BERMEO. El de ayer fue un día triste en el puerto de Bermeo. Por encima de exiguas capturas o escasas cotizaciones, la familia arrantzale estaba triste por la pérdida de otro de sus miembros. El barco Toloñope zarpó ayer de su puerto de base en un viaje sin retorno para completar su última travesía. Este pesquero construido artesanalmente en Lekeitio en 1988 soltó amarras para hacerse a la mar, pero en esta ocasión no lo hizo para navegar hasta Azores en busca de los primeros bonitos de la temporada o para recorrer las aguas del Golfo de Bizkaia a la captura de verdeles. El buque fue remolcado a una zona ubicada a unas doce millas de la costa donde fue hundido. Ahora reposa a más de cuatrocientos metros de la superficie por donde navegó durante 22 años.
El hundimiento de un barco concita sentimientos encontrados. Por un lado aparece la tristeza de la despedida. Atrás quedan alegrías y sinsabores de un proyecto iniciado con mucha ilusión y jalonado de obstáculos en su última etapa. "Me da mucha pena pero la verdad es que estoy deseando quitármelo de la vista cuanto antes. No quiero perder ni un minuto", dice nervioso, Josu Laiuno, último patrón del Toloñope.
La comitiva fúnebre estuvo comandada por el Aita Semeak Berria, buque de la flota de bajura de Bermeo, responsable de remolcar al difunto hasta el lugar donde reposará eternamente y servirá de refugio para las especies marinas. Desgraciadamente no se trata del primer desguace y hundimiento de un buque en Bermeo. Esta triste relación fue inaugurada en 1991 por los buques Nuevo San Nicolás y Serantes Mendi. Desde entonces, decenas de pesqueros han corrido la misma suerte y cuando concluya la campaña del bonito, el propio Aita Semeak Berria abandonará definitivamente la actividad pesquera. "No quería jubilarme y estaba dispuesto a seguir un par de años más pero he perdido la ilusión. Todo son problemas y además ahora nos prohíben pescar verdel. No se puede seguir así" sentencia Javier Balenciaga, patrón del Aita Semeak Berria.
del cantábrico al índico El cielo amanece gris. A las 7.50 horas de la mañana se inicia la maniobra. El Aita Semeak Berria comienza a tirar del Toloñope que parece no querer perder el abrigo del puerto, como si supiera que le llevan al matadero. Las primeras maniobras son las más delicadas. Nada especialmente complicado para un veterano patrón como Javier Balenciaga. Los arran-tzales contemplan la salida mientras preparan sus embarcaciones para la próxima costera de bonito.
El Toloñope sólo conserva el armazón de madera del casco. Durante los días previos al hundimiento le han vaciado las entrañas y retirado todos los elementos metálicos, desde la caseta a los palos, pasando por la máquina propulsora, auxiliares, maquinillas, aparatos electrónicos etc. La panza del barco aparece cubierta por toneladas de piedra que facilitarán su hundimiento.
La comitiva pone rumbo al lugar establecido por la Capitanía Marítima de Bermeo para el hundimiento del barco. Xixili, la lamia que vigila la bocana del puerto, lanza su último adiós al Toloñope. Josu Laiuno comanda por última vez su embarcación. Este bermeano de 44 años patroneó el pesquero durante los últimos diez años tras vender previamente el barco familiar. "Es triste pero las cosas están muy mal para la flota de bajura. Todo son problemas. El precio del pescado se mantiene igual que hace muchos años en tanto que los gastos se disparan. Por si fuera poco, este año apenas han dejado pescar verdel y han cerrado la pesquería en apenas un mes. Así es imposible subsistir" asegura.
Josu continúa ganándose la vida en el mar. En esta ocasión ha cambiado los bonitos y verdeles del Cantábrico por los atunes del Océano Índico. La singladura ha terminado. Tras cerca de hora y media de navegación, el Aita Semeak Berria ha llevado al Toloñope hasta el lugar donde será hundido. Comienzan los nervios. Y es que la maniobra final no está exenta de cierto riesgo. Afortunadamente la climatología es favorable.
Los últimos tripulantes del barco, Josu y su cuñado, se aprestan a abandonar la embarcación cargada de piedras. La tensión aumenta cuando se escucha el rugir de la motosierra con la que el propio Josu Laiuno asestó dos certeros cortes los cortes permitieron que la mar comenzara a engullir su presa.
El Toloñope comienza a hundirse. En cuarenta minutos, el barco desapareció de la superficie del mar e inició su travesía hasta las profundidades. Allí se encontrará a los que le precedieron en la última singladura. El Beti Lagunak, Izurdia Berria, Geure Izaro o Beti Legoie entre otros. Todos ellos construidos en el astillero Muruaga de Bermeo. Auténticas obras de arte que yacen inertes en el fondo del mar.