primero pon la solución y luego haz las prohibiciones que sean, que ya no se considerarán prohibiciones sino protección de la vida", espeta al Gobierno en relación con la reforma de la ley del aborto.

La directora de RedMadre asegura que con un "poquito" que se destinara a ayudar a las madres a través de los servicios sociales habría bastantes más mujeres que podrían tener a sus hijos "en condiciones normales", sin necesidad de recurrir a ONGs como ésta.

"¿Por qué los artículos de los bebés como los pañales o las tronas son de lujo y no de primera necesidad? Todo lo que significa criar a un hijo es carísimo, pero si es un bien social y queremos que aumente la natalidad, ¡vamos a facilitar!", reivindica.

Lo mismo piensa Fanny. A sus 30 años, esta dominicana en paro acaba de dar a luz a un niño y no recibe ninguna ayuda del Estado. "Deberían recortar en otras áreas, porque quien de verdad necesita ayudas son las madres solteras como yo". Al igual que Ángela, Fanny perdió su empleo de cuidadora -sin contrato- tras anunciar su embarazo. La que por aquel entonces era su pareja hoy actúa como si el bebé no existiera. Ni siquiera ha querido conocer a su hijo.