Bilbao. "La matemática es la ciencia del orden y la medida, de bellas cadenas de razonamientos, todos sencillos y fáciles" (René Descartes). Algunas personas, sobre todo a quienes les asaltaba la migraña frente a los problemas de los dos trenes que salían de distintas ciudades en busca del punto de encuentro de los míticos cuadernos Rubio, no ven por ningún lado la poesía racionalista, ni la sencillez que las matemáticas despertaban en el filósofo francés. Más bien al contrario. Y arrastran la misma duda ontológica de por vida: ¿Para qué demonios sirven las matemáticas? La vida es matemática, en todo lo que nos rodea hay matemáticas, aseguran los expertos. Y afortunadamente para esa parte del planeta matemático-disfuncional existe gente fascinada por el lenguaje y la mecánica de esta ciencia lógico-deductiva.

Ayer, un total de 77 estudiantes de Bachillerato y talentos de ESO de todo el Estado pusieron a prueba su conocimiento en la materia en el marco de la 49ª edición de la Olimpiada Matemática Española, celebrada en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU. Hoy continúa la prueba. El objetivo de la Olimpiada es alzarse con alguna de las 36 medallas en juego y hacerse con un pase para la gran final internacional que este año tendrá lugar en la ciudad colombiana de Santa Marta. Pero ante todo, esta final estatal es para muchos una gran oportunidad de pasárselo bien con otros chavales que comparten sus mismos intereses académicos y medir su pericia a lo largo de siete intensas horas frente a "seis problemas que van de difíciles a casi imposibles".

Esteban Gomezllata habla con conocimiento de causa. No en vano, este joven mexicano afincado en Donostia ganó el año pasado la medalla de oro de este particular campeonato. A sus 17 años, estudia un curso por delante del que le correspondería por edad en el colegio San Patricio de la capital donostiarra. Desde su punto de vista, la clave de este tipo de pruebas está en controlar las herramientas de la disciplina y entrenar mucho. "Antes de venir aquí me he preparado haciendo problemas, porque cuantos más problemas haces más posibilidades tienes de que alguno de los problemas de esta prueba se parezca a uno de los que ya has hecho".

Gomezllata no se siente ningún bicho raro, pero reconoce que "estas olimpiadas son interesantes porque hay gente que comparte tu gusto por las matemáticas, algo que no es muy usual". Pese a estar en plena adolescencia, este joven de ademán tímido da buenas muestras de madurez a la hora de explicar las lagunas de los métodos de enseñanza de las matemáticas que se dan en el sistema educativo. Así, afirma: "La verdad es que me parece que es difícil que toda una clase aprenda matemáticas al mismo ritmo, así que el nivel se debe adaptar o al ritmo alto o al ritmo bajo, aunque en cualquiera de los dos casos se termina perdiendo".

Eso sí, este Gauss en potencia no tiene respuesta sobre por qué hay pocas chicas en este tipo de olimpiadas. El año pasado participaron siete alumnas y este año solo cinco. Es el caso de la catalana Inés Franch y Yuang Wang, que pese a su nombre asiático es la única representante vasca de la competición.

Inés tiene 16 años y estudia primero de Bachillerato en Aula Escola Europea de Barcelona, uno de los colegios más elitistas de la Ciudad Condal. Explica que antes de venir a Bilbao asistió a "unas clases de preparación específicas en la universidad en las que hemos hecho pruebas de otros años". Según señala, "en nuestra clase al principio había muchas chicas y, aunque no estaba igualado, había más chicas de lo normal. Poco a poco, se empezaron a ir porque decían que era muy difícil y porque en general es un ambiente bastante masculino. Siempre ha sido así y parece difícil que cambie", dice con resignación. Para Inés su objetivo en estas olimpiadas es "superar un reto personal más que clasificarme para la fase internacional".

Carlos Goiria, profesor de la UPV/EHU, tampoco da con una razón que explique la baja participación femenina pero descarta que se deba a que ellos sean mejores que ellas. "Sí hay muy pocas chicas -dice- pero no sé por qué. Quizá este tipo de retos de ingenio son poco atractivos para las chicas a pesar de que al empezar los estudios de Grado hay más chicas que chicos en casi todas las carreras de ciencias". "Su ausencia quizá se deba a que son menos competitivas o simplemente a que les atraen menos estas pruebas, aunque luego en la universidad responden igual que los chicos".

"Son una excepción" Según este miembro del comité organizador, la Olimpiada consiste en dos sesiones de tres horas y media cada una en las que se proponen "tres problemas complejos en los que no hace falta utilizar conceptos matemáticos muy avanzados, pero para resolverlos deben tener muy claras las herramientas matemáticas y recursos para dominarlas: tener ingenio e inteligencia para encontrar el camino para resolverlos". Para este profesor universitario, los problemas "precisan de los alumnos que sean autocríticos, de tal manera que se den cuenta de qué es lo que están haciendo bien o qué están haciendo mal".

Con estas olimpiadas se pretende cubrir dos objetivos: "Estimular el interés que sienten por las matemáticas, ya que tienen la oportunidad de poner a prueba sus destrezas; y orientarles hacia las especialidades que luego pueden estudiar". Goiria, al igual que Pedro Martínez, profesor de la Universidad Politécnica de Cartagena, reconocen que estos chavales "son una excepción" y que de quince años aquí "ha bajado mucho el nivel de matemáticas con el que los estudiantes acceden a la universidad" debido, dijeron, "a los continuos cambios de normativa educativa y que han provocado que hoy en día se den la mitad de horas de matemáticas que hace algunos años".