La era de los tecnoadictos
El marketing de los gigantes de la informática propicia el consumo desmedido y poco sostenible
Bilbao
Unai no se considera tecnoadicto pese a reconocer que su profesión le obliga a estar permanentemente conectado a la actualidad. Se queda pensativo un instante y pasa a enumerar sus juguetes electrónicos: un móvil, una cámara de fotos y otra de vídeo, un GPS para el coche, un reloj con GPS para salir a correr, dos MP3, un manos libres en el coche, varias radios digitales portátiles, un discman, una grabadora digital, una televisión de plasma, el DVD, un disco duro con TDT incorporado, el descodificador de Euskaltel, otro para canales vía satélite, la Play Station 2, otro disco duro multimedia, auriculares inalámbricos para la televisión, otros para el móvil, unos walkies, una televisión y DVD portátil para el coche, una estación meteorológica, una agenda electrónica Palm, un ordenador de mesa, otro portátil, el equipo de Hi-Fi, un radio-despertador de mesa... "Me da que me olvido de algo", dice, casi sin aliento "Vaya, cuando empiezas a contar salen mucho más de lo que pensaba".
El hogar de Unai no difiere mucho del de gran parte de los ciudadanos que, sin ser unos obsesos de las tecnologías de la información, no quieren quedarse al margen de los nuevos gadgets con que inundan el mercado las multinacionales. En parte facilitan la vida pero nos hacen cada día más dependientes. Y lo que es peor, crean artificialmente nuevas necesidades para que el consumidor acepte de buen grado cualquier nuevo artilugio que presentan como innovación.
El año 2010 se está convirtiendo en un momento clave para la comercialización de gadgets de nueva generación. Detrás de este desembarco se aprecia la apuesta de dos gigantes informáticos, Apple y Microsoft, por no perder su liderazgo ante el consumidor global. Microsoft está echando el resto con su proyecto Natal, una nueva concepción de juego multimedia que mejora las prestaciones de la Wii de Nintendo, al no necesitar mando con que dirigir el juego: el propio cuerpo del jugón es el mando. Además, la multinacional apuesta fuerte por el negocio de la telefonía móvil con el nuevo Zune -en la línea del iPhone- y, sobre todo, con los teléfonos inteligentes Kin, diseñados específicamente para optimizar la comunicación en las redes sociales y enfocados a los más jóvenes.
Los fanáticos de la mística de Apple están de enhorabuena porque a finales de mayo llegará al Estado español el iPad, el nuevo juguete de la compañía de Steve Jobs. Este tablet PC (denominado así por su forma) permitirá una nueva manera de consumir los productos multimedia y la navegación por internet, integrando en un mismo dispositivo de pantalla táctil el teclado y un lector de libro electrónico. El terremoto causado por esta irrupción es innegable. En su primera semana de comercialización en Estados Unidos, Apple vendió medio millón de unidades. Una reciente encuesta revelaba que uno de cada cinco españoles está interesado en el iPad. La capacidad de arrastre de Apple ha provocado que la mayoría de las firmas se apresuren a poner en el mercado sus propias tabletas. Es el caso de Asus, casa especialista en los pequeños notebooks, que lanzará su Eee-Pad en junio.
a la última
Ni revolucionario ni necesario
Pero no todo es tan revolucionario como nos venden. "Casi nunca un producto concreto revoluciona la sociedad porque la capacidad de ofrecer lo mismo por el resto de proveedores es casi instantánea", explica Pablo Garaizar, profesor de Telecomunicaciones de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto y que tiene un prestigioso blog sobre el software libre (softwarelibre.deusto.es). Con todo, Garaizar considera que el iPad ha acelerado la llegada masiva de los tablet PC a un precio razonable y "eso cambiará la forma en la que trabajemos y juguemos". A su juicio, la otra gran apuesta del año, los teléfonos Kin de Microsoft, no llegan a ese nivel rompedor. "Los jóvenes son precisamente el colectivo que menos problemas tiene en expandir sus relaciones en redes sociales, así que parece como darle unas zapatillas mejores a Usain Bolt, que seguirá corriendo muy rápido. El reto habría sido hacerlo con colectivos más reacios a las redes sociales".
La pregunta es si tanto una como otra innovación son necesarias para el ciudadano medio. ¿Cómo se entiende la fiebre consumista que recorre el globo sin excepciones? Baste recordar que un informe publicado en abril por Naciones Unidas denunciaba que en la India, el segundo país más poblado del mundo, hay ya más personas con acceso a un teléfono móvil que al cuarto de baño. "Las causas son la presión social por estar a la última y, lo más importante, el marketing y el bombardeo mediático -justifica Garaizar-. La mayoría de los trabajos informáticos se pueden hacer perfectamente bien con tecnología que casi todos consideraríamos obsoleta. La publicidad y el marketing consiguen que cambiemos nuestros contratos tecnológicos para obtener más puntos y con ellos conseguir teléfonos móviles con muchas más funcionalidades que no vamos a utilizar". ¿Cuántas personas tienen móviles con GPS integrado y sincronización con el correo electrónico que solamente usan para llamar y mandar un sms?, se pregunta.
"Nos da vergüenza sacar del bolsillo un móvil que solamente permita hacer esas dos cosas, aunque sea las que usemos exclusivamente. El contrasentido se agrava cuando esos móviles de ultimísima generación son más grandes y pesados que los más sencillos, y su batería dura diez veces menos", clarifica Pablo Garaizar. Para la gran mayoría de la sociedad, en tecnología es más importante la imagen que la funcionalidad. El ejemplo paradigmático es Apple. "Cada producto de esta compañía es tecnológicamente igual o más limitado que otras soluciones de similar presupuesto, pero han sabido explotar su imagen de calidad y usabilidad hasta el extremo de que hay comerciales de Apple que trabajan gratis las 24 horas del día", esto es, los adoradores de Mac.
Uno de esos grandes comerciales sin coste para la empresa fue en su momento el basauritarra Asier Lozano, que se define a sí mismo en internet como tecnoadicto. "De más joven -tiene 29 años-, era un fanático de Apple", compraba todo lo que su precaria economía le permitía y su iPhone es uno de sus gadgets más preciados. Como buena parte de su generación dedica mucho de su tiempo a conectarse a Twitter. Pero últimamente se está intentando quitar la adicción a Apple y asegura que el iPad no le interesa "mucho". "Me defino como tecnoadicto porque paso muchas horas con internet, tanto por mi trabajo como porque tengo un blog (Sareblog, una red de blogs comerciales en euskera) y, aunque no creo que esté enganchado, siempre estoy conectado". No es su caso, pero conoce casos de verdadera adicción, sobre todo, a juegos on line.
Porque pese a la frivolidad con que en ocasiones se utiliza el término, la mayor parte de los psiquiatras consideran que las tecnoadicciones son un hecho comprobado, sobre todo las relacionadas con la telefonía móvil y los juegos virtuales. "Las adicciones han existido siempre y sólo hay que remontarse a El jugador, de Dostoievski, para comprobar que vienen de lejos", explica Margarita Sáenz, psiquiatra del hospital gasteiztarra de Santiago. "La expresión de las adicciones depende mucho del momento social, cultural e histórico y, al igual que en el siglo XIX se enganchaban al opio o el láudano, en este lo hacen a internet o las redes sociales". Siempre que la dependencia repercuta en la vida personal, de manera que se deje de estudiar, de trabajar, de dormir, incluso, de salir de casa, debe servir de llamada de atención a los familiares. Sáenz recuerda el caso que trataron en el hospital de un chico que se aisló en casa y que se dedicaba a jugar on line a todas horas al famoso World of Warcraft. "Fue un caso parecido al fenómeno de los adolescentes hikikomori de Japón, que se enclaustran durante años en el hogar familiar. Se trataba de un chico de clase media, tímido, cada vez más enganchado a internet y que al final se negaba a salir de su habitación". La repercusión de estas adicciones llega al punto de que Corea del Sur ha aprobado una medida para limitar el tiempo que los adolescentes dedican a los juegos on line.
Pero lejos de estos casos dramáticos, lo cierto es que el consumo de las nuevas tecnologías mueve cantidades astronómicas y afecta directamente a nuestros bolsillos de consumidores. Recientemente un sondeo revelaba que la mitad de los españoles confiesan que no pueden vivir sin internet. Los hogares españoles destinaron 13.117 millones de euros en inversiones en nuevas tecnologías, siendo la telefonía móvil la que se lleva el mayor trozo del pastel. Y parece que no hay límite. Un estudio de la consultora Gartnet prevé que el gasto mundial en tecnologías de la información alcanzará este año los 2,49 billones de euros, un 5,3% más que el año pasado.
la política de tirarlo todo
Catástrofe ecológica
El precio del iPad en Estados Unidos oscila entre 499 dólares (376 euros) y 829 (625 euros). Un pico teniendo en cuenta que ofrece prácticamente las mismas prestaciones que dispositivos ya existentes. El consejo de Garaizar es simple y directo: "Lo bueno de la tecnología es que está en permanente evolución, por lo que, cuanto más retrasemos la compra, mejor equipamiento podremos adquirir y a menor precio". Se da la paradoja que un experto informático como él opta por la sencillez. "Al saber cuáles son mis necesidades, trato de retrasar cualquier cambio tecnológico hasta el punto en el que sea inevitable. Además de las razones económicas, hay razones tecnológicas. Utilizar software libre me permite estar un poco al margen de esa alocada carrera por necesitar la última tecnología para poder funcionar con las últimas versiones de los programas".
Al final de esta locura consumista no sólo tenemos menos dinero en nuestros bolsillos sino que dañamos el medio ambiente. "Desde el punto de vista ecológico, es catastrófico -insiste el profesor de la Universidad de Deusto-. Hoy en día es mucho más barato tirar algo y comprarlo nuevo que arreglarlo y eso tiene un coste ecológico muy alto. Todos esos gadgets se reciclan para tratar de recuperar la materia prima con la que volver a fabricar nuevo equipamiento tecnológico. Pero no es fácil y muchas veces se exporta basura tecnológica a países subdesarrollados para que sean ellos quienes rescaten las materias primas a costa de su salud". Nuevas tecnologías, pero abusos tradicionales.
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