Esquerra y Junts siguen sin calcular bien sus fuerzas quizás fruto del empate mal resuelto que deparó las urnas y entronizó a Pere Aragonès. El Govern funciona a golpe de implosión pese a que el líder republicano se propuso rebajar los decibelios en las desavenencias soberanistas, esas con las que ya se contaban. La última de ellas, el acuerdo por la inmersión lingüística, es fiel retrato de una relación que está lejos de fabricar independentistas. No es de extrañar que hasta la Assamblea Nacional Catalana (ANC) haya decidido ser protagonista del futuro cartel electoral. Las jornadas de convivencia del Ejecutivo este fin de semana en el Palau de Pedralbes, con presencia de todos los consellers, no maquilla un escenario que circunda lo caótico cuando, además, el Gobierno de Pedro Sánchez ha relegado el conflicto no ya a un segundo plano, sino a pie de página. Con el Consejo de Ministros pronunciándose con diferentes voces y un contexto socioeconómico gravoso para sus intereses, la mesa de diálogo dormita el sueño de los justos.

El pacto por la lengua rubricado por ERC, PSC, JxCat y En Comú Podem, del que apenas horas después acabaron desmarcándose los posconvergentes, ha redoblado la habitual tensión. El "no en mi nombre" tuiteado por el expresident Quim Torra fue el preludio de un quebranto cantado. Mientras el partido de Oriol Junqueras acusa a Junts de querer ejercer como fuerza hegemónica del secesionismo, los de Carles Puigdemont les reprochan su intención de pretender echarles de la Generalitat para gestar un tripartito, más aún tras los ataques lanzados por Gabriel Rufián dando por veraz la conexión rusa del exJefe del Govern y que ninguno de sus compañeros de filas ha desmentido, más allá de cuestionar sus formas. Para colmo, el presente inmediato no augura una mejor sintonía, toda vez que toca encarar el caso de la presidenta de Parlament, Laura Borràs, cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes, y cuyo procesamiento obligará a las formación republicana a resolver si apoya o no su cese. A nadie se le escapa que Esquerra respiraría aliviada en caso de deshacerse del liderazgo que representa la líder de JxCat.

El Govern busca reconducir el consenso lingüístico con un acercamiento de mínimos dejando la puerta abierta a su modificación bajo el objetivo de defenderse legislativamente, a días de su ejecución, de la sentencia que obliga a la Generalitat a implantar el 25% en castellano en las aulas. Sin embargo, las presiones internas han situado a Junts en la postura de vehicular la alianza a través del Pacto Nacional por la Lengua, tal como ha pedido Òmnium Cultural. "La lengua catalana es y debe seguir siendo la lengua vehicular de la escuela. Y no se pueden abrir más grietas que le debiliten", lanzó también Puigdemont, más alienado con la CUP, la ANC y Plataforma per la Llengua. El ala más radical y las entidades sociales, además del Consell per la República que él comanda, creen que no es nada más que una pista de aterrizaje para el castellano en las escuelas. La intención inicial era tramitar la reforma de la ley de política lingüística por vía de urgencia y tenerla aprobada en el Parlament en dos semanas. Ya antes de este acuerdo en pañales, y coincidiendo con la huelga orquestada por los sindicatos y secundada por el Govern, los diputados y dirigentes de Junts plantaron a Aragonès y al resto de consellers republicanos rechazando participar en la fotografía "unilateral" del acto contra el 25% de castellano.

El otro punto de fricción entre los dos socios son los Juegos Olímpicos de invierno de 2030. El Govern ya ha aireado que tiene cerrado un acuerdo técnico con Aragón y el COE sobre la candidatura conjunta, pero republicanos y posconvergentes chocan en la consulta que la administración catalana celebrará para decidir sobre si sigue adelante con el proyecto. La pelea aquí afecta al formato de este referéndum, la pregunta y el ámbito del censo, limitado a las regiones pirenaicas, a pesar de que, por ejemplo, Barcelona también sería sede olímpica. El tema es casi pecata minuta en comparación con otras cuestiones.

puigdemont, señalado

Todo se ha enrarecido más desde que Rufián se refirió al círculo de Puigdemont como "los señoritos que creían ser James Bond", afeándoles sus acercamientos con el entorno del Kremlin. Uno de los diputados más beligerantes de Junts, Joan Canadell, se expresó sin ambages: "Qué vergüenza, hace cinco años Putin era un jefe de Estado como muchos otros, de países poco democráticos pero aceptados por todos. Excusas para tensar la cuerda, que dejemos el gobierno y formar un nuevo tripartito". Ni Elsa Artadi, ni Marta Rovira, ni Junqueras, corrigieron públicamente al portavoz republicano en el Congreso. Al hilo de la polémica, Puigdemont aclaró que "la política exterior de una nación también conlleva plantarse ante interlocutores incómodos" y no solo ante las democracias occidentales.

En esta luna de hiel, el expresident, cuya causa ante las instituciones europeas sobre las euroórdenes entra en la recta final, proyecta su estrategia internacional como tótem del independentismo. Recientemente, llamó a las bases a la emancipación tras constatar que "no es posible" la unidad. "Nuestra relación con los partidos tiene que cambiar, porque la que hemos tenido hasta ahora no ha funcionado, y no será por falta de paciencia. Les hemos dado muchas oportunidades, pero el tiempo ya se ha acabado", proclamó, enarbolando la función del Consell. Cabe considerar que la vista sobre la cuestión prejudicial que el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena elevó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) para saber los motivos por los que se puede rechazar una euroorden se celebrará el próximo 5 de abril.

Veremos si la puntilla la da el caso BorràsLa Fiscalía tiene que presentar ya su escrito de acusación con el que el TSJC puede abrir juicio oral y el reglamento del Parlament prevé que sea suspendida aunque aún no haya condena. La presidenta de la Cámara persigue una vía política y otra a través de los letrados, que necesitarán del concurso de ERC, para escapar del atolladero, pero ERC siempre se ha pronunciado muy crítica contra ella y su imputación. Todo ello, con las elecciones municipales en el horizonte, donde JxCat, carente de una estructura territorial como la que ostentaba la antigua Convergència, se juega mucho, también ante un PDeCAT que conserva algunas parcelas y frente a los nuevos espacios de centro, como el de Àngels Chacón.