BILBAO - La economía circular propone un nuevo modelo económico de producción y consumo. Frente al modelo lineal imperante, consistente en "extraer, hacer, tirar", que está basado en disponer de grandes cantidades de energía y recursos, baratos y de fácil acceso, se presenta como un sistema de aprovechamiento de recursos donde priman la reducción, la reutilización y el reciclaje de los elementos.En vista de que el modelo económico lineal no es sostenible, porque desperdicia recursos, contamina y está llegando al límite de su capacidad física, en un panorama de escasez de recursos, pérdida de biodiversidad, cambio climático, creciente contaminación y generación de residuos... la economía circular constituye una alternativa atractiva y viable. En este sentido, la UE trabaja en iniciativas que van más allá del reciclaje. Su Estrategia de Economía Circular busca "cerrar el círculo", y ello evitando que el producto se convierta en residuo, reutilizándolo o reciclándolo y partiendo del ecodiseño del mismo, evitando el derroche de recursos y minimizando la generación de residuos en la fabricación.

MEDIDAS Con objeto de que la economía de la UE sea más competitiva y sostenible, la Comisión Europea ha adoptado un paquete de medidas sobre la economía circular para ayudar a las empresas y consumidores europeos en esa transición a una economía más sostenible. Con la vista puesta en 2030, la UE se ha marcado una serie de objetivos de reciclaje muy ambiciosos. En cuanto a los residuos municipales, establece que en 2025, el 55% deben ser reutilizados o reciclados; en 2030, el 60%; y en 2035, el 65%. En cuanto a los envases, en 2025, el 65% de estos residuos tendrán que ser reciclados, y el 70% en 2030. También se comenzará a recoger selectivamente los residuos domésticos considerados peligrosos en 2022; los biológicos, en 2023; y los textiles en 2025. Por su parte, la estrategia sobre los plásticos obliga a que en 2030 todos puedan reciclarse.

Otros desafíos apuntan a los equipos eléctricos y electrónicos (ordenadores, televisores, móviles, etc.), que generan uno de los mayores flujos de basura en la UE. Y van en aumento. Estos pueden causar daños medioambientales y de salud si no se gestionan bien, por lo que la UE apoya mecanismos para que los ciudadanos lleven gratis sus equipos eléctricos y electrónicos para su reciclado o reutilización. Por otro lado, obliga a los fabricantes a reemplazar los materiales peligrosos como el plomo, mercurio o cadmio por alternativas más seguras. Respecto a los residuos de construcción y demolición (RCD), antes de finalizar 2020 deberá aumentarse hasta un mínimo del 70% la reutilización, el reciclado y otra valorización de materiales. Por último, en relación con las baterías y pilas, la directiva europea prohíbe la venta de baterías con determinado nivel de cadmio y mercurio, establece esquemas para que se recolecten y reciclen y obliga a que tengan un etiquetado, a que se puedan quitar de los aparatos y a que los productores gestionen los residuos de las que ponen en el mercado.