Cercar la piscina, la mejor protección para los niños
Desde julio, más de 50 personas han fallecido ahogadas en piscinas, ríos o playas de las que más de una decena eran menores, uno de ellos en Ortuella
Bilbao. BAÑARSE es uno de los mayores placeres que depara el verano a todos los amantes del agua. Las imágenes que se repiten anualmente de playas y piscinas repletas de bañistas se mezclan con las tristes noticias de fallecimientos que se producen en el agua. Muchos de ellos son niños que no saben nadar y que caen al agua en un descuido con consecuencias fatales. Otros se ahogan después de sufrir una hidrocución (erróneamente conocida como corte de digestión), mientras que algunos sufren lesiones medulares, a veces irreversibles, al mal zambullirse.
Solo durante la primera semana del mes de julio, ocho niños murieron ahogados en piscinas en distintos lugares del Estado, uno de ellos en la localidad vizcaina de Ortuella. En total, a lo largo del mes ya concluido, más de 50 personas han fallecido ahogadas en piscinas, ríos o playas, de las cuales más de una decena eran menores de edad. Aunque la mayor parte de los ahogamientos (más de 15) se han producido en las playas, la mayoría de los niños han perdido la vida mientras se bañaban en piscinas públicas, privadas y en ríos. Sin ir más lejos, un joven falleció ayer tarde en la playa de Zarautz. Según confirmó la Ertzaintza, el joven Helhyzh. H, de nacionalidad marroquí, murió sobre la arena tras ser rescatado su cuerpo por un particular.
piscinas En concreto, la mayoría de los menores han muerto en piscinas municipales, aunque también se han producido en piscinas familiares, como el caso de una niña de 17 meses de edad que perdió la vida en una finca de Priego (Córdoba) mientras se encontraba en el interior de una piscina hinchable; o el de un niño de 6 años que murió ahogado tras caer a la piscina de un chalé en Monserrat (Valencia). En las playas, excepto una niña de seis años que falleció este martes en la playa de La Garita (Lanzarote), los ahogamientos se han producido entre las personas mayores.
Y es que, los menores de seis años son los más afectados por los ahogamientos que, junto a otros tipos de accidentes, ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una "plaga silenciosa" del siglo XXI. La propia OMS, en un informe recientemente emitido, sitúa el ahogamiento como la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo, con 388.000 fallecidos aproximadamente al año, un 7% del total de muertes por traumatismos. Los menores de cinco años representan la franja de edad que más ahogamientos sufre en la mayoría de los países del planeta.
No sabían nadar En los menores de entre 1 y 14 años, los ahogamientos constituyen la segunda causa de todas las muertes por lesiones no intencionales ocurridas en el mundo. Un estudio realizado por un equipo profesional del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona, en los veranos de 2009 y 2010, revela, entre otros datos, que el 64% de los atendidos por ahogamientos eran menores de seis años y el 72% no sabía nadar. El 10% de los ahogados murieron o sufrieron secuelas, y el resto salieron ilesos gracias a la acción de reanimación que los familiares o socorristas llevaron a cabo en el lugar del suceso.
El informe, publicado en la revista Anales de Pediatría, muestra que seis de cada diez ahogamientos se produjeron en una piscina privada y que el 80% fueron fruto de un descuido por parte de la persona que estaba al cargo del niño o niña. La principal medida de seguridad para evitar el ahogamiento del pequeño es atender a sus movimientos en todo momento, lo cual es difícil. En muchas ocasiones, los padres que sufren un despiste en la vigilancia recuerdan haber visto a su pequeño antes de que cayera al agua, lo que no produce el ruido necesario para alertar a la gente. A esto se suma la imposibilidad del niño de gritar o chapotear ya que caen hasta el fondo de la piscina, donde la muerte llega de manera silenciosa.
Por eso, en las piscinas municipales es obligatoria la presencia de un socorrista titulado con experiencia acreditada en salvamento y primeros auxilios que se ocupe específicamente de la seguridad del recinto, según la legislación vasca, que excluye de esta obligación a las piscinas de urbanizaciones con menos de 20 vecinos, a las unifamiliares y a los recintos de centros de aguas termales e hidroterapia. Sin embargo, es el vallado del perímetro de la piscina la medida de seguridad más solicitada por los expertos, quienes aseguran que las muertes por ahogamientos descenderían notablemente si se cercarán los cuatro lados de la piscina, según demuestran diversos estudios, como el realizado en 2008 por Thompson y Rivara para la Universidad de Oxford.
En las última décadas, Nueva Zelanda ha aprobado leyes que exigen la colocación de cercos en piscinas privadas y públicas y hoy en día es unos de los pocos países donde la franja de edad más afectada por el ahogamiento no es la de los menores de trece años. En Europa, Francia lleva desde 2004 multando con 45.000 euros a las piscinas privadas que no están valladas, después de que el hijo de un senador falleciera ahogado. La UE, de momento, tan solo recomienda su empleo. Sin embargo, y a la espera de que esas medidas puedan ser aplicadas, conviene enseñar clases de natación a niños y niñas para que se familiaricen con el agua, lo que reduce un 88% el riesgo, y, sobre todo, no perder de vista al pequeño.
Prevención ante todo Según Cruz Roja, un 90% de los accidentes producidos en verano podrían evitarse, por lo que aumentar la "cultura de prevención" supone un reto "necesario". De cara al período estival, Cruz Roja lanza el eslogan Este verano, quiérete mucho en el que recuerda las pautas básicas para un baño más seguro. Manuel Calvo, coordinador de Cruz Roja Bizkaia, explica las recomendaciones para no sufrir una hidrocución.
"No hay que meterse al agua de manera brusca, especialmente después de haber estado tomando el sol o de haber comido, tras lo que conviene esperar unas dos horas antes de bañarse", recuerda Calvo. De producirse una hidrocución, aparecen síntomas como dolor de cabeza, mareos o vértigos, por lo que "será necesario abandonar el agua cuanto antes". Ayer mismo, un chico de 15 años fallecía en Albaceta tras ser trasladado por los servicios de emergencia sanitarios desde la piscina municipal de La Gineta. El menor se encontraba bañándose cuando sufrió un desvanecimiento cuyas causas se desconocen por el momento.
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