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Más de la mitad de los abusos sexuales a niños se inician entre los 3 y los 7 años

Más de la mitad de los abusos sexuales a niños se inician entre los 3 y los 7 añosFoto: AFP

Donostia. El abuso sexual infantil es "un problema universal", recalca Maite Azanza, terapeuta de la Asociación de Gipuzkoa de Abuso Sexual en la Infancia (GASJE). "Es universal y complejo", incide para aclarar que, hoy en día, no es acertado afirmar que se den más casos; lo que ocurre es que "salen más a la luz porque, entre otras cosas, hay una mayor concienciación de los profesionales". Es por ello que por lo que no se puede asegurar que en las zonas rurales, por ejemplo, se produzcan más abusos de este tipo que en la ciudad o al contrario.

Ayer se conmemoró el Día Internacional para la Prevención del Abuso Contra los Niños, Niñas y Adolescentes, por lo que desde la Asociación GASJE aprovecharon la jornada para arrojar algo de luz sobre una problemática que se silencia demasiado a menudo.

Afortunadamente, con el paso del tiempo se ha producido una "evolución positiva" en la detección de los casos de abuso infantil por "una mayor sensibilidad" de los profesionales que pueden tener en sus manos la posibilidad de denunciarlo: maestros, trabajadores sociales y médicos en general, sobre todo pediatras en la edad infantil y ginecólogos y psiquiatras durante la madurez.

Según algunos estudios, el 23% de las niñas y el 15% de los niños sufren abusos sexuales antes de cumplir los 17 años; aunque estos suelen comenzar a una edad más temprana, sobre todo en la franja de edad de entre 3 y 7 años (el 57% de los casos). Antes de los tres años es difícil que el niño se acuerde de haber sido objeto de las agresiones, aún así, los casos rondan el 9%.

A partir de los 11 años baja la incidencia, sobre todo si se habla de los menores de más de 13 años -hasta los 17-, aunque por otro lado es en esta franja donde se sitúan los casos "más graves", como las violaciones, los embarazos, etcétera. Pero los abusos sexuales no son solo los casos más extremos. Normalmente, el agresor suele ser alguien cercano y la mayoría de las veces se da de manera "intrafamiliar", bien por el padre, bien por los hermanos, abuelos o tíos del menor. "Generalmente no usa la violencia. El abuso sexual llega más bien a través del juego y de la seducción. Se aprovecha que el niño no tiene todavía muy claros los criterios de normalidad", concreta Azanza.

¿Cómo y cuándo sale a la luz el abuso? No es habitual que los abusos se revelen cuando la víctima es un niño por varias razones. Por un lado, los menores no suelen hablar de ello hasta que son adultos. Por ejemplo, en ocasiones, en el caso de las niñas, hasta que aparece otro hombre en su vida (un novio) y le revela, por primera vez, lo que han sufrido. Entre tanto, puede que no se dieran cuenta o, simplemente, negaran lo que les estaba pasando. Suelen encontrarse, como muestran algunos de los dibujos realizado por víctimas de abusos, "sobreviviendo en un túnel grisáceo en el que solo muy a lo lejos se puede ver la luz".

Por otro lado, de niños "a veces, lo dicen pero nadie se suele hacer eco de ello". Y es que el hecho de que el abusador sea alguien cercano supone, según detalla la terapeuta, "que las secuelas sean más graves y superarlo, más difícil". "La persona que tienen que protegerlos es la que abusa de ellos y el adulto no abusador posee menos capacidad para hacerse cargo de lo que ocurre", mantiene Azanza. "Es demoledor cuando el abusador es el padre", sentencia.

Insomnio, pesadillas, problemas de contención de orina, ataques de rabia contenida, aislamiento social, vaginismo, anorgasmia, dispareunía, problemas de ansiedad, bulimia, tabaquismo, ludopatía, drogadicción,... La lista de secuelas que pueden llegar a producir los abusos sexuales en edades tempranas son interminables.

Hay esperanza No obstante, desde la asociación quieren lanzar un mensaje positivo, como la luz que aparece al final del túnel de esos dibujos. "La gran mayoría de las personas pueden salir de esa situación de sufrimiento y vivir más contentos consigo mismos", asegura Azanza. Por ello, reclama a los profesionales un "esfuerzo en escuchar cuando algún afectado les revele su historia". "Que recojan el problema y si no pueden ayudarle, que lo deriven, porque si no, nos encontramos con la revictimización, lo que provoca que la víctima se repliegue y se refuerza la sensación de impotencia, indefensión y de que no hay solución", apunta.

Por otro lado, al adulto no abusador reclamaría que "escuche, hable y acompañe al niño a buscar ayuda porque solo el hecho de dar esos pasos ya es algo terapéutico" de por sí.