Barbas navarras, pintas irlandesas

La del jueves fue una celebración nueva, inusual de San Patricio. Había experimentado en el pasado el engendro celebratorio de los elitistas Irish pub porteños; una tradición inseminada artificialmente en Buenos Aires durante los años noventa, cuando un dólar estadounidense equivalía a un peso. Por aquel entonces conocimos las galletitas Oreo, las papas fritas Pringles, los Corn Flakes de Kellogg"s. También fuimos introducidos masivamente a la cerveza Guinness. Lo pinta de la famosa vitamina G era expendida por la módica suma de un peso y medio los días de San Patricio.

Cuando me mudé a Estados Unidos para realizar mis estudios de doctorado conocí otro tipo de festejo: el mega desfile anual de la Irish-American community de Nueva York. De la mano de mi amigo Sean Monahan superé la fase matutina de mi ritual de iniciación: sortear miles de obstáculos verdes excitados y al borde de un coma etílico. Nuestro objetivo -observar las decenas de compañías de bomberos y policías irlandeses-estadounidenses marchando por la Quinta Avenida- ameritaba considerables sacrificios. El resto del día se iría entre pintas y sandwiches de corned beef (carne vacuna alimentada a base de granos), pan de centeno y col. El escenario no podía ser más apropiado: McSorley"s Old Ale House (McSorley"s a secas para los amigos), la taberna irlandesa más antigua de Nueva York.

Este último jueves festejé Saint Patrick"s por segunda vez en Bilbo; lo hice de una manera especial: asistiendo al concierto de los Bizardunak junto a un grupo de amigos. Su fama precedía ampliamente a la banda. Mi amigo Fernan los había calificado como "los personajes más gamberros, borrachuzos y desmadraos del panorama musical de Euskal Herria de los últimos años" (sic.). Las expectativas generadas eran altas; la actuación de los barbudos no defraudó ni un poquito.

Los programadores del Kafe Antzokia saben lo que hacen: los Bizardunak son una elección natural para celebrar el día de San Patricio. Su folk radical vasco -amalgama de la rebel music irlandesa (subgénero del folclore irlandés con tinte ideológico republicano), el rock and roll estadounidense, el orgullo proletario marxista y el independentismo navarro- destila el corazón del sentimiento de hermandad existente entre el pueblo irlandés y el pueblo vasco. En el Antzokia flameaba la bandera de Irlanda junto a la Ikurriña. (Faltaba el emblema de Navarra, y los Bizardunak protestaron.)

El primer disco de los trovadores navarros incluye temas como Santacruz apizaren kondaira, un homenaje al sacerdote Santa Cruz, combatiente de las guerras Carlistas que murió en el exilio mientras misionaba con la Compañía de Jesús. También Burutik egina eta deabruak hartua, un tema que nos habla de la historia de Germán Rodríguez, un joven asesinado por la policía nacional en los fatídicos sucesos de los Sanfermines del 78. El tema enseña del segundo disco de los Bizardunak es Euskal Herriko Oreoak, una dura crítica a los "vascos por fuera y españoles por dentro". Bizardunak resignifica, así, un concepto acuñado y popularizado por la población negra estadounidense: las galletitas bicolores como metáfora de la traición a la propia raza.

Los Bizardunak se definen como "currelas que hacen música". Según Jose Mari, su vocalista, sus conciertos en directo son su "día de pedo". (Se nota.) La del jueves fue una verdadera fiesta de San Patricio. Cantamos y bailamos hasta el cansancio, y una treintena de espectadores poseídos acabó entonando un par de temas sobre el escenario. Jose Mari, exhausto, entregó el micrófono y se sentó en la escalera a beber, y a escucharlos? Sonaba Shane MacGowan"s Basque Paddys, un himno al lazo entre Irlanda y Navarra, Galway y Tutera, y un tributo al líder de la mítica banda The Pogues.

*Socióloga argentina