Bilbao. La voz de S. M. G, acusado de acabar con la vida de su exnovia en Barakaldo y dejar mal herido a otro varón en 2010, solamente pudo ser escuchada para responder a las preguntas que ayer, primera sesión del juicio con jurado popular que se sigue en la Audiencia de Bizkaia, le fueron formuladas por su abogada. Así, en su relato de los hechos, el joven que en la actualidad tiene 25 años, reconocido que sufrió un arrebato de celos al verla con otro hombre, que no recordaba haberla achuchillado, aunque sí verla en el suelo "rodeada de un charco de sangre".

El discurso exculpatorio de la defensa incluyó un descargo de culpa con la tesis de que S. M. G. sufre un retraso mental leve, y que contaría con un cociente intelectual de 63, lo que equivaldría a actuar de la misma forma que un niño de entre ocho y 11 años. Todo ello con la intención de desmontar los argumentos de la Fiscalía y las acusaciones particulares que apuntan a la premeditación y la planificación de los acontecimientos que concluyeron con el asesinato de Cristina E. B. en su domicilio.

El Ayuntamiento de Barakaldo y el abogado del Estado por tratarse de un delito de violencia machista, coincidieron en destacar la "premeditación y planificación" que requirió el crimen y que el acusado era "plenamente consciente de lo que hacía".

Además, "sorprendió" a sus víctimas que se encontraban en la más "absoluta indefensión" porque "sabía y quería matar" a ambos, afirmó la fiscal, quien considera probado que S. G. M. preparó una mochila con un arma blanca y útiles de escalada para descolgarse de la azotea y entrar en el piso de la joven, donde aguardó escondido hasta que llegaron ella y su nuevo novio.

Entonces, añadió, usó una katana y un cuchillo para atacar primero al hombre, que logró huir mal herido a pedir ayuda, y después a la chica a quien propinó dos puñaladas, una de ellas en la nuca. La defensa sostuvo que el acusado quebrantó la orden de alejamiento de la joven "de mutuo acuerdo" con ella, ya que se habían visto en varias ocasiones con esa resolución ya vigente y no allanó la vivienda porque entró con una llave.

Asimismo, descartó que hubiera planificado matar a la que fuera su novia y dijo que esta tuvo posibilidad de defenderse, por lo que consideró esa muerte como un homicidio imprudente y el ataque al joven como un delito de lesiones físicas, al tiempo que planteó para el acusado la eximente completa de trastorno mental. Ante el tribunal, S. M. G. aseguró que "nunca había maltratado ni le había puesto la mano encima" a la chica y que "jamás" le había amenazado y aseguró que ella había puesto una denuncia falsa. Dijo que esperó a la chica en su casa para "hablar" pero que ella llegó acompañada de otro hombre y entonces él se tuvo que defender "con una katana de juguete" del ataque de este, que había cogido un cuchillo.

Según añadió, en un forcejeo entre ambos, el nuevo acompañante de la chica "se cortó" en el cuello, en dos ocasiones y que, entonces él, se acercó a Cristina "pero no era consciente de que llevaba un cuchillo en la mano", escuchó a la chica "chillando" y luego la vio "en el suelo", pero no recuerda lo que pasó. "Estaba fuera de mí y en estado de shock por descubrir que me era infiel. Solo recuerdo ver a Cristina en el suelo rodeada de sangre", indicó.