BILBAO. "La estadística no engaña. Más del 50% de la población occidental es infiel, lo ha sido o lo será", afirma contundente Walter Riso. Pero, ¿qué se debería entender hoy en día por infidelidad? ¿Qué factores empujan a traicionar los pactos establecidos con la pareja? Desde una perspectiva eminentemente práctica, este psicólogo clínico, aborda ésta y otras cuestiones en Jugando con fuego (Ed. Planeta), donde indaga, partiendo de su experiencia de treinta años en consulta, en las causas de la infidelidad, en sus consecuencias y en cómo se puede prevenir, afrontar y sobrevivir a ella.
¿Se es infiel por naturaleza?
Sí. Lo que sucede es que la creencia social modula eso. Las personas tenemos también la tendencia de matar, de ser agresivos y no lo somos, porque estamos educados para no serlo. Al escribir este libro no lo hice desde una posición moral, ni ética. Lo elaboré desde el sufrimiento que provoca el engaño. Tengo 30.000 horas de consulta como terapeuta; 10.000 son por este tema. La infidelidad es la principal causa de divorcio conyugal y de violencia intrafamiliar. Es un problema de salud pública, pero la gente no la procesa, no se habla de ello adecuadamente. Yo asumí aquí, siendo mi libro muy liberal, una posición políticamente incorrecta. No puedo aceptar la infidelidad viendo lo que causa.
¿De su experiencia clínica diría que la población aboga por la fidelidad?
El 90% de la población cree que la fidelidad es un requisito imprescindible para que las relaciones de pareja se puedan desarrollar de manera sana. La mayoría afirma que la infidelidad no es negociable y que no aceptarían un amor compartido. En cambio, en la práctica más de un 50% de la población es infiel. Es decir, queremos exclusividad, la demandamos, la exigimos, la buscamos, pero al mismo tiempo la violamos.
¿Qué entiende por ser infiel?
Es la ruptura inadecuada (deshonesta, oculta, traicionera o engañosa) de un pacto o acuerdo (tácito o implícito) afectivo y/o sexual preestablecido, generalmente, de exclusividad. Hay tantos modelos de parejas como quieras. Pero todos los modelos de pareja tienen como un valor no negociable la infidelidad. Todas tienen la regla de que no hay que ser infiel.
¿La fidelidad no está en el cuerpo?
No, en la mente. Es una decisión, es un acto de la voluntad. Es autocontrol. El amor no te blinda contra la infidelidad. Cupido puede flechar por las espalda. Puedes amar. Amar a dos o tres personas. Es un acto de la voluntad. Por eso no hay certeza. ¿Se puedes estar felizmente casado y ser infiel a la pareja?
Es imposible. Tarde o temprano se darán cuenta. Las estadísticas demuestran que el 95% de las personas lo perciben. ¿Además, cómo puedes estar tranquila engañando a tu pareja?
¿Es un juego fácil de jugar?
No. Todo lo contrario. Las reglas son complejas y potencialmente nocivas y, tal como demuestra la psicología clínica, cuando se va de las manos, no deja títere con cabeza.
¿Se puede engañar y vivir feliz?
No. La pareja está siendo estafada afectivamente, hay que preguntarle si acepta esto. Pero si tienes que buscarte otra pareja para estar bien, quizás haya algo que revisar. Además, eso siempre estalla. Las mismas parejas que son infieles piden cita porque no aguantan más.
¿Cuándo explotan?
A los dos años. Ya no soportan la tensión. Están hartos de mentir, ya no pueden disimular. Al principio es genial, es un spa afectivo-sexual. Después se convierte en una tortura. Además, sólo el 5% de los amantes que se casan funcionan.
¿Cómo saber si tu pareja te es infiel?
Un dato aislado no es suficiente para generar una duda razonable, pero cuando los indicadores -lejanía y frialdad sexual, mentiras y contradicciones, cambios en la rutina...- se suman, aparecen inesperadamente y no se corresponden a las costumbres de las personas, hay que empezar a preocuparse. Lo mejor es hablar con la pareja y mostrarle el temor, sin agresiones ni escándalos.
¿Ellos son más infieles que ellas?
Sí. Los hombres son más infieles, pero ellas se aproximan. Sin embargo, la cultura machista se mantiene. Cuando la mujer es infiel tiene un coste social muy alto. Una mujer que es infiel es mal vista; un hombre que es infiel es muy macho.
¿Qué hacer si los datos confirman la infidelidad de la pareja?
Una posibilidad es defender el bienestar de uno mismo y el de los hijos, si los hubiere, y no regodearse en el masoquismo afectivo asumiendo el papel de mártir. Es más saludable el sufrimiento que te libere, que uno que te mantenga atado a una esperanza irracional.
¿Y si se acepta cargar con los cuernos con resignación?
Si te mimetizas con ellos y los conviertes en parte de tu ser, habrás perdido el derecho a la protesta. No obstante, si en algún momento cambias de opinión y un golpe de autoestima te empuja a defender tu valía personal, entonces, rebélate, patalea y niégate. Nunca será tarde para reinventarse de nuevo.
¿Tiene consecuencias psicológicas?
Para la víctima: ansiedad, depresión, resentimiento, ira, hostilidad, envidia, asombro, incertidumbre, aislamiento, venganza, incredulidad, frustración... y una bajada fulminante de autoestima.
¿Y para los responsables del engaño?
Junto al goce, también suele aparecer la culpa y el arrepentimiento, el miedo a ser descubiertos, la tensión y la indecisión. Una montaña rusa entre el gusto y el disgusto; la alegría y la tristeza, los encuentros y las lejanías, las huidas y los retornos... unido a la presión que produce un conflicto en apariencia irresoluble, va minando rápidamente la estabilidad emocional del que engaña.
¿Cómo se previene la infidelidad?
La mejor manera de prevenirla es conocer su dinámica, desprenderse de los mitos que la rodean y entender las causas que la activan sin olvidar sus consecuencias. La fidelidad es un acto de voluntad, no del corazón.