Bilbao. Y en silencio, precisamente, comenzó el Servicio de Psiquiatría del Hospital de Basurto a atender a pacientes con diferentes grados de hipoacusia, hace más de dos años. Durante el desarrollo de este reportaje pudimos averiguarlo, pero los miembros de Euskal Gorrak consultados lo desconocían. La jefa de la Sección Infanto-Juvenil de dicho Servicio, Arantza Fernández, no da mayor importancia a esta labor tan desconocida y poco usual: "Sólo hacemos nuestro trabajo. La red de salud está informada y los pacientes van llegando".
Días antes de publicar este reportaje, su sección acababa de estrenar la Unidad de Salud Mental para menores con discapacidades auditivas. Pero las médicos y expertas en lengua de signos Nora Olazabal y Verónica Pousa ya llevan atendiendo a más de una docena de adultos con hipoacusia en los últimos dos años. Nora era una interna residente de Psiquiatría que había estudiado la lengua de signos desde los 18 años, y que consideró que dichos conocimientos podrían enriquecer su labor. Ella y Verónica, psicóloga residente, realizaron un escrito al respecto y el servicio se puso en marcha. Para actualizarse, trabajaron en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, la punta de lanza en el Estado en este tipo de tratamientos, siguiendo la estela del modelo sueco.
En estos momentos Nora, ya con plaza en el Hospital, relata cómo nunca dejan de reciclarse en el aprendizaje de la lengua de signos y que están en comunicación con el hospital madrileño y la European Society for Mental Health and Deafness.
más dedicación Nora Olazabal explica que, aunque lleva muchos años expresándose como signante, "no es mi lengua materna". Esta sería una de las razones por las que su labor terapéutica resulta "más pausada" que con los pacientes oyentes: cuesta un poco más ahondar en sentimientos, sensaciones... La experta señala que el servicio que prestan no es "tan cuantitativo como cualitativo. Se trata de una necesidad muy especial, y requiere el conocimiento de su cultura, su idiosincrasia...". La especialista subraya el aislamiento como "causa principal" de la "mayor vulnerabilidad y malestar, al caer la comunicación" en estos casos. Arantza Fernández añade que "las palabras ordenan las ideas", lo que dificulta la tranquilidad emocional. Pero, "con signos, disminuye esa dificultad".
En Basurto están atendiendo a signantes, a hipoacúsicos "orales, sordos profundos, personas con audífonos...", con frecuencias en función de las necesidades. Ahora que han abierto su Unidad para menores, confían en poder allanar los problemas generados del aislamiento, coordinándose con otorrinos y pediatras, "detectando las hipoacusias congénitas, pues el primer año es crucial", informa Arantza. Los implantes y los aparatos son muy aliviantes para los pacientes. Y es que una enfermedad mental y una sordera suman "dos causas claves para la exclusión social". De ahí que consideren vitales "los programas especializados y la expertización".
Tanto Nora como Arantza indican que este trabajo es "muy satisfactorio y los pacientes vienen a gusto, agradecidos". "Lo hacemos con mucho placer", manifiesta Nora, quien no hace distinciones entre unos casos y otros. Fernández pone el acento en la coordinación con Educación, centros de salud y familias, y aguarda "contenta" a esta puerta que se abre en el Hospital, evitando duplicaciones con otros centros sanitarios de Bizkaia y vascos.