¿Cree que, como señalan algunas encuestas, hay ciudadanos que no aciertan a distinguir entre su marca y la de Sumar?

Elkarrekin Podemos es un espacio con arraigo y reconocimiento que surgió hace ya dos legislaturas de la mano de Podemos. Es verdad que en las últimas elecciones hemos hecho campaña por Sumar y quizás ahí pueda estar la confusión. Lo que dicen los sondeos es que nuestros votos se convierten en escaños, por lo que es un voto útil. Esta vez no hemos podido conformar una candidatura conjunta. No nos han dejado, hemos hecho todo lo posible y no ha podido ser. A partir de ahí, creo que somos una formación consolidada y con trayectoria, y esperemos que la gente sepa distinguirlo.

Tras semanas de agrio e intenso debate, la coalición no cuajó. ¿A qué ha obedecido verdaderamente?

La conclusión es clara: porque desde Sumar no quisieron. Hay incluso observadores neutrales que han llegado también a este juicio, es una conclusión objetiva. No se pudo porque no quisieron. Pero ya está, pasamos página. Nosotros tenemos proyecto de sobra, energía, infraestructura y gente para llevar adelante esta izquierda transformadora en Euskadi.

Usted se ofreció a apartarse como cabeza de lista si parte del problema residía en su figura.

Fuimos generosos en ese sentido. Lo dije yo misma. Por eso digo que la interpretación es objetiva porque todo el mundo sabe lo que ha pasado. Por nuestra parte, todo lo que se pudo hacer, y hasta lo que no se suele hacer, Elkarrekin Podemos lo intentó.

¿Ha sido Elkarrekin Podemos el partido que ha ejercido de líder de la oposición la pasada legislatura?

Somos un partido que hacemos lo que decimos y que nunca se equivoca de bando, y eso la gente lo ve. En todas las negociaciones, leyes y proyectos hemos participado activamente en el Parlamento Vasco, y cuando ha habido posibilidad de alcanzar acuerdos porque se incorporaba lo que entendíamos como una mejora, hemos sido capaces de pactar en favor de ensanchar los derechos de las mayorías sociales de este país. Y cuando ha habido que plantarse porque era imposible llegar a unos mínimos que se corresponden con los valores y las políticas que defendemos, pues nos hemos plantado.

Con la Ley de Educación y la de Cambio Climático, por ejemplo.

La Ley de Educación no afronta los retos debidos, no acaba con la concertación universal, e iguala lo privado con lo público. Ahí hemos sido muy firmes porque llegamos a un pacto que sí acogía cambios sustanciales pero a la hora de la verdad no se aplicó. Bildu se descolgó en el último momento por una cuestión que tampoco tenía que ver con el núcleo central de la norma, que es blindar la enseñanza concertada en detrimento de la pública. Y en el caso de la Ley de Cambio Climático no nos hemos dejado doblegar cuando no se ha tenido en cuenta una enmienda tan básica como que en los lugares protegidos, en los corredores ecológicos o en suelos de alto valor agrícola no se pueden poner megainstalaciones energéticas como eólicas o solares. Los agricultores llevan tiempo diciendo que cuando se contrapone el interés de las grandes empresas eléctricas y el de mantener la agricultura en Araba, el Gobierno vasco elige lo primero. Por eso, repito, Podemos nunca se equivoca de bando. Quien toma decisiones puede equivocarse, siempre, pero tienes que saber de qué lado estás. Y si quieres favorecer al oligopolio energético, no proteges la agricultura.

Pero también son el partido que más leyes le ha aprobado al Ejecutivo de PNV y PSE, eso sí, en departamentos especiales.

Actitud y capacidad de negociación tenemos siempre. El fin de nuestro trabajo en las instituciones es ensanchar los derechos de la ciudadanía y hacer un mundo más justo y equilibrado, igualitario y feliz. Si hay departamentos como Trabajo o Igualdad con intención de acordar, ahí estamos, como en el hecho de que la RGI se abra desde los 18 años, o de que se aumenten las prestaciones. Y si la Ley de Igualdad contiene la prohibición del SAP (síndrome de alineación parental), o la Ley de Infancia acoge muchas de las propuestas formuladas, Elkarrekin Podemos acuerda. Transición Energética, Educación Industria, Economía y Hacienda... con ellos no se ha podido.

Proclaman que Euskadi necesita un Ejecutivo que gire a la izquierda. Pero esa izquierda, Bildu y PSE, se ha ofrecido a gobernar con el PNV. La única certeza electoral parece ser que Eneko Andueza, líder de los socialistas vascos, será vicelehendakari de alguien.

Por eso decimos que Podemos es la única garantía de que haya gobierno de izquierdas. Nuestros votos y escaños servirán para condicionar la gestión de gobierno hacia políticas de izquierdas, porque si todos estamos diciendo que las políticas del PNV no nos representan, que los valores neoliberales que impregnan toda su acción política en Educación, Sanidad, Medio Ambiente, no son buenas, ¿cómo van a superarse si gobernamos con el principal sujeto que nos ha llevado a esta situación? Es tarea nuestra también concienciar de que difícilmente se podrán cambiar esas políticas que gran parte de la ciudadanía quiere dejar atrás si no cambiamos a los sujetos activos.

No parece que el PSE esté dispuesto tampoco esta vez a configurar esa ecuación por mucho que la fórmula esté ensayada en Nafarroa y en el Gobierno del Estado.

El Partido Socialista de Euskadi es un ejemplo de que lo que se dice y lo que se hace no casa. En elecciones dice unas cosas y cuando gobierna hace otras. Si el ánimo del PSE es asumir acríticamente las políticas que rechaza, está traicionado a la izquierda. El PSE propugna en campaña valores de izquierda que luego no plasma.

Todos los analistas apuntan a que el crecimiento de Bildu procede en gran parte del desgaste de Podemos.

La izquierda en este país es plural y una muestra es la cantidad de partidos que hay, cada uno con sus singularidades. Cuando leemos nuestros programas electorales tenemos en común mucho más de lo que nos separa. Si estamos dispuestos a hacer efectivo lo que ahí escribimos, no tendría que haber ninguna dificultad para que las fuerzas de izquierda se entendieran. Elkarrekin Podemos puede decir que el 80% de sus propuestas se han desarrollado en iniciativas parlamentarias.

De todos los candidatos, usted sí que repite y es conocida entre la ciudadanía, mientras que PNV y EH Bildu estrenan líder. ¿Qué sensación le sugieren los discursos de quien recoge el testigo de Urkullu?

El modelo que está defendiendo Imanol Pradales es que lo público lo paguemos algunos más que otros, y viene a decirnos que somos unos pedigüeños por querer meter en cartera el servicio del dentista, por ejemplo. Da por bueno que haya ciudadanías con distinta cobertura sanitaria en función de si tienes o no dinero, y lo dice sin sonrojarse. Los servicios públicos los pagamos entre todos y el problema es que en realidad no es así. Las rentas de trabajo tributan muy por encima de las rentas de capital, y la ingeniería fiscal a la que pueden acceder las grandes corporaciones hace que no contribuyan como deberían al gasto público. Pradales propugna el neoliberalismo sin tapujos, no lo esconde. Es fan de poner un Guggenheim en Urdaibai, un proyecto absurdo que no satisface a nadie más que a cuatro que él debe conocer. Pese a que no le conozcamos mucho, le estamos conociendo lo suficiente.

¿Le sorprende que Osakidetza esté tan presente en el discurso del candidato jeltzale?

Supone una autoenmienda a la gestión de estos últimos años por parte de un departamento que el PNV ha liderado casi siempre. Habla de la salud mental cuando lo hemos planteado y nunca se tuvo en cuenta, como cuando hemos profundizado en el deterioro de la sanidad pública.

El resultado de las urnas a veces presenta escenarios diabólicos. Puede que la suma de PNV y PSE no llegue a la mayoría absoluta, y sea necesario un tercer actor, el PP.

El PP es la muleta no confesada pero operante de PNV y PSE. Y lo hemos visto en Gasteiz, Durango, en las Juntas Generales de Gipuzkoa, y lo vimos cuando el PNV pactó la reforma fiscal con el PP. Para que luego Pradales diga que esto se paga a escote, tenemos un sistema fiscal en Euskadi diseñado y parido por ambos y que fue regresivo. Así que sí, no se confiesan, pero estos pactos con el PP están siempre operativos. Y eso no es gratis y nos lleva a un modelo que profundiza un sistema de derechas y neoliberal.

¿Cómo vislumbra el alumbramiento de un nuevo estatus?

Elkarrekin Podemos ha sido el único espacio en el Parlamento que ha solicitado la reactivación de la Ponencia de Autogobierno. Ahora, cuando en campaña agitan la bandera de la soberanía, del nuevo estatus, de nuevas transferencias..., es propaganda. Porque a la hora de la verdad, donde hay que hablarlo, en el Parlamento, no se lleva a cabo. Solo hay dos comunidades sin reformar el Estatuto, la otra es Galicia. ¡Basta de proclamas vacías al aire! ¡Hechos! Nunca hemos encontrado el impulso en ese sentido ni de PNV, ni de Bildu, ni de PSE.

Otra ‘patata caliente’, el euskera, a menudo usado como ariete.

Somos el único partido que plantea el euskera como un derecho y no como obligación. Es verdad que la Administración debe estar preparada para satisfacer y brindar sus servicios en euskera y castellano. Ahí el sistema de perfiles debe existir. Si amamos el euskera, debemos aspirar no a que sea un elemento de diferenciación sino de cohesión, y para eso debe estar al alcance de todos y todas. Y eso no puede costarnos dinero y conciliación. En cada negociación presupuestaria, hemos propuesto que el aprendizaje hasta el nivel C1 sea gratuito.

Un elemento del pasado, ETA, aparece siempre en las campañas estatales pero no en la órbita vasca.

La sociedad vasca está madura y en otra página. Pero es verdad que hay partidos, Bildu, que aún tienen una mochila y un recorrido por hacer. No es lógico que si alguien vandaliza la tumba de Fernando Buesa, no condene el acto. O si llevas al Parlamento una propuesta para retirar la ayuda vitalicia a un condenado por los GAL, al PSOE se lo lleven los demonios.