LA mayoría de los estudios científicos publicados han asociado habitualmente el consumo de distintas sustancias estupefacientes a diversas alteraciones en el comportamiento neurológico y cerebral de los clientes de este tipo de drogas, principalmente el cannabis. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) ha elaborado un documento testado por las instituciones oficiales versadas en este tipo de asuntos que relaciona el consumo de hachís y marihuana con las conductas alimentarias.
En concreto, tal y como explicaron desde la institución docente, este grupo de investigadores vascos, en colaboración con sus homólogos de Burdeos, han logrado desvelar las claves del aumento del apetito provocado por el consumo de cannabis. La investigación ha identificado las neuronas implicadas en los trastornos provocados en los hábitos alimenticios de las personas usuarias de cannabinoides, detallaron desde la UPV-EHU.
Dicen los expertos en la materia, los consumidores y los fumadores pasivos que los rodean, que el consumo de derivados de la planta Cannabis sativa, como la marihuana o el hachís, provoca un aumento del apetito, de las ansias por llevarse algo a la boca; algo dulce, algo salado... Ése es uno de los efectos del tetrahidrocannabinol (THC), la principal sustancia psicoactiva que contiene el cannabis. Hasta aquí, todos los científicos y ciudadanos de a pie estaban de acuerdo.
Sin embargo, hasta el momento se desconocía cómo se desencadenaba el proceso por el cual, los consumidores de hachís y marihuana se transformaban en unos carpantas. Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, en el que colabora el grupo de investigación del doctor Pedro Grandes, del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina y Odontología de la UPV-EHU, ha desvelado cuáles son las neuronas que median el efecto del cannabis de aumentar el apetito.
Así las cosas y según desvela el documento científico elaborado por este grupo de investigadores, el THC estimula el apetito a través del receptor de cannabinoides CB1, pero, según ha descubierto la investigación que ha dirigido el doctor Giovanni Marsicano, del NeuroCentre Magendie, de la Universidad de Burdeos 2, en función de la dosis de THC, se pueden provocar efectos contrarios; esto es aumentar o disminuir el apetito en la persona consumidora.
Utilizando una combinación de técnicas genéticas, farmacológicas y anatómicas en ratones, los investigadores han demostrado que a dosis bajas, el THC aumenta el apetito, pero a dosis altas lo disminuye. Ello es debido, apuntan los investigadores de la UPV adscritos al Departamento de Neurociencias, "a que el THC actúa sobre los receptores de cannabinoides CB1 expresados en dos tipos de neuronas, las neuronas glutamatérgicas, neuronas excitadoras de origen cortical localizadas en las partes superiores del cerebro, y las neuronas inhibidoras GABAérgicas del estriado ventral ubicadas en zonas profundas del cerebro".
Contra la anorexia o la obesidad
Horizontes de esperanza
En concreto, a dosis bajas, un miligramo por kilo, el tetrahidrocannabinol aumenta el apetito, porque actúa sobre receptores CB1 distribuidos en neuronas excitadoras; mientras que a dosis altas, 2,5 miligramos por kilo, el efecto es el opuesto: disminuye el apetito, ya que actúa sobre CB1 situados en neuronas inhibidoras.
El conocimiento de estos mecanismos abre esperanzadores horizontes en el diseño de nuevas estrategias en el tratamiento de los desórdenes alimentarios. "Si pudiéramos actuar separadamente sobre las dos poblaciones neuronales, seríamos capaces de intervenir en determinadas enfermedades como la anorexia o la obesidad", explicaba a este respecto el doctor Grandes, del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina y Odontología de la UPV-EHU.
El estudio se titula Bimodal control of stimulated food intake by the endocannabinoid system y se publicó el mes de marzo (L. Bellocchio y cols., Nature Neuroscience, vol. 13, nº3: 281-283).