BARCELONA. Las cuatro personas muertas ayer en el incendio de un solar de la calle Bilbao del barrio del Poblenou, en Barcelona, eran jóvenes rumanos. Así lo explicó el primer teniente de alcalde, Joaquim Forn, quien aseguró que se alojaban en una finca cerrada. Aunque de momento no se ha identificado a las víctimas, Forn indicó que la finca llevaba diez años habitada por un matrimonio rumano, que hacía de enlace con otros compatriotas que vivían con ellos de forma intermitente.
El dueño del edificio no había cursado denuncia, por lo que el Ayuntamiento no había iniciado proceso de desalojo, aunque sí se había puesto en contacto con ellos. Según Forn, el Consistorio contactó con el matrimonio en noviembre para ofrecerles ser repatriados a Rumanía o ayuda de los servicios sociales, pero se negaron a ambas opciones.
El Ayuntamiento, que tiene registradas una treintena de fincas en la zona ocupadas de forma ilegal, volvió a hablar con ellos en marzo, cuando se encontró a siete personas residiendo en la finca, que volvieron a rechazar la oferta. Los fallecidos son tres hombres y una mujer, que murieron por inhalación de humo al incendiarse una rampa bajo la que se cobijaban y en la que se acumulaban maderas, colchones y otros objetos, que formaban un cobertizo que utilizaban como vivienda precaria.
Un miembro de la Asociación de Vecinos del Poblenou que reside junto al solar, Joan María Soler, aseguró ayer que tenían una buena relación con ellos. Según Soler, la finca estaba habitada por una pareja de unos 40 años y sus dos hijos varones, que desde hace tiempo pasaban largas temporadas en Rumanía aunque ahora se encontraban con sus padres.
"Era gente muy pacífica, y después de tantos años aquí tenían buena relación con la vecindad", agregó. Los vecinos ayudaron a la pareja a conseguir trabajos temporales, como pequeñas obras en viviendas cercanas, aunque durante los últimos años se dedicaba a la recogida de chatarra debido a la crisis.
Soler, quien apuntó que años atrás en el mismo solar vivía más gente, manifestó que las condiciones de la finca eran muy precarias y "hacían fuego para cocinar y calentarse", algo que confirmaron otros vecinos. Un residente de la misma calle, Francesc, subrayó que la pareja era "cercana", no causaba problemas y el marido acudía con frecuencia junto a otros vecinos a bares de la zona. Una vecina del bloque de enfrente, Nuria Salvador, confirmó que la familia llevaba una década en el solar, cuyo acceso "controlaban con su propio candado, por lo que nadie accedía sin su consentimiento".