J.V.- La pregunta de la introducción era para centrar la reflexión… pero también para que intentes contestarla. Si le echamos un pulso al tiempo, ¿es posible ganarle? Fíjate que yo firmaría el empate…
I.Q.- Nosotros podemos conducir nuestra vida e inclusive ganar al tiempo nuestras partidas particulares del día a día. Hay una apuesta con el tiempo que no podemos ganar y es aquella que nos lleva a detener nuestro reloj. Hay una bella frase de Mario Lago que dice: "Hice una apuesta de coexistencia con el tiempo, ni él me persigue, ni yo huyo de él. Algún día nos encontraremos". Creo que resume muy bien la mejor manera de gestionarlo.
J.V.- ¿Por qué hay personas que parecen sacarle petróleo a una hora y otras a las que esa hora se les va en un suspiro y sin nada práctico que echarse a la boca?
I.Q.- Por aquello que eligen como elemento de ocupación o, si se prefiere, de entretenimiento (cuanto más entretenido, más rápido se pasa). Eso que dices creo que es cierto y mira tú por donde, tanto para uno como para otro el ritmo es el mismo: sesenta segundos el minuto y sesenta minutos la hora. La imaginación al poder.
J.V.- Supongo que es importante plantearse cuántas cosas queremos hacer y cuántas cosas somos capaces de hacer. Presupuestamos mal. Nos vamos cargando de cosas "pequeñas" y acabamos ahogados.
I.Q.- Sí. Siempre repito aquello de los objetivos, de la planificación del tiempo y de la priorización. Decidir en este caso lo que se hace siempre es costoso, porque supone renunciar a algo, pero es necesario hacer ese ejercicio, y al hacerlo, pensar en todos aquellos que no pueden escoger, simplemente porque no tienen ninguna opción. Bendita la hora en la que tenemos que decidir.
J.V.- Si estamos en la situación de la pregunta anterior, es fundamental renunciar a tareas. Saber decir "no" y aprender a delegar nos ayuda. Pero, ¿cómo elegimos las cosas que hacemos y las que dejamos de hacer si creemos que tenemos la necesidad de hacer todas?
I.Q.- Pues buscando aquellas en las que nos sentimos más satisfechos cuando las hacemos. Normalmente, lo que produce una satisfacción se suele hacer porque gusta y se suele hacer con esmero. Cuando el resultado es muy importante y tiene un impacto social, es aconsejable delegar aquello que otros hacen mejor por mucho que nos guste hacerlo a nosotros.
J.V.- Un error muy común: a la hora de renunciar a algo, sacrificamos el tiempo de descanso. Si es excepcional, no pasa nada. Pero convertirlo en costumbre puede ser letal.
I.Q.- Estoy de acuerdo contigo. Es necesario relajarse y dedicarse a algo muy sano y que requiere aprendizaje como es saber perder el tiempo. Yo me voy entrenando para mi cada vez más próxima vejez. Quiero dejar de estar pendiente del reloj sin hacer nada especial.
J.V.- Una frase muy escuchada: "Tengo tantas cosas que hacer, que no sé por dónde empezar". Ahí ya hay un fallo de partida. Decidir por cuál empezamos nos va a llevar más tiempo aún…
I.Q.- No debería. Hay que determinar lo que se hace por orden de importancia. Cuando no resolvemos lo importante a su debido tiempo, terminamos generando muchos asuntos urgentes que tienen peor solución. La decisión se debe de tomar previa reflexión, pero sin demora. La elección es si decido yo mismo o deciden por mí. Evitar tomar decisiones nos lastra y nos quita el placer de ser los conductores de nuestra propia vida.
J.V.- Curiosamente, a veces no son tantas las cosas que tenemos que hacer, pero no somos capaces de quitarnos de encima la sensación de que no vamos a poder con todas. ¿Cómo nos convencemos de que sí?
I.Q.- Pues poniéndonos a la tarea sin descanso. Nunca entendía cómo se podía encestar un balón de saski en su canasta hasta que un día tiré y la metí "líquida" como dicen los chavales; me pareció que había tenido mucha suerte hasta que el siguiente tiro también entró. En ese momento me di cuenta de que todo aquello que intentas sale, mejor o peor, pero sale, y cuanto más lo repites, mejor.
J.V.- Y luego está ese 'palabro' del que ya hemos hablado en estas páginas, la procrastinación, es decir, aplazarlo todo eternamente. ¿Pereza o inseguridad?
I.Q.- Ambas cosas. Pereza en el vago e inseguridad en la persona insegura que tiende a evitar los compromisos. También en las personas que son muy perfeccionistas. La perfección no existe, la búsqueda de lo mejor sí, ese es el camino.
J.V.- Los excesivamente perfeccionistas pierden más tiempo y no les luce mucho ¿Cierto?
I.Q.- Hombre, no se debe hablar en términos absolutos, pero preferentemente suele ser así. Cuentan de un coro que empezó a preparar su participación en un concurso de masas corales con un año de antelación. Dicen que dedicaban cada vez más horas cuanto más cerca estaban del día de la representación. Llegado el día del concierto, acudieron al escenario del certamen muy pronto por la mañana para no perder la vez. Como faltaba mucho tiempo para la actuación y todavía les faltaba "un algo" para hacerlo perfecto, se aislaron en una sala para seguir ensayando otro poco hasta conseguir la perfección. Cuando llegó su turno no se dieron cuenta y siguieron ensayando. Los descalificaron y perdieron así su oportunidad de cantar y mostrar el resultado de su trabajo durante doce meses. A veces no es que no les luce mucho, es que no les luce nada.
J.V.- A pesar de lo dicho hasta ahora, en ocasiones es recomendable perder el tiempo porque sí, haciendo cosas aparentemente no productivas y placenteras.
I.Q.- Ya te lo he dicho un par de preguntas antes, me parece tan recomendable que yo intento cultivarlo siempre que puedo. Creo que no hay tiempo más de mi propiedad que aquel que puedo perder sin hacer daño a nadie y viviéndolo como el último momento de mi vida. Un verdadero placer.