donostia. Mes y medio después de la catástrofe, el Motxo se ha convertido en un amasijo de hierros empaquetados que viajan a la chatarrería. Las labores de despiece del buque bermeotarra, en las que se han afanado durante los últimos días dos cuadrillas de soldadores, han concluido. El pecio ha sido reducido a 16 piezas. Son bastantes más de las inicialmente previstas, una alteración de planes que ha buscado en todo momento facilitar la extracción del navío con la menor afección de la rasa mareal entre Deba y Zumaia, un biotopo protegido de alto valor ecológico.

"Esto ya está visto para sentencia", indicaban ayer gráficamente desde Grúas Usabiaga, empresa encargada de las labores de retirada del buque. Casi medio centenar de operarios se ha entregado a la tarea durante el último mes. Una decena de ellos se ha centrado en los últimos días en descontaminar cada una de las piezas, que ayer por la tarde viajaban en un enorme camión todoterreno rumbo a la chatarrería. "Tenemos ya todo cortado y, en cuanto desplacemos los restos, trataremos de dejar todo con la menor afección posible", indicaba Iñigo Usabiaga, de la empresa del mismo nombre. La tarea, a más tardar, concluirá mañana.

A pesar del difícil acceso a la zona, o quizá precisamente por ello, los hurtos se han sucedido estos días con inevitable frecuencia. Desconocidos, según indican fuentes consultadas, han aprovechado el amparo de la noche para llevarse lo que han podido, desde utensilios de pesca hasta pedazos de hierro que malvender.

fin del naufragio Llega así, con el traslado de las piezas, el epílogo de unos hechos que arrancan el 4 de noviembre, cuando el Motxo, de casi 25 metros de eslora, zarpa del puerto de Bermeo y acaba naufragando ese mismo día, lo que exige la evacuación en helicóptero de sus nueve tripulantes. El barco vuelca al día siguiente cuando un remolcador trata de reflotarlo. Sus restos han permanecido hasta ahora en el lugar, dejando atrás preguntas que siguen sin despejar. Mucho se ha especulado sobre lo ocurrido y, de hecho, la Fiscalía de Gipuzkoa ha abierto una investigación para determinar, quizá, la que puede ser la principal cuestión y es si el barco se encontraba faenando de forma ilegal en una zona protegida

La versión oficial, la que han ofrecido los propietarios del navío, es que un golpe de mar hizo que las redes se enredaran con las hélices del barco, lo que acabó provocando el encallamiento. A falta de males, durante este tiempo, el operativo de rescate ha estado condicionado por las inclemencias meteorológicas. La situación se ha visto agravada por el fuerte temporal que ha azotado la costa con vientos, en alguna ocasión de más de 120 km/hora, y olas de hasta siete metros que mecieron el buque como si de un juguete se tratara. Salvamento Marítimo se vio obligado a suspender las labores que técnicos realizaban en la zona. El barco perdió las aproximadamente trece toneladas de gasoil que había en sus tanques pero, al parecer, no se encontraron manchas importantes de combustible en el flysch debido a las características de biodegradación del gasoil.

En la recta final del proceso, a comienzos de este mes, una grúa gigante capaz de cargar con 200 toneladas de peso extraía el barco de la rasa mareal, tras lo cual comenzó el desguace ahora culminado. Se estudió la posibilidad de desmontar el pesquero en las rocas, pero finalmente se optó por sacarlo de la rasa mareal para evitar que el oleaje y las mareas ralentizaran la operación.