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"Necesitamos la bofetada para reaccionar porque la gente sólo se pone las pilas cuando no le queda otra"

Como si fuera un ser extraplanetario, Álex Rovira cree que se puede atacar la crisis con utopía. Y opina que hoy son necesarios los idealistas prácticos, "los que tocan con los pies en el suelo pero anhelan las estrellas" porque piensa que la resignación "es un suicidio cotidiano"

bilbao. Alex Rovira (Barcelona 1969) es un economista raro, un tipo que explica este caos económico y financiero a través de las emociones, la inteligencia y la responsabilidad y que entiende la crisis actual como una crisis de valores. Asegura no poseer madera de escritor, pero todo lo que publica lo convierte en best-seller. Colaborador en distintos medios de comunicación y conferenciante prolífico, ha publicado varios libros de autoayuda que han dado la vuelta al mundo: La buena suerte, La brújula interior, La buena vida o La buena crisis, son algunos de ellos.

Sostiene que la respuesta a nuestros problemas está en nosotros mismos, en la necesidad de potenciar nuestra inteligencia emocional y social. ¿Qué es eso?

Sí, siempre digo que la asignatura pendiente es humanizar a la humanidad porque hay una enorme desalfabetización emocional en el sentido que hay muchas personas que no saben la diferencia entre una actitud y un valor. Hay muchos que no saben la diferencia entre un pensamiento y un sentimiento pero sobre todos hay muchos que no son capaces de mirar en su interior y diferenciar si lo que sienten es tristeza, rabia o frustración. Creo que, en buena parte la crisis que vivimos es una consecuencia de eso. El síntoma de la enfermedad es la crisis pero la causa, la verdadera dolencia, es una crisis de valores y a la vez, la causa esencial es una crisis de consciencia.

Explíquese.

Es que a toda crisis se llega a través del vicio y de toda crisis se sale con la virtud. No hay otra. A la crisis se ha llegado por la ambición, por el egoísmo, por el narcisismo, por haber comprado con dinero que no teníamos, por el endeudamiento excesivo, por la falta de regulación... Y de la crisis se sale trabajando, con voluntad, perseverancia, buen humor, con capacidad de ánimo para enfrentar la adversidad... en definitiva con las cualidades que nos hacen humanos.

Mantiene que la fórmula de la felicidad o la receta para salir de la crisis no se pueden encontrar en un libro de autoayuda... ¿Para qué leer sus publicaciones entonces?

Tampoco te podría dar una explicación porque a veces es la pregunta que me hago a mi mismo. Pero lo que yo digo es que a la hora de escribir, yo me sitúo como si tuviera una conversación con un amigo. No pretendo ser barroco, ni complicado. Aunque los libros no están exentos de un gran trabajo previo, de mucha lectura, documentación y mucha reflexión. El ingrediente de esta cocina es que se habla al cómplice, al amigo, no quieres convencer a nadie pero sí compartir. Y siempre desde el sentido común.

Para usted, la crisis es un cambio, un aprendizaje, pero mientras la vives, es algo terrible. No sé si sirven las palabras de consuelo.

Tampoco quiero caer en el veneno de la estupidez y del buenismo. Primero creo que hay que diferenciar lo que es una desgracia de lo que es una crisis. Una desgracia es un acontecimiento trágico de naturaleza irreversible como perder a un ser amado. Y no hablo desde la teoría ya que por suerte o por desgracia me ha tocado vivir alguna desgracia y he intentado encontrar un sentido y compartir lo que me ha sido útil. Por eso creo que no hay panaceas. Cuando estás en un duelo, no hay palabras de consuelo. Sólo te puede acompañar el silencio de una persona amada.

O sea que si la vida es lo que hagamos de ella, ¿cómo se elige en cada momento nuestra actitud?

Es que cuando no hemos sido educados en la capacidad de poder elegir no consideramos otras opciones a la vida frente a las situaciones que nos llegan. Sin embargo, ante cualquier circunstancia, siempre hay otra opción. Eso no quiere decir que sea positiva. Ante la vida, tenemos muchas opciones pero llevándolo al límite, tenemos dos: la resignación o la lucha. Motivos para el suicidio y para el abandono vamos a encontrar continuamente, pero tenemos hijos, tenemos padres, pareja y por supuesto amigos. Motivos para la apatía, la resignación, el nihilismo, van a haber siempre. Pero nuestra responsabilidad como seres humanos es poner belleza, consciencia o amor donde no los haya.

Es muy difícil combatir con consciencia, confianza y optimismo los tijeretazos, los recortes económicos, la reforma laboral o la subida de impuestos.

Es que este planteamiento tiene trampa, la pregunta parte de una premisa falsa. Es como si alguien que ha fumado treinta años como un carretero, cuando ya ha desarrollado el cáncer de pulmón, va al médico y le dice: "doctor, usted consuéleme y cúreme inmediatamente". Lo que no puede ser, no puede ser. Hemos comprado con dinero que no teníamos, cosas que no necesitábamos para impresionar a quien no conocíamos, hemos comprado con activos que no sabíamos lo que costaban y todo eso ha sido permitido por una regulación que no sabíamos en qué consistía. ¿Cómo quieres que eso se repare en dos días? ¿Cómo quieres que el 16% del PIB de un país que se dedicaba a la construcción se reubique en dos días? ¿Cómo quieres que instituciones donde el absentismo llega hasta el 40% se recuperen? Hay mucha mentira que tiene que reventar.

Usted también ve la crisis como oportunidad.

Cuando digo que la crisis es una oportunidad, no lo digo para encontrar chollos ni para ir de rebajas. Lo digo porque es una oportunidad para salir de tanta indecencia, tanta holgazanería y tanta mala leche. Y, o nos ponemos las pilas o de ésta no salimos. Aquí las palabras no valen. A la vecina que está desempleada y ya no cobra el subsidio de paro, hay que darle de comer. Yo no pretendo convencer a nadie pero pretendo provocar el debate y la reflexión. O cambiamos por convicción o por compulsión.

¿Qué quiere decir?

Que quienes cambian por convicción lo hacen desde el amor, con propósito, coraje y mucha fe. Pero la mayoría de la gente cambia por compulsión, desde la inconsciencia. Son los que piensan que el crecimiento ilimitado es sostenible, que pueden estrujar a la madre Tierra como si no tuviera alma y viven, como diría Erich Fromm en el tener en lugar de vivir en el ser. El futuro será un pulso entre la palabra, la consciencia, el diálogo y la educación y Berlusconi. Y el que quiera paracetamoles que los compre en la farmacia.

¿Está acusando de todo este maremágnum

Hay muy buena gente en política pero hay muchos políticos indecentes, mediocres... gente que ha medrado al amparo del partido y luego se dedica a hacer favores, tanto en la oposición como en el poder. Tenemos lo que nos merecemos porque tenemos un país que prefiere ver a Belén Esteban antes que formarse. Hay dos tipos de países, Alemania es seria y Grecia no es seria y nosotros, ya veremos lo qué seremos. Es puro sentido común. Hay que ponerse las pilas. No podemos esperar un crecimiento ilimitado. Eso no se aguanta a la larga. O aprendes e incorporas nuevas actitudes ante la vida o no hay nada que hacer.

¿De verdad necesitamos el efecto bofetada para reaccionar? ¿Respondemos mejor al palo que a la zanahoria?

Sí, necesitamos esa bofetada porque la inmensa mayoría de la población es reactiva, sólo se pone las pilas cuando no le queda otra. Pelea para no perder a su pareja, cuando ésta le dice "me voy". Sólo se pone a trabajar duro cuando le dicen que viene un ERE, sólo cuida sus hábitos de salud cuando sufre una dolencia. Pero hay un 15% de la población que tiende a actuar no por reacción sino por convicción. Esos estilos no son sólo genéticos, se puede hacer una pedagogía. Se puede educar con la zanahoria.

Más que un economista es usted casi un guía espiritual. De hecho, se define como psiconomista

Sí pero yo no sólo predico. También aporto soluciones. Colaboro con muchas fundaciones y ONGs, he montado empresas, y estoy dando el callo. Porque si este discursito lo das desde un marco teórico de referencia y no te remangas, ¿de qué sirve?

Usted suscribe la iniciativa "estosololoarreglamosentretodos" pero ha tenido críticas porque detrás hay empresas que en cierta medida han contribuido a la crisis.

Yo entré ahí por Buenafuente y porque los promotores de la idea eran personas muy coherentes y muy buena gente. Me parece un buen proyecto porque de verdad pienso que esto sólo lo arreglamos entre todos.

Son idealistas con los pies en el suelo.

No es incompatible. El mundo se aguanta gracias a la madre Teresa de Calcuta, a Vicente Ferrer... y gracias a tantas personas que están, por ejemplo, en las parroquias dando el callo y que son idealistas prácticos. Lo que me has planteado es el ejemplo clásico del pensamiento cartesiano. Que nos sitúa en pares opuestos, entre el idealista y el práctico. Necesitamos idealistas que anhelen las estrellas, ahora y siempre...

Por favor, denos algún recetario de urgencia para combatir tanto mal fario.

Yo no creo en los recetarios de urgencia. Yo lo único que puedo decir es que lean El hombre en busca de sentido del psiquiatra austriaco Viktor Frankl y que reflexionen. Y que lean a Jean Giono con El hombre que plantaba árboles y que reflexionen. Y que lean El hermano eterno de Stephan Sweig y que reflexionen. Y que lean a Willian Faulkner y a Antonio Machado y que la gente apague un poquito la tele y se dedique a hablar con su mujer y sus hijos y a poner las cosas sobre la mesa antes de que se pudran. Y sobre todo que intenten dar lo mejor de si mismos en cada momento a pesar de la mala leche.