bilbao. Estas líneas se las envío en primera persona a Guillermo, amigo de la infancia, y en su recuerdo me tomo "una mentirita" tal como solíamos llamar al cuba libre, mientras oigo a Ernie Ford cantando Sixteen Tons. No sé adónde se van las personas cuando mueren, no sé si arriba, abajo o a cualquier otra parte... Ya no me interesa pero en este caso: Guiller... Goian bego.

Guillermo era un individuo especial. En nuestro grupo, era como uno de los hermanos mayores. Era, al igual que mi hermano Mikel, "uno de los grandes que bailaba, atrás, en el grupo de bailes". Fue el primero de nuestro grupo en viajar fuera de Venezuela, hacia Inglaterra, y cuando regresó nos trajo muchas cosas nuevas, entre ellas, la música de los nuevos grupos ingleses, como The Shadows con la pieza Apache, las canciones de Clift Richards y me encantaba, particularmente, oírle cantar (con bastante buena voz de bajo y oído musical) Sixteen Tons, simples bellos recuerdos de la década del 60. Guiller era y fue uno de esos activistas nacionalistas, aber-tzale a toda prueba, que siempre venía a darnos más información y más ánimos respecto al devenir de la contienda política en Euskadi. Fuimos compañeros en la Federación Venezolana de Pelota Vasca. Fuimos compañeros en muchas cosas porque siempre estaba dispuesto a trabajar codo a codo y hombro a hombro en las cosas del Centro Vasco. Siempre, a pesar de tener ambos puntos de vistas bastante diferentes referente a Euskadi, terminábamos de acuerdo en muchos otros aspectos más trascendentales, tales como seguir trabajando, cada uno con su idea, en pro de la independencia de Euskadi.

Cuando Inaxio Ayerbe estuvo seriamente enfermo fue, junto con Domeka Etxarte, de los primeros en venir a decirme: "Xabier, cuenta conmigo para lo que sea necesario". En esos momentos no importaba las grandes, enormes, diferencias políticas con Inaxio. Y allí estuvieron cuando fue necesario hacer un aporte para ayudar al hombre que en esos momentos sufría enormemente. Era una cuestión de solidaridad humana con el dolor ajeno. Eso les honró y me impactó.

voz queda Lamento mucho, muchísimo, la ausencia física de Guillermo. Afortunadamente, en su reciente visita a Euskadi, tuve la suerte de compartir con él, Aitzbea y mi hermano Yosu un almuerzo en el Txalupa de Donostia (qué casualidad, otra Txalupa, igual que la Radio Euzkadi), donde José Mari. Disfruté de oírle hablar con queda voz, casi inaudible, pero siempre tan positivo. No esperaba que nos dejara tan pronto.

Lamento mucho, muchísimo, su ausencia y lamento no poder estar allí, en nuestra Euskal Etxea, para poder ser parte de una despedida tal como se la merece un hombre que dedicó gran parte de su vida al trabajo por la independencia de Euskadi. Esa simple ilusión nos mantenía unidos y su ausencia me produce gran dolor.

Tengo el grato recuerdo del oportuno momento que tuve de haberle podido tomar la foto cuando el lehendakari Garaikoetxea, en su visita a Caracas, le hizo entrega de una muestra de reconocimiento por su labor desempeñada en la famosa e histórica emisora de Radio Euzkadi, desde la Txalupa de los valles del Tuy.

Esa entrega, hecha por nuestro lehendakari, resumía el homenaje a uno de esos tantos que habían dedicado su tiempo, su mente y espíritu a su ideal patriótico y nada más que por eso, por su entrega, le quería, le quiero y le respeto.

Sé, porque lo vi, que Guillermo, quien no era de lágrima fácil, se le empañaron los ojos cuando le entregué la foto como testimonio de un momento tan trascendente para él. Espero y deseo que Aitzbea e Itziar puedan leer esta nota y sientan, desde 8.000 kilómetros, tal como él decía, mi cálido y solidario abrazo en estos momentos tan tristes.

Musu bat, Guiller!