Donostia. La firma vasca Tekniker-IK4 se ha convertido en una de las empresas líder en la formulación y los ensayos de una nueva generación de aceites biodegradables que superarán ampliamente las prestaciones de los actuales, de modo que podrán competir con los derivados del petróleo en sus aplicaciones industriales. El 95% de los lubricantes utilizados actualmente en Europa no son biodegradables.
El centro tecnológico eibarrés, que desarrolla toda una línea de investigación en el ámbito de la tecnología sostenible, trabaja en este reto en el marco de Biovesin, un ambicioso proyecto financiado por el Gobierno español cuyo objetivo es el desarrollo de una novedosa gama de lubricantes respetuosos con el medio ambiente a partir de aceites vegetales de última generación y ciertos aditivos biodegradables. En el proyecto se contempla la utilización de aceites vegetales con alto contenido en ácido oleico, tanto de girasol como de ricino.
"Estos nuevos productos tienen una aplicación directa en multitud de sectores industriales y se diseñan acorde con los criterios de biodegradabilidad y no toxicidad de la Ecoetiqueta Europea (European Ecolabel), que evalúa los efectos medioambientales de un producto a lo largo de su ciclo de vida", señalaron técnicos de la empresa.
El diseño y la puesta en marcha de esta gama de biolubricantes presenta una serie de ventajas, entre las cuales destacan la generación de una tecnología de producción propia protegida por patentes, la proliferación de cultivos de oleaginosas (soja, girasol, maíz...) para biocarburantes, la consiguiente reducción de los costes de producción o el desarrollo de una tecnología que permita que estos nuevos biolubricantes funcionen tanto en climas fríos como en cálidos.
El proyecto, coordinado por el Instituto de la Grasa (GGBLS-CSIC), cuenta con un presupuesto total superior a los seis millones de euros. Junto a Tekniker-IK4 y el GGBL-CSIC, en el proyecto Biovesin participan un total de 14 socios entre los cuales destacan el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), las universidades de Santiago, Huelva, Sevilla y Almería, o las empresas Gamesa, Indra Sistemas, Abamotor Energía, Agria Hispania, Verkol, Limagrain Ibérica y Coreysa.
El proyecto comenzó su andadura en 2006 y concluirá el año que viene, una vez se hayan desarrollado todos los biolubricantes para diferentes aplicaciones y se finalicen todas las pruebas de evaluación. "Ya se han logrado importantes avances, como por ejemplo el desarrollo de un biolubricante específico para aerogeneradores que refuerza aún más el carácter verde de la energía eólica", destacaron desde la firma eibarresa.
Biovesin forma parte de la línea de trabajo de Tekniker-IK4 en el ámbito de la ecología y la sostenibilidad medioambiental, a través de la cual realiza desarrollos ecológicos en sus diferentes áreas de especialización. Esto le permite aplicar tecnología sostenible a multitud de sectores, como la energía, la automoción, la producción industrial, o el transporte.
En el ámbito concreto de los lubricantes biodegradables, la trayectoria de Tekniker-IK4 comenzó en el año 1995 con el desarrollo de un lubricante basado en el aceite de girasol de aplicación en componentes hidráulicos y engranajes de excavadoras, diseñado en el marco del Proyecto Europeo SunOil. Desde entonces el centro tecnológico eibarrés ha participado en otros proyectos de envergadura.