Donostia. Un grupo de 750 laicos, sacerdotes y personas cercanas a la Iglesia remitió ayer a los medios de comunicación una carta abierta al obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, con la que pretenden "limpiar" el buen nombre del teólogo Joxe Arregi, "pues Joxe no es un mentiroso". Este nutrido grupo defiende que quiere "encontrar al Dios Padre-Madre que nos salva y da la vida, que nos lleva a salvar y dar vida" y en ese caminar "nos ayudan personas concretas y una de ellas, Joxe Arregi, hasta ahora franciscano y presbítero, y gracias a usted en el exilio de lo que es su vocación y de la llamada que Dios le hizo y le sigue haciendo, aunque ahora tenga que realizar de otra manera".

El teólogo Joxe Arregi denunció en junio la intención del obispo de hacerle callar o enviarlo al extranjero. Arregi dejó entonces de hacer declaraciones a los medios de comunicación, dar sermones en Arantzazu y publicar sus reflexiones semanales por orden de las autoridades eclesiales a raíz de que criticara la designación del prelado como nuevo responsable de la diócesis de Donostia, antes de que se produjera.

Pero más tarde Arregi alzó la voz para denunciar que Munilla pedía un castigo mayor. "Debéis callar del todo a Joxe Arregi. Yo no puedo, hasta dentro de dos años, hasta que haya tomado las riendas de la diócesis, adoptar directamente esta medida contra él. Pero ahora debéis actuar vosotros. Os exijo que lo hagáis", son las palabras que Arregi adjudicó a Munilla. Este hecho fue negado por el nuevo obispo, aunque provocó que Arregi se reafirmara en sus declaraciones. Ante esta situación, Arregi se vio obligado a dejar la orden franciscana: "No he necesitado, pues, de grandes discernimientos: o acataba o me iba", escribió.

"Dios en la vida diaria" En esta última carta abierta dirigida a Munilla, el grupo de firmantes destaca que con Arregi han "aprendido a contemplar y admirar la tierra que Dios nos ha dado, vamos aprendiendo a no quedarnos con los brazos cruzados y a buscar la verdad y comprometernos" y añaden que así han "descubierto a Dios en la vida diaria no como algo lejano sino como presencia".

En la misiva remitida ayer, este grupo explica a Munilla que cuando quieren en su vida "gozar con el Dios que nos salva, duele profundamente que los mismos encargados de animarnos en esa experiencia, nos confundan y hagan sufrir tanto". Además, le dicen al obispo que les "sorprende que a esa agua se le califique de sucia y si esas palabras salen del pastor que esperábamos defendiera a sus ovejas, cuando eso es así, el dolor es más profundo y la esperanza se nos hace muy difícil" concluyen en el documento firmado por 750 personas.