BILBAO. Tan sólo el 4% de los pacientes con insuficiencia renal crónica en el Estado se somete a tratamiento renal sustitutivo mediante diálisis peritoneal, frente al 52% que recurre a la hemodiálisis. Una proporción ésta que en el caso de los pacientes de Osakidetza se sitúa en un tercio de los afectados por esa insuficiencia: cincuenta de cada 150 enfermos, según las cifras oficiales. Y ello a pesar de ser una terapia que garantiza una mayor supervivencia a estos enfermos durante los primeros años en los que se hace preciso esta técnica y de ser más segura y barata que la hemodiálisis.

El doctor Jesús Montenegro, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital de Galdakao, reconoce que en Euskadi estas cifras son algo mejores pero aun así las considera insuficientes, "sobre todo teniendo en cuenta que la diálisis peritoneal registra la mitad de mortalidad que la hemodiálisis en los primeros años de tratamiento. Esto es así porque el paciente conserva la orina durante dos o tres años, lo que implica un mantenimiento de la función renal, que repercute de una manera muy positiva sobre el organismo, mientras que la hemodiálisis elimina la orina por completo al paciente a los dos o tres meses".

El doctor Montenegro es también el coordinador del Tratado de diálisis peritoneal, un libro cuyo objetivo es que tanto los profesionales que trabajan en el ámbito de la Nefrología como médicos o personal de enfermería, y los pacientes tengan una información completa y accesible.

Detección más precoz Se calcula que el 1% de la población padece enfermedad renal crónica, que es la pérdida progresiva e irreversible de la función del riñón. Generalmente está provocada por diabetes, trastornos vasculares -hipertensión-, enfermedades hereditarias o por daños inducidos por determinados fármacos. "No es que ahora haya más casos, lo que sucede es que los detectamos antes y mejor", reconoce Montenegro.

Hoy en día existe un amplio abanico de tratamientos para ralentizar la pérdida de función renal, que, no obstante, es irreversible. Cuando el riñón funciona por debajo del 15% de su capacidad, el paciente sólo puede sobrevivir con un tratamiento renal sustitutivo: trasplante o diálisis. En comparación con la hemodiálisis, la diálisis peritoneal otorga más libertad al paciente puesto que el enfermo la realiza él mismo en su domicilio, lo que implica ahorrarse los desplazamientos hasta el centro hospitalario.

Con esas ventajas, muchos se preguntan por qué no es una práctica más extendida. "Porque tomar una decisión sobre una u otra técnica es una cuestión delicada, ya que influirá en muchos aspectos de la vida del paciente. De ahí la importancia de la información sobre lo que implica cada técnica dialítica", indica el jefe de Nefrología de Galdakao.

En opinión del especialista, con la diálisis peritoneal, al preservar la función renal residual, también se conserva, aunque sea parcialmente, una de las funciones del riñón. "A pesar de que sea en pequeñas cantidades, continúa produciendo eritropoyetina y vitamina D, lo que en conjunto favorece un mejor estado cardiovascular del enfermo, que al final resulta en unas menores tasas de mortalidad durante los primeros años de tratamiento". Sin embargo, si bien la diálisis peritoneal en sus primeras fases puede ser más beneficiosa que la hemodiálisis, cuando no existe función renal residual (pasados dos o tres años), este tratamiento puede volverse más complicado para el paciente que la hemodiálisis.

En principio puede someterse a diálisis peritoneal cualquier paciente que no tenga una cirugía abdominal importante. Sin embargo, las diferencias de aplicación entre ambas terapias son grandes. "Este tratamiento otorga más libertad al paciente", recalca Montenegro. "Además implica ahorrarse unos desplazamientos hasta el centro hospitalario, que muchas veces está muy lejos del domicilio. Pero hay otras cuestiones que deben tener en cuenta el paciente y su pareja, como dormir con una máquina en el caso de que realice la diálisis nocturna o que va a tener que realizarse los cambios durante varias veces al día, si se dializa durante el día", matiza este nefrólogo.

El doctor Montenegro considera que una buena información a los pacientes sobre esta técnica serviría para eliminar la desconfianza de muchos de ellos. "En Osakidetza el número de enfermos renales que se someten a esta técnica no es el deseable. En este sentido hubo una pregunta parlamentaria recientemente donde se demandaba conocer los motivos del descenso en Osakidetza. Personalmente pienso que se debe a varios factores. Por un lado, la comodidad de los pacientes, que creen que en el hospital serán mejor atendidos; por otro, el desconocimiento de esta terapia entre muchos de ellos. De ahí la necesidad de promocionar esta técnica desde las propias facultades de Medicina", añade el nefrólogo.

reducción del coste Uno de los aspectos que destacan los especialistas para incentivar el uso de la diálisis peritoneal en pacientes con insuficiencia renal crónica, además de reducir la tasa de mortalidad, es el coste del tratamiento. "Es un 25% menor (30.000 euros por paciente y año, frente a los 40.000 de la hemodiálisis). Y tal como está la sanidad pública, donde las inversiones son cada vez más fuertes, este ahorro nos serviría para financiar otras terapias. Optimizando los recursos podríamos ofrecer nuevas prestaciones. Sobre todo si la alternativa que ofrecemos es tan buena o mejor para el paciente", subraya.

Más de la mitad de los pacientes con insuficiencia renal entra a diálisis por vía urgente, cuando lo ideal sería detectar al paciente a tiempo para hacer una entrada planificada que reduzca el impacto en su vida diaria que supone la diálisis.